martes, 9 de enero de 2018

El terror de las chicas (1961)




Título original: The Ladies Man
Director: Jerry Lewis
EE.UU., 1961, 95 minutos

El terror de las chicas (1961)


Decir que el Jerry Lewis de The Ladies Man es histriónico se queda corto, teniendo en cuenta la exagerada expresividad que llega a derrochar su personaje. En ese sentido, Herbert H. Heebert no es  lo que se dice un hombre tranquilo precisamente: de hecho, procede de una pequeña ciudad americana cuyos habitantes viven en permanente ataque de nervios, como queda patente en la accidentada escena inicial. De modo que sólo le faltaba un cruel desengaño amoroso para acabar de desquiciarlo del todo.

A partir de ese momento, el joven, acompañado de sus características muecas, bramidos y demás repertorio de inagotables bufonadas, dará con los huesos en la lujosa mansión de una cantante de ópera que lo contrata como asistente. Aunque, a la hora de la verdad, dicho lugar parece más bien una gigantesca casa de muñecas que alberga justo aquello de lo que iba huyendo el torpe Herbert: una legión de bellas y refinadas señoritas.



Pese a lo deslavazado de su guion (la película, en realidad, no es más que un conjunto de gags sin una estructura muy definida), son muchas las referencias cinéfilas que contiene. Es innegable, de entrada, la huella de un filme tan absolutamente disparatado como Loquilandia (1941), del que hereda anarquía y humor surrealista a partes iguales, si bien son palpables, por otra parte, determinados guiños procedentes de las Screwball comedies de los años dorados de Hollywood: la mascota de la oronda señora Wellenmellon, sin ir más lejos, se llama Baby, alusión evidente a La fiera de mi niña (1938) de Hawks, en la que el leopardo de la rebelde Susan (Katharine Hepburn) respondía al mismo nombre.

Sin embargo, no hay que olvidar que el trabajo llevado a cabo por Lewis dejará también su impronta en algunos cineastas del futuro, como un principiante Mel Brooks que colabora, sin figurar en los créditos, en el guion de esta película. O incluso Jim Carrey, tal vez el actor contemporáneo que más claramente ha heredado el estilo de Jerry Lewis. Como tampoco deben pasarse por alto las implicaciones de tipo freudiano contenidas en El terror de las chicas: medio en broma, medio en serio, su protagonista, un hombre inmaduro fuertemente marcado por la figura materna, no deja de ser la víctima de un trauma que le impide relacionarse con normalidad con el sexo contrario, llegando a rozar la ensoñación fetichista durante la bellísima secuencia de la vedada habitación blanca en la que habita una misteriosa y estilizada mujer de negro.


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