domingo, 28 de enero de 2018

Dante no es únicamente severo (1967)




Directores: Jacinto Esteva y Joaquim Jordà
España, 1967, 75 minutos

Dante no es únicamente severo (1967) de Jacinto Esteva y Joaquim Jordà


Se ha repetido tantas veces aquello de que "Como no nos dejan hacer Victor Hugo, hagamos Mallarmé", que al final se ha terminado por considerar que la Escuela de Barcelona fue apenas un pecado de juventud de cuatro hijos de papá ociosos, acaso una gamberrada de la que conviene avergonzarse: craso error. Cualquiera que se acerque libre de prejuicios a una película como Dante no es únicamente severo forzosamente habrá de rendirse a la evidencia de que la verdadera vanguardia no era sólo la de Godard y compañía, sino sobre todo ésta.



Y no aparece en un momento cualquiera: además de la antesala del mayo francés y del Verano del Amor en San Francisco, 1967 es el año en el que se publican el primer álbum de Pink Floyd (The Piper at the Gates of Dawn) y el Sgt. Pepper's de los Beatles. Es decir: la contracultura llega a su auge, inundando de mensajes Pop tanto la publicidad como el arte en general. Y todo ese ambiente de ruptura generacional se respira (valga la sinestesia) en las imágenes filmadas por Esteva y Jordà.



También la Barcelona que capta su objetivo es el centro neurálgico de todo ese movimiento en lo que al Estado Español se refiere, vía de entrada (siempre que la censura lo permitiese) de nuevas tendencias por lo general mal asimiladas cuando no abiertamente rechazadas por el gran público. La capital catalana era, por aquel entonces, una especie de París de andar por casa en el que convivieron los novelistas sudamericanos del boom con la Gauche Divine de Boccaccio.

En su afán por contar historias, Serena Vergano encarna a una
especie de Scheherezade posmoderna

Pero lo curioso del caso, volviendo a Dante no es únicamente severo, es que aparte de las influencias confesas (hacia el final, Serena Vergano repasa la cartelera puntuando algunos títulos exhibidos en cines como el Comedia, el Alexandra y otros hoy, por desgracia, desaparecidos) se aprecia en determinados momentos un afán evidente de retomar el espíritu surrealista del Buñuel de Un chien andalou. Los continuos insertos de una operación de córnea así parecen indicarlo, de la misma manera que la metamorfosis de la mujer en otras es asimismo bastante buñueliana, con la salvedad de que Ese oscuro objeto del deseo es diez años posterior... ¿Simple coincidencia o pudo el genio de Calanda haberse inspirado en estos jóvenes diletantes? Poco importa: lo significativo es la conexión intelectual, la similar actitud iconoclasta que les llevó, en diferentes circunstancias históricas, a adoptar soluciones visualmente parecidas.



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