martes, 23 de enero de 2018

Primer (2004)




Director: Shane Carruth
EE.UU., 2004, 77 minutos

Primer (2004) de Shane Carruth


Primer reunía todos los ingredientes necesarios para convertirse en una película de culto: una trama aparentemente críptica, un exiguo presupuesto de apenas siete mil dólares y un joven talento capaz de escribirla, dirigirla, producirla, protagonizarla y hasta de componer la música. Desde Orson Welles hasta Christopher Nolan, de Ciudadano Kane a Memento, los directores que, como Shane Carruth, han sido capaces de levantar un primer proyecto tan sumamente original han visto recompensada su osadía con un lugar destacado en la nómina de cineastas audaces que cuentan sus seguidores por legiones de incondicionales.

Carruth recibió el espaldarazo definitivo gracias al Festival de Sundance, donde obtuvo un par de galardones, entre ellos el Gran Premio del Jurado. Nacía así el mito, cuya aureola de genio de las matemáticas reconvertido en director de cine se iría viendo incrementada con un segundo largometraje (Upstream Color, 2013) que hasta la fecha sigue siendo su último trabajo.



Aaron (Carruth) y Abe (David Sullivan), la pareja de ingenieros protagonista de Premier, logra obtener, casi por casualidad, un sistema que les permite viajar en el tiempo, lo cual genera diversas líneas temporales habitadas, cada una de ellas, por las respectivas copias de sus identidades. De modo que lo que tenía que ser una ventajosa forma de jugar en bolsa conociendo de antemano qué acciones iban a subir de precio, se acabará convirtiendo en una pesadilla en la que el doble suplanta al verdadero yo. Aunque dicho desajuste también comporta algún que otro momento notable a nivel humorístico, como cuando Aaron le confiesa a su compañero: "Oye, tío, ¿no tienes hambre? ¡No he comido nada desde la noche que viene!"

La clave para que un planteamiento de tales características funcione radica en conseguir dar con el equilibrio justo entre verosimilitud científica y una intrincada narración de los hechos que deje al espectador con la sensación de no haber entendido nada, dando pie así a numerosas especulaciones sobre cómo desentrañar el verdadero sentido de lo que se acaba de ver.




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