domingo, 28 de enero de 2018

Les adoptés (2011)




Título en español: Los adoptados
Directora: Mélanie Laurent
Francia, 2011, 96 minutos

Les adoptés (2011) de M. Laurent


Sentimental tirando a sensiblero: he ahí, a nuestro parecer, el balance del que fuera debut en la dirección de la actriz francesa Mélanie Laurent (París, 21 de febrero del 83). Y no es que hiciera un mal trabajo, ni mucho menos. Pero se nota que es la película de una realizadora primeriza, encantada de filmar a sus actores ahora llorando ahora riendo, lo mismo pellizcándose que discutiendo. Es, es ese sentido, un filme hecho por y para veinteañeros que fingen tomarse la vida a la ligera, pero a los que, en realidad, les encanta dramatizar y tomársela muy en serio.

Narra la historia de dos hermanas adoptivas que, llegadas a la edad adulta, siguen compartiendo apartamento en Lyon junto a la madre de ambas y el hijo de apenas cinco años de la mayor de ellas. Lisa (Mélanie Laurent) es madre soltera y aspira a consolidarse como cantautora; en cambio, Marine (Marie Denarnaud) posee una librería (L'écume des pages) especializada en narrativa anglosajona. Aun siendo muy diferentes entre ellas, son del todo inseparables.



Hasta que un día lluvioso irrumpe en la librería Alex (Denis Ménochet) y se enamora en el acto de Marine. Aunque ello tendrá sus consecuencias, pues ni Lisa conecta con Alex ni las hermanas están tan unidas como solían. Pero entonces ocurre algo terrible: al salir del trabajo, Marine es arrollada en plena calle por un vehículo y se queda en coma. Situación que se volverá aún más tremebunda cuando los médicos constaten que la joven está embarazada de tres meses. A partir de ese momento, Lisa y Alex irán limando sus asperezas hasta convertirse en buenos amigos.

A pesar del exceso de emotividad al que antes aludíamos, hay en Les adoptés, sin embargo, alguna escena bastante lograda, como aquella en la que Alex imagina que Marine, aun llevando varios meses ingresada en el hospital, sigue en el coche con él. Momentos, como éste, de una gran delicadeza, debidamente subrayados por la música a lo Érik Satie compuesta por Jonathan Morali, del grupo Syd Matters, y la fotografía de tintes apagados a cargo de Arnaud Potier.


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