sábado, 1 de enero de 2022

Amanecer (1927)




Título original: Sunrise: A Song of Two Humans
Director: F.W. Murnau
EE.UU., 1927, 95 minutos

Amanecer (1927) de F.W. Murnau


Sunrise (1927), subtitulada muy acertadamente A Song of Two Humans, no sólo supuso el debut en Hollywood del director alemán F.W. Murnau (1888–1931), sino que fue también una de las primeras películas sonoras (que no hablada) de la historia del cine, aparte de triunfadora, con tres estatuillas, en la gala inaugural de los premios de la Academia. Obra maestra, en definitiva, por la que no pasa el tiempo, quizá porque, como se afirma en la advertencia preliminar, explica una historia que "es de ninguno y de todos los lugares: podrías oírla en cualquier parte, en cualquier momento; pues dondequiera que salga y se ponga el sol, en la confusión de la gran ciudad o bajo el cielo despejado de una granja, la vida es muy parecida: a veces amarga, a veces dulce."

El bagaje expresionista de Murnau se percibe enseguida en la composición de algunos planos (por ejemplo, el que muestra la mesa inclinada en la que está cenando el matrimonio que hospeda a la Mujer de la Ciudad), si bien es en el terreno de los sentimientos arrebatadores donde el cineasta da rienda suelta a las pasiones por encima de cualquier otra consideración. En ese sentido, la puesta en escena, basada en un guion de Carl Mayer, colaborador habitual de Murnau, se construye a base de contrastes: entre la rubia inocente (Janet Gaynor) y la morena voluptuosa (Margaret Livingston); o bien la apacible aldea de granjeros, en plena naturaleza, frente al inhóspito desenfreno urbano.



Nótese, por otra parte, cómo un elemento perturbador, procedente de la gran ciudad, viene a instalarse en una pequeña comunidad rural para corromper al que hasta entonces había sido tierno marido (George O'Brien). O cómo, paradójicamente, la reconciliación entre los esposos se produce en medio del ajetreo de la capital, de donde regresan habiendo renovado sus votos, tras una jornada repleta de emociones a flor de piel, para, acto seguido, zozobrar en las procelosas aguas de un lago a escasos metros de su casa.

Tal vez el encanto de Amanecer, y sus originales rótulos delicuescentes, resida en una sabia combinación de tragedia, que se masca a cada paso, con momentos puntuales que tienden a una cierta comicidad (caso de la secuencia en el salón de belleza o la divertida escena del baile en la sala de fiestas). Sea como fuera, el estilo de un cineasta europeo forjado en las premisas del Kammerspielfilm encajó, por una vez, con los no siempre flexibles estándares de la industria americana, dando como resultado una hermosa alegoría que nos recuerda que después de la tempestad siempre viene la calma.



6 comentarios:

  1. Un paseo por los grandes clásicos nunca está de más. Y agradezco la oportunidad que nos brindas con tus reseñas y sus correspondientes enlaces. Aviso que ya he empezado con la Trilogía de Apu, una de mis muchas tareas pendientes.

    Un abrazo.

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    1. Pues me encanta que te encante, Ricard. Gracias a ti por darle sentido al blog. Nunca es tarde para descubrir (o redescubrir) una buena película.

      Un abrazo y feliz año nuevo.

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    1. Ya lo creo. Además, me hacía gracia comenzar el año con un título tan elocuente como "Amanecer".

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  3. Hola Juan!
    Tenia una copia en VHS de Divisa, descubrir por primera vez esta película es toda una experiencia.
    Saludos!!

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    1. Desde luego, Fran. Con ésta, creo que son cinco las veces que la he visto. Pero me sigue deslumbrando como si fuera la primera.

      Saludos.

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