Título original: 28 Years Later
Director: Danny Boyle
Reino Unido/EE.UU./Canadá, 2025, 115 minutos
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28 años después (2025) de Danny Boyle |
Tercera entrega de una saga que ha terminado adquiriendo tics que rozan lo paródico. Porque si la fundacional 28 días después (2002) tenía su encanto y 28 semanas después (2007), dirigida por el canario Juan Carlos Fresnadillo, por cierto, ahondaba en el mismo enfoque distópico, 28 Years Later (2025), de nuevo con Danny Boyle al frente del proyecto, ha sido rodada con un iPhone 15, lo cual ya indica la deriva mainstream de un producto menos autoral y tal vez más comercial.
Visualmente, la cinta que nos ocupa denota la influencia de títulos a priori tan dispares y alejados de éste como En busca del fuego (1981), en lo que se refiere a la apariencia de los infectados, que se parecen a los cavernícolas del filme de Jean-Jacques Annaud, e incluso Apocalypse Now (1979), habida cuenta de que Ralph Fiennes aparece caracterizado con un look que pudiera recordar remotamente al de Marlon Brando haciendo de coronel Kurtz en el clásico de Coppola. En ese aspecto, también la destreza de los protagonistas con el arco y las flechas remite a la puntería de Robin Hood, por ejemplo en la versión protagonizada por Jamie Foxx en 2018.
Con guion de Alex Garland, las altas dosis de violencia gore contribuyen a mantener la tensión constante, ofreciendo un drama post-apocalíptico brutal y conmovedor en el que destaca la profundidad emocional, así como la exploración de la moralidad y la supervivencia en un mundo devastado. Y aunque el final queda abierto (algo hasta cierto punto lógico, tratándose de una franquicia), la película logra expandir el universo de la saga de forma coherente y con entidad propia, explorando la convivencia de los supervivientes con el miedo décadas después del colapso, lo cual explica el desconocimiento de los más jóvenes respecto a tantísimas cosas anteriores a la expansión del virus.
Por lo demás estamos ante una propuesta impactante, ambientada en Escocia, en la que los interminables cúmulos de calaveras o la imponente presencia de los machos alfa, arrancando de cuajo las cabezas de sus víctimas (con espinazo incluido), quedarán probablemente grabadas durante bastante tiempo en la retina de los espectadores más aprensivos.
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