viernes, 18 de abril de 2025

Corrientes de amor (1984)




Título original: Love Streams
Director: John Cassavetes
EE.UU., 1984, 142 minutos

Corrientes de amor (1984) de John Cassavetes


La que sería la "última" película de Cassavetes (por lo menos su último proyecto personal) constituye un a modo de resumen de muchas de las constantes presentes a lo largo de su trayectoria como director. Así pues, volvemos a encontrar a Gena Rowlands en un papel de mujer con problemas psicológicos, esta vez en trámites de divorcio de Jack (Seymour Cassel) y buscando refugio en casa de un hermano (el propio Cassavetes, en sustitución de Jon Voight) cuya vida disoluta de escritor de éxito parece incompatible con el compromiso y la estabilidad familiar. De hecho, el rostro demacrado del protagonista hace pensar en todo momento en el adiós irremediable del también cineasta que lo interpreta.

Basada libremente en la obra teatral homónima de Ted Allan, Love Streams (1984) contó con la participación no acreditada de Peter Bogdanovich, quien dirigió algunas escenas de la película a petición de un Cassavetes que, cinco años antes de fallecer a consecuencia de una fatídica cirrosis, ya no se encontraba en muy buen estado de salud. Tal vez por ello, éste es el único de sus trabajos en el que no se filmó ninguna secuencia con cámara al hombro, rasgo típico y definitorio de su particular forma de rodar.



Asimismo, los interiores muestran, por enésima vez, el domicilio particular de los Cassavetes en la vida real, con ese cuadro del jugador de ajedrez que hemos visto colgando de la pared en tantísimos títulos de su filmografía. Un espacio de sobras familiar para el espectador habitual de sus filmes que, en esta ocasión, se verá invadido por la variopinta colección de animales (dos ponis, una cabra, un perro, un pato...) que la irreflexiva Sarah (Rowlands) le regala a su hermano Robert (Cassavetes). Y es que para esta última "el amor es una corriente: algo que nunca se detiene", lo cual explicaría el tormento en el que vive inmersa.

Robert, con su hedonismo superficialmente alegre, y Sarah, con su vulnerabilidad a flor de piel, son dos polos opuestos que se atraen y se repelen con una intensidad palpable. Sus interacciones, a menudo caóticas y dolorosas, revelan, sin embargo, la dificultad inherente de amar y ser amados en un mundo que, tal y como queda patente hacia el final, en la singular secuencia de la opereta onírica, parece diseñado para fomentar precisamente el aislamiento entre los seres humanos.



4 comentarios:

  1. En efecto, en cierto modo, una especie de compendio de trabajos anteriores.

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  2. Por alguna u otra razón nunca me metí en el cine de John Cassavetes como director.
    Luego de estas grandiosas reseñas empieza a picarme el bichito de la curiosidad y la avidez.

    Abrazos, querido amigo Juan.

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    1. Pues ármate de paciencia, Frodo, porque su cine no es precisamente "fácil". Aunque si de verdad estás interesado en descubrirlo, yo te sugiero que comiences por "Gloria".

      Un abrazo.

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