lunes, 12 de septiembre de 2022

El tiempo del lobo (2003)




Título original: Le temps du loup
Director: Michael Haneke
Francia/Austria/Alemania, 2003, 114 minutos

El tiempo del lobo (2003) de Michael Haneke


Nunca llega a saberse con certeza el motivo exacto del cataclismo que tiene lugar en Le temps du loup (2003). En un momento dado, los personajes apenas mencionan unas "dificultades pasajeras de abastecimiento". Y eso es todo. Sin embargo, y probablemente a causa de ese mismo desconocimiento, se apodera del espectador una angustiante sensación de vulnerabilidad semejante a la que padecen los personajes en la ficción. A fin de cuentas, si alguna vez llegáramos a un colapso de tales proporciones, el caos generalizado y la lucha feroz por la supervivencia tampoco nos permitirían conocer con detalle el origen de la catástrofe.

Tal vez sea ésta una de las películas más oscuras de Haneke, que ya es decir. Lóbrega en cuanto a iluminación y fotografía se refiere, pero también en sentido figurado por lo sombrío de un argumento que no nos da tregua de principio a fin del relato. Su tesis, si es que la tiene, coloca a la humanidad en una situación límite que cuestiona los principios más básicos de la civilización. Así las cosas, y enfrentado al trance de subsistir en un mundo inhóspito, el individuo queda reducido a un mero depredador y poco más.



De fondo resuena el eco lejano de Hobbes (1588-1679) y aquello de que "el hombre es un lobo para el hombre". Lo vemos una y otra vez en las continuas discusiones que sostienen los damnificados por tanta barbarie, constantemente expuestos a sufrir las consecuencias de la ley del más fuerte. Y es que bajo dichas circunstancias, un bidón de agua, una bicicleta o un simple encendedor dejan de ser objetos cotidianos para convertirse automáticamente en codiciadas pertenencias por cuya posesión la gente estaría dispuesta a matar si hiciese falta.

Por último, otra de las fuentes de inspiración de Haneke a la hora de escribir este filme, tal y como hemos señalado más de una vez, pudiera haber sido La vergüenza (Skammen, 1968) del sueco Ingmar Bergman. De hecho, ambas cintas abordan la eventual irrupción de la anarquía en un contexto hasta entonces apacible, como si intentasen advertirnos del carácter voluble de nuestra teóricamente sólida sociedad del bienestar. Queda por ver, el tiempo lo dirá, si ello obedece a la lógica de una distopía o si, por contra, se trata de una alarmante premonición de nuestro futuro inmediato.



4 comentarios:

  1. Esperemos, por nuestro bien, que no lleguemos a vivir estas circunstancias, no tengo nada claro que no se reprodujeran las situaciones que plantea el film.

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  2. Mi desconocimiento del cine de Michael Haneke, me denota cómo un perfecto ignorante.
    Hay tanto cine que te debo!

    Me gusta leer tus reseñas y seguir las huellas por dónde andas, amigo Juan.

    Abrazo grande

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    1. Muchas gracias por tu buena onda, Frodo. Lo cierto es que Haneke se ha ganado una merecida fama de cineasta controvertido. Échale un vistazo y verás como no te deja indiferente.

      Abrazos.

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