lunes, 24 de diciembre de 2018

Sobre ruedas (2018)




Título original: Tout le monde debout
Director: Franck Dubosc
Francia/Bélgica, 2018, 107 minutos

Sobre ruedas (2018) de Franck Dubosc


Con la pericia que caracteriza al cine comercial francés (factura impecable, guion bien escrito, localizaciones de lo más chic...), el actor Franck Dubosc debuta en la dirección gracias a una de esas comedias que vienen precedidas por su enorme éxito de taquilla en el país vecino. Lo cual no tiene nada de extraño, habida cuenta de que se sirve de una fórmula que les suele funcionar a las mil maravillas. 

Abrimos la coctelera y echamos una buena cantidad de protagonista en silla de ruedas con afán de superación (IntocableCon todas nuestras fuerzas...); acto seguido, se mezcla la parte proporcional de personaje que vive a costa de fingir lo que no es (Quiero ser italiano, Salir del armario...); finalmente, añadir actrices de enorme atractivo físico y mejores dotes interpretativas (Alexandra Lamy, Caroline Anglade...). Sírvase en forma de elegante trama de enredo, con diálogos brillantes, secundarios sobradamente experimentados (Gérard Darmon, Elsa Zylberstein...) y algún que otro cameo (François-Xavier Demaison haciendo de cura, el veterano Claude Brasseur como padre del protagonista...). Y si encima se estrena justo antes de Navidad, ¡mejor que mejor!

Florence (Alendra Lamy) interpretando el Adagio de Albinoni

Tout le monde debout (con el Sobre ruedas de la versión española se pierde la ironía del título original: "Todo el mundo de pie") posee los elementos necesarios para hacer las delicias del espectador medio, aunque también detalles dirigidos a paladares más exigentes. Como, por ejemplo, la escena en la que el caradura Jocelyn (Dubosc) y la bella Florence (Lamy) comparten una romántica cena en tête-à-tête y, de repente, el suelo se hunde hasta quedar ambos flotando sobre las aguas de la piscina que hay debajo. Recurso efectista, se nos dirá (y con razón), pero es que hay que fijarse en que el vestido de ella, rojo pasión, se abrirá progresivamente a su alrededor como lo hacía el de Juanita de Córdoba (Karin Dor) en Topaz (1969).

Los detractores de una película como ésta dirán que hay momentos en los que se vale de los mismos recursos que determinados formatos televisivos en boga (a saber: último grito en interiorismo como en Mi casa es la tuya o galanteo entre puretas a lo First Dates). También, que no deja de ser una comedia bienintencionada con el único objetivo de concienciar al personal sobre la necesidad de superar el concepto de discapacitado y la habitual dosis de compasión que lleva implícito. Cierto. Pero quien tenga amplitud de miras suficiente como para ver más allá, forzosamente habrá de rendirse ante el encanto de un filme hecho con el corazón.

Ángulo cenital inspirado en Topaz al que antes aludíamos

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