sábado, 15 de diciembre de 2018

Roma (2018)
















Director: Alfonso Cuarón
Méjico/EE.UU., 2018, 135 minutos

Roma (2018) de Alfonso Cuarón

La película de la que todo el mundo habla; la película que todo el mundo quiere ver... Y no tanto por un verdadero interés cinematográfico o incluso cinéfilo (al menos en España), sino como consecuencia de una hábil campaña de marketing: la plataforma con nombre de insecticida que produce el filme propaga el bulo de que éste únicamente estará en cartel durante unos días, y en contados locales, antes de que sólo pueda verse en streaming. Con lo que se acaba generando una expectación tan insólita como ingenua que hace que las entradas se agoten en cuestión de minutos: un servidor se encontró con el cartel de "No hay billetes" el pasado domingo nueve de diciembre, en la descomunal Sala 1 de los cines Verdi de Gracia (315 localidades), poco antes de las seis de la tarde, cuando aún faltaban tres cuartos de hora para que diese comienzo la sesión...

Una semana más tarde volvemos a la carga para darnos de bruces, ahora sí, con una obra maestra, filmada en soberbio blanco y negro, que contiene pequeños detalles propios de un gran cineasta: el avión que sobrevuela el patio y cuyo reflejo avanza en el agua que cubre el suelo, la frase que puede leerse en la camiseta de Fermín ("amor es... recordar tu primer beso") cuando se reencuentra con Cleo en la escena del atraco... Agudezas que, de momento, le han valido a Alfonso Cuarón el León de Oro del Festival de Venecia, más una larga lista de nominaciones que prometen una carrera repleta de éxitos para su fresco mejicano.



Aunque, de entre los muchos méritos que atesora Roma, quizá sea la cuidada dirección de arte, a cargo del tándem Benassini-Tello, aquél sobre el que convendría llamar especialmente la atención, toda vez que nunca es tarea fácil recrear el pasado con semejante grado de verosimilitud. Las calles, la forma de vestir, los muebles, incluso la manera de hablar o comportarse: todo se reconstruye fielmente para generar la ilusión de que de verdad nos encontramos frente a un pedazo de vida, un retrato certero de la sociedad azteca de hacia 1969 o 1970.

Un homenaje, en definitiva, a las mujeres que marcaron la infancia del realizador, con especial énfasis en la criada, ese ser de talla minúscula y enorme corazón que responde al nombre de Cleo. Pero también a la madre, abandonada por un marido del que ella intentará vengarse simbólicamente maltratando su auto. Elogio de un mundo que ya no existe, captado en no pocas secuencias mediante el uso reiterado del trávelin lateral, y en el que el paradisíaco microcosmos de la colonia Roma, leído al revés, nos da la clave, con un palíndromo genial, de qué es lo que necesita la familia protagonista: AMOR.


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