viernes, 21 de diciembre de 2018

Crimen perfecto (1954)




Título original: Dial M for Murder
Director: Alfred Hitchcock
EE.UU., 1954, 105 minutos

Crimen perfecto (1954) de Alfred Hitchcock


Al siempre sugestivo universo hitchcockiano se le añade este fin de semana el aliciente de las tres dimensiones por gentileza de la Filmoteca de Catalunya, que, en un intento por atraer nuevos espectadores a sus salas, ha tenido a bien incluir proyecciones en dicho formato en su ya de por sí variada programación. Y aunque el propio cineasta británico abominase de este tipo de experimentos (la versión en 3D de Crimen perfecto fue, de hecho, una imposición de la Warner) no puede negarse el encanto que tiene para cualquier cinéfilo de pro el que el espléndido brazo de Grace Kelly se prolongue más allá de la pantalla en demanda de auxilio poco antes de hundir unas tijeras en la espalda de su agresor.

Tal vez menos popular que sus frenéticos filmes de persecuciones, del que Con la muerte en los talones (1959) sea quizá el máximo exponente, Dial M for Murder contiene, sin embargo, la esencia del Hitchcock más claustrofóbico. Aquél que, como en La soga (1948) o, incluso antes, en Náufragos (1944), es capaz de urdir las más sofisticadas intrigas en el reducido espacio de un apartamento o de un bote salvavidas, respectivamente.



Y luego están los detalles de maestro: cómo el personaje de Ray Milland deja caer la carta sin tocarla para que su cómplice la recoja del suelo y, habiendo impreso sus huellas en el papel, la devuelva al interior del cartapacio; el sadismo de hacer que el asesino asesinado se desplome boca arriba para que se le claven aún más las tijeras... En fin, los vestidos que luce la cándida Margot y cuyo colorido inicial, con ese espectacular rojo pasión que lleva en la primera secuencia, se irá progresivamente oscureciendo conforme avance la acción.

Hablando del uso que hacía el viejo Hitch de los colores, se ha destacado con poca frecuencia el manifiesto valor simbólico que habitualmente les otorgaba, aprendido, sin duda, en la pintura expresionista. La misma que influyera, previamente, en el cine mudo alemán, es decir, la única y verdadera escuela que tuvo el Mago del Suspense. ¿O es que la M del título (en clara alusión al filme homónimo de Fritz Lang) no aparece debidamente destacada en rojo en los diferentes carteles publicitarios de la época? Y no sólo eso: en la escena en la que la esposa es formalmente acusada de asesinato (un primer plano, un tanto onírico, del rostro de Grace Kelly) el fondo se inunda gradualmente de violento carmesí, preludiando el arrebato desbocado de Vértigo (1958).


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