jueves, 2 de agosto de 2018

Ascensor para el cadalso (1958)




Título original: Ascenseur pour l'échafaud
Director: Louis Malle
Francia, 1958, 91 minutos

Ascensor para el cadalso (1958) de Louis Malle


Una trompeta con sordina desgrana sus notas sobre un fondo noctámbulo, levemente melancólico... No cabe duda: se trata de Ascensor para el cadalso. La música que Miles Davis improvisó para la película de Louis Malle —al parecer de un tirón, de once de la noche a cinco de la madrugada— quedará para la posteridad no sólo como una de las más bellas partituras de la historia del cine, sino, sobre todo, de la historia del jazz.

Aun así, la importancia del filme va, por supuesto, mucho más allá de su mítica banda sonora. Porque, a pesar de que en su momento fuese galardonado con el prestigioso premio Louis Delluc, todavía es hora de que se le reconozca la importancia que merece como verdadera piedra fundacional del nuevo cine francés. Apenas un año más tarde, Godard, gracias a la astuta operación generacional gestada en torno a À bout de souffle (1959), se llevaría la inmerecida gloria que hasta el día de hoy lo acredita como el tótem auspiciador de la Nouvelle vague.

Jeanne Moreau bromeando junto a Miles Davis

Sin embargo, el análisis pormenorizado de Ascenseur pour l'échafaud revela cómo buena parte de los logros atribuidos al genio suizo estaban ya presentes en una cinta magistralmente fotografiada en blanco y negro por Henri Decaë. ¿O es que acaso la joven pareja que roba el coche del protagonista no podrían haber sido Jean-Paul Belmondo y Jean Seberg?

Por lo demás, el presunto crimen perfecto que un oscuro oficinista y antiguo combatiente en Indochina (Maurice Ronet) está dispuesto a perpetrar contra el marido de su amante (Jeanne Moreau), que además es también su jefe, representa el vínculo de Malle con el otro eslabón en liza por aquellos años de escuelas, tendencias y grupúsculos: el cine negro de tradición americana que tan magistralmente supo aclimatar Jean-Pierre Melville a la realidad europea.


2 comentarios:

  1. Efectivamente, varios momentos del film de Malle anticipan otros de À bout de souffle. Vale como thriller y también como metáfora existencialista: el protagonista està solo encerrado en el ascensor y Jeanne Moreau está sola en las calles de París.

    Saludos.

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    1. Totalmente de acuerdo: fíjate si llegan a estar solos y aislados el uno del otro, que los protagonistas (aunque hablan por teléfono y se les ve juntos en alguna fotografía) no comparten ni una sola escena durante toda la película.

      Gracias por comentar y hasta pronto.

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