lunes, 11 de julio de 2016

Deliciosamente tontos (1943)




Director: Juan de Orduña
España, 1943, 78 minutos

Deliciosamente tontos (1943)

En la línea de las sofisticadas comedias americanas que triunfaban en aquel entonces en Hollywood y escrita por el mismo equipo de guionistas que, un año más tarde, estrenaría Ella, él y sus millones (Alfredo Echegaray, Juan de Orduña y Manuel Tamayo), Deliciosamente tontos estuvo protagonizada por Amparito Rivelles (Mary) y Alfredo Mayo (Ernesto), quienes ya habían trabajado juntos el año anterior en Malvaloca. Del resto del reparto destacan los secundarios habituales del cine español de los años cuarenta: Alberto Romea (Don José, tío de Mary, aquejado por sus cuantiosas pérdidas en el casino), Fernando Freyre de Andrade (el mayordomo Dimas) o Paco Martínez Soria en el papel de notario.

El argumento de esta típica producción Cifesa gira en torno a la cuantiosa herencia (veinte millones de reales de plata) que un eminente prócer cubano del siglo XIX dejó establecido que fuese a parar al primer matrimonio que surgiese de las familias Acevedo y Espinosa. Ya un año después de su fallecimiento, en 1843, se hace lo posible por juntar a María Espinosa con Ernesto Acevedo. Pero él bebe los vientos por una tal Margarita y ella anda prendada de un tal Rodolfo. Así que nanay... Aunque resulta que, cien años después, sus descendientes Mary y Ernesto serán la parejita "deliciosamente tonta" que cumpla de nuevo con los requisitos... siempre y cuando sean capaces de superar las numerosas trabas que vayan surgiendo.




De entrada, ella vive en Cuba y él en España. De modo que se casan por poderes. Pero es que el intrépido Ernesto, no teniendo bastante con semejante embrollo, envía la fotografía de su poco agraciado mayordomo en lugar de la suya para, acto seguido, volar a La Habana y volver a España en el mismo barco en el que viaja Mary junto a su tío y a don Cástulo (Miguel Pozanco)... El enredo, sin duda, está servido: Ernesto, haciéndose pasar por Dimas, será rebautizado como el "Salvaperros", el telegrafista (Aurelio Rodríguez y Rodríguez Gómez de la Escosura y Álvarez de Vaquero, genial personaje interpretado por Antonio Riquelme) "deleitará" al pasaje con sus ripios, el obtuso Capitán (Faustino Bretaño) hará de detective con la "ayuda" inestimable del sobrecargo sordo (Pedro Barreto)... Y así sucesivamente.

Hay que señalar que uno de los atractivos de una película como Deliciosamente tontos residía en el exotismo del elemento cubano, subrayado por las canciones de la banda sonora compuesta por Juan Quintero así como por los insertos de palmeras, vistas del océano y panorámicas de la perla del Caribe. Por otra parte, conviene no olvidar que era asimismo importantísimo cómo el lujo y la vida ociosa que llevan en su crucero estos personajes de la alta sociedad actuaban a modo de válvula de evasión para los espectadores de la posguerra. A fin de cuentas, como dirá Mary en lo que supone la moraleja de la historia: "El amor triunfará siempre sobre todas las cosas". ¿También sobre la miseria de la España autárquica?



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