sábado, 16 de julio de 2016

Camarote de lujo (1959)




Director: Rafael Gil
España, 1959, 88 minutos

Camarote de lujo (1959) de Rafael Gil


Luz de luna es una novela que Wenceslao Fernández Flórez publicó en 1915, en los inicios de su carrera literaria, y que varios decenios después llevaría a la gran pantalla Rafael Gil bajo el título de Camarote de lujo. La acción se centra en el joven Aurelio, un muchacho que abandona la aldea gallega en la que vivía con sus padres para ir a trabajar a La Coruña, concretamente en las oficinas de una compañía encargada de fletar los barcos repletos de emigrantes que parten rumbo a América.

El conflicto viene dado por el hecho de que Aurelio (Antonio Casal) es tan noble que no puede sufrir el trato que don Fabián (José Marco Davó) y Ernesto (Fernando Sancho) dispensan a las pobres familias que se ven en la obligación de tener que abandonar su tierra en busca de un futuro mejor. Y no son sólo las formas sino que además les cobran unos precios abusivos mediante sobresueldos y demás componendas.

No tardará, pues, Aurelio en verse de patas en la calle por intentar ayudar a un tal Juan Cadaval a obtener el pasaje que legítimamente le correspondía, con lo que darán comienzo sus quebraderos de cabeza.

Hay, al mismo tiempo, dos subtramas: la que tiene lugar en la triste pensión donde se hospeda Aurelio y en la que habitan tipos tan singulares como don Armando (Manolo Morán) o la hija de la propietaria, Elvira (Nelly Morelli), siempre enferma y, por otra parte, la relación amorosa que entablan Aurelio y su vecina Guadalupe (María Mahor). Mención aparte merece la escena del sueño, en el que Aurelio ve colmados sus deseos, en especial el de saciar su apetito de mermelada...

En definitiva, y pese a las apariencias de crítica social que pueda sugerir Camarote de lujo en una primera lectura, lo cierto es que si se examina con más detenimiento será fácil darse cuenta de que la película no plantea ninguna solución real ni para erradicar la pobreza que empuja a los gallegos a emigrar ni, mucho menos, para castigar a quienes especulan con la desesperación de los emigrantes. Por contra, todo se resuelve con una simple ensoñación en la que el lujo parece ser el remedio fácil que alivie sus penurias.

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