miércoles, 20 de julio de 2016

Al borde del peligro (1950)




Título original: Where the Sidewalk Ends
Ditector: Otto Preminger
EE.UU., 1950, 95 minutos

Al borde del peligro (1950) de Otto Preminger


Arranca Where the Sidewalk Ends y apenas han transcurrido los primeros compases cuando ya sabemos que va a ser una película extraordinaria en su género: unos pies avanzan, de noche y de izquierda a derecha, sobre la acera y, en el pavimento, aparecen escritos con pintura blanca los nombres de la pareja protagonista y el título. Alguien está silbando una melodía...

Puro cine negro en la que supondría la última colaboración entre Otto Preminger y los actores Dana Andrews y Gene Tierney. No es quizá tan célebre como Laura, Vorágine o ¿Ángel o diablo?, pero Al borde del peligro posee el encanto del equívoco: tanto es así que el sargento Mark Dixon es al mismo tiempo quien acaba resolviendo la investigación, pese a que antes ha matado, de forma accidental, al marido de la bella Morgan, de la que se enamora perdidamente. Es decir: que irá interpretando sucesivamente los papeles de héroe y de villano, con todas las complicaciones que ello conlleva, ya que el taxista y padre de Morgan será injustamente acusado del crimen.



De hecho, fue por tener la mano muy larga con los sospechosos que sus superiores lo degradaron dentro del cuerpo policial. Algo similar a lo que puso fin a la relación de Morgan, víctima de malos tratos, con su exmarido. Y encima Dixon está empeñado en cargarle el muerto (nunca mejor dicho) a Tommy Scalise (Gary Merrill), gánster propietario de una timba ilegal.

En realidad, el personaje al que da vida Dana Andrews es poseedor de una compleja psicología, toda vez que vive martirizado por el recuerdo de su padre, el cual siempre anduvo mezclado en turbios negocios, algunos de ellos precisamente con Scalise...

De ahí que, cuando al acabar la película las cosas parecen arreglarse tan fácilmente y la chica no tiene ningún inconveniente en caer rendida a los pies del chico y todos tan felices, a uno le queda la sensación de que la historia se ha cerrado en falso, que se ha cortado por lo sano con un final made in Hollywood y que la retorcida urdimbre de pasiones que se había ido tejiendo entre los personajes prometía dar mucho más de sí.



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