Título original: Husbands
Director: John Cassavetes
EE.UU., 1970, 142 minutos
![]() |
Maridos (1970) de John Cassavetes |
Tras el éxito obtenido con Faces (1968), Cassavetes volvía a dirigir una de esas películas en las que se tiene la sensación de que todo transcurre en tiempo real. Sólo que esta vez, al disponer de un presupuesto de un millón de dólares, dejaba de lado el blanco y negro y la cámara de 16 milímetros para lanzarse a producir el que sería su primer trabajo en color y en 35 mm. A grandes rasgos, Husbands (1970) aborda la crisis de los cuarenta de tres individuos que, pese a la posición holgada de la que disfrutan como respetables padres de familia, experimentan un profundo vacío existencial a raíz del fallecimiento repentino de un amigo común.
La escena de la borrachera, una larga secuencia en la que los protagonistas cantan y ríen a carcajadas como si no hubiese un mañana, resume a la perfección el espíritu de un filme cuya acción se sitúa a caballo entre Nueva York y Londres. En ese sentido, pudiera decirse que Harry (Ben Gazzara), Gus (Cassavetes) y Archie (Peter Falk) se lanzan desesperadamente a la que será la última cana al aire de sus respectivas y anodinas existencias. Y guiados por esa actitud, la del que sabe que apura lo poco que le queda de felicidad antes de claudicar definitivamente, terminarán en una habitación de hotel con otras tantas chicas de alterne.
![]() |
El filme llevaba como subtítulo: "Una comedia sobre la vida, la muerte y la libertad" |
Antes de eso, habremos visto a Harry acorralado por su esposa mientras ésta lo amenaza con un cuchillo. Quizá por ello es el que con más ímpetu se arroja a la aventura en una huida hacia adelante de consecuencias imprevisibles. Y de hecho será el único que se quede en Londres cuando sus compañeros de juerga, agobiados por la responsabilidad y un cierto remordimiento de conciencia, regresen a casa cargados de regalos y con el rabo entre las piernas.
Que el miedo a la muerte les haga aferrarse a la vida provoca que el trío de calaveras cuarentones se ponga a jugar a baloncesto o a corretear en plena calle como si fuesen adolescentes. Una exploración cruda de la masculinidad, en definitiva, que en su momento dividió a la crítica, pero que, al mismo tiempo, sentó las bases de un estilo interpretativo más realista, así como de una nueva narrativa, basada en improvisaciones, largas tomas, diálogos naturalistas y una estructura poco convencional.