lunes, 11 de agosto de 2025

Samantha (1963)




Título original: A New Kind of Love
Director: Melville Shavelson
EE.UU., 1963, 110 minutos

Samantha (1963) de Melville Shavelson


Todo lo que tiene de aparente elegancia y sofisticación lo tiene, a su vez, de superficial y tontorrón. Así es: A New Kind of Love (1963) no pasará a la historia precisamente por ser la mejor película protagonizada por el matrimonio Newman-Woodward. Muy al contrario, esta anodina comedia romántica, escrita y dirigida por el hoy olvidado Melville Shavelson, tira del recurso fácil de la batalla de sexos y de los típicos roles asociados a hombres y mujeres para explotar el gancho de la pareja de estrellas que encabeza su reparto.

Ella es una excéntrica diseñadora, nada femenina en su atuendo y modales, que se gana la vida plagiando los modelos expuestos en los escaparates más selectos de Nueva York para luego venderles la versión barata a las clases menesterosas. Él, en cambio, es un periodista deportivo que responde al perfil de mujeriego incorregible. Siendo tan opuestos, nada haría suponer que pudiesen acabar juntos...



Por exigencias del guion, la acción transcurre en ese París idílico, ciudad del amor, que el Hollywood clásico tanto ha frecuentado hasta mitificarlo. Equívocos, enredos y todos los clichés imaginables se encargarán del resto. Y aún así, pese a la sarta de situaciones inverosímiles de sus casi dos horas de duración, la película no está exenta de un cierto encanto iconoclasta.

En primer lugar, se salva la chispa de algunas réplicas, generalmente en boca de Thelma Ritter, cuyo personaje, la fiel ayudante enamorada del jefe (George Tobias) y que sufre en silencio la indiferencia que éste le dispensa, destila cinismo a raudales. Pero, al mismo tiempo, la idea de fondo que flota en todo momento consiste en parodiar los estereotipos del amor romántico, coqueteando incluso con la prostitución de lujo, para, por último, acabar estableciendo un inusual símil deportivo en el que los enamorados lo mismo aparecen ataviados como ciclistas, futbolistas o jugadores de rugby.



domingo, 10 de agosto de 2025

Hud, el más salvaje entre mil (1963)




Título original: Hud
Director: Martin Ritt
EE.UU., 1963, 100 minutos

Hud (1963) de Martin Ritt


La buena sintonía entre Paul Newman y el director Martin Ritt motivó que ambos decidieran fundar conjuntamente una productora cinematográfica cuyo nombre, tal vez en alusión a la caza de brujas macartista, sería Salem. En el primero de sus proyectos, un wéstern contemporáneo titulado Hud (1963), la estrella de Hollywood interpretaba a un tipo rudo, camorrista y mujeriego al más puro estilo tejano. Sin embargo, esa rebeldía sin causa aparente en la que vive instalado el personaje deja entrever la amargura que sobre él pesa al sentirse responsable de la muerte accidental de su hermano mayor.

Buena parte de ese sentimiento de culpa se lo ha transmitido su padre, el viejo Homer Bannon (Melvyn Douglas), hombre íntegro y respetable que se avergüenza del carácter díscolo del hijo. Con ellos vive Lonnie (Brandon De Wilde), nieto y sobrino, respectivamente, de los anteriores, y si bien el muchacho se siente en un principio atraído por la aparente seguridad de su tío, pronto demostrará que su temperamento se decanta más bien del lado recto del abuelo.



La nota femenina en aquella casa la pone Alma (Patricia Neal), cocinera madura e independiente por la que unos y otros experimentan una indisimulada atracción. En el caso del patriarca Bannon y de Lon, los sentimientos que les inspira la mujer son sobre todo de naturaleza maternal. En cambio, entre Hud y ella se establece una tensión sexual no resuelta de consecuencias imprevisibles.

Tres premios Óscar (para Douglas, Neal y a la fotografía en blanco y negro), de un total de siete nominaciones, certificaron el éxito de una película en la que se percibe el mismo tono crepuscular de, por ejemplo, Vidas rebeldes (The Misfits, 1961) de Huston. Así pues, el hecho de que los rancheros se vean obligados a sacrificar sus reses, en cumplimiento de lo que dictaminan las autoridades sanitarias, como también el precario estado de salud del viejo Bannon, augura no sólo la desintegración definitiva de una familia, sino el fin de una época y, lo que es más triste, el advenimiento de una sociedad más despiadada.



sábado, 9 de agosto de 2025

Cuando se tienen veinte años (1962)




Título original: Hemingway's Adventures of a Young Man
Director: Martin Ritt
EE.UU., 1962, 145 minutos

Cuando se tienen veinte años (1962)


El director Martin Ritt y el productor Jerry Wald se habían propuesto llevar a cabo, con la ayuda del guionista A.E. Hotchner, una gran superproducción en cinemascope y tecnicolor que tuviese como telón de fondo algunos de los relatos de Hemingway protagonizados por el personaje semiautobiográfico de Nick Adams. A tal efecto se pensó que el gran narrador norteamericano podría encargarse de leer él mismo las palabras con las que se abre y se cierra la película. Sin embargo, tal posibilidad se vio frustrada tras el fallecimiento del premio Nobel un año antes del estreno.

Las diez historias en cuestión fueron "Campamento indio", "El médico y su mujer", "El fin de algo", "El vendaval de tres días", "El luchador", "Una historia muy corta", "En otro país", "Ahora me acuesto", "La luz del mundo" y "Nunca te sentirás así". En cambio, la segunda parte de la película, ambientada en Verona durante la Primera Guerra Mundial, está inspirada en su célebre novela Adiós a las Armas, publicada originariamente en 1929 y objeto, a su vez, de otras dos adaptaciones cinematográficas, una a cargo de Frank Borzage, en 1932, y otra muy posterior, dirigida por Charles Vidor y John Huston en 1957.



El papel principal corrió a cargo de Richard Beymer, quien se mete en la piel de un joven que, harto de unos padres hiperprotectores y deseoso de demostrar su valía, decide huir de casa rumbo a Nueva York. Los muchos contratiempos a los que deberá hacer frente a lo largo de su periplo representan, en cierta manera, una auténtica escuela de la vida gracias a la cual Nick se irá curtiendo poco a poco hasta que, en un último alarde de valentía, el joven decide alistarse como voluntario en las filas del ejército italiano. Ya en la ciudad de Romeo y Julieta, convaleciente de unas graves heridas de guerra, el teniente vivirá una apasionada historia de amor junto a la enfermera Rosanna (Susan Strasberg).

Con un metraje de dos horas y media, Hemingway's Adventures of a Young Man (1962) responde a unas características muy similares a las de otras producciones de la época como, por ejemplo, La conquista del Oeste (1962). De ahí la inclusión en el reparto de grandes estrellas aunque sólo sea para un breve papel anecdótico. Tal es el caso de Paul Newman, camuflado bajo un aparatoso maquillaje mediante el cual se transforma en un viejo boxeador, falto de luces, que ha terminado viviendo en la indigencia. En realidad, el actor ya había interpretado a ese antihéroe en la televisión algunos años antes, por lo que quiso permitirse el capricho de volver momentáneamente a sus orígenes antes de continuar con una carrera meteórica.



viernes, 8 de agosto de 2025

La casa (2024)




Director: Álex Montoya
España, 2024, 78 minutos

La casa (2024) de Álex Montoya


La casa (2024), adaptación de la novela gráfica de Paco Roca, gira en torno a tres hermanos que, tras la muerte de su padre, se reúnen en la antigua residencia familiar con la intención de decidir qué es lo que van a hacer con dicha propiedad. Aunque lo que comienza como una simple tarea práctica (limpiando el jardín y arreglando desperfectos) se irá convirtiendo gradualmente en un viaje emocional al pasado, desenterrando recuerdos, viejas rencillas y el peso de las ausencias.

A este respecto, la cinta del valenciano Álex Montoya constituye un ejercicio de nostalgia y duelo, una oda a los hogares que nos definen y a los recuerdos que perduran, una advertencia de que los lugares no son sólo estructuras de ladrillo, sino sobre todo depósitos de vida, testigos silenciosos de nuestros pasos. De ahí que la casa sea un personaje más, depositaria de memorias que se niega a soltar, pues cada rincón, cada mueble, cada grieta en la pared evoca una historia, un momento de felicidad o de dolor.



Visualmente, los flashbacks mediante los cuales se muestran todos esos instantes del pasado adoptan la apariencia de filmaciones en súper-8, con lo que el efecto nostálgico se hace aún más evidente. De tal modo que el espectador tiene ocasión de reconstruir la historia de los personajes, así como los lazos que les unen. Eso y la minimalista banda sonora de Fernando Velázquez realzan el carácter emotivo de una película en la que abundan los sentimientos a flor de piel.

A nivel de guion, lo más interesante es que el final queda relativamente abierto, sin que sepamos a ciencia cierta si se contempla una posible marcha atrás en la intención de vender la finca. Queda claro, eso sí, que el fin de semana que han pasado juntos ha servido para que Jose (David Verdaguer) y Vicente (Óscar de la Fuente) limen asperezas pese a lo distintos que son. Y también para que la nieta del difunto (María Romanillos) sienta un interés creciente por el lugar, con lo que hay margen para la esperanza.



jueves, 7 de agosto de 2025

Un perro llamado Dolor (2001)




Director: Luis Eduardo Aute
España, 2001, 90 minutos

Un perro llamado Dolor (2001) de Aute


Los más de cuatro mil dibujos de que consta Un perro llamado Dolor (2001), hechos a lápiz por el propio Luis Eduardo Aute durante un período de cinco años, conforman un universo fascinante sin palabras cuya esencia conecta de pleno con el espíritu de los muchos artistas que lo inspiraron. Así pues, la impronta de las Pinturas negras de Goya o incluso de sus Caprichos, del Guernica de Picasso o del surrealismo daliniano, por poner sólo algunos ejemplos, se hace palpable de principio a fin de una película tan original como inclasificable.

Por otra parte, también salta enseguida a la vista la influencia de otros genios admirados por Aute, siendo Buñuel y Lorca los más evidentes en ese sentido. De hecho, el propio título de la cinta supone ya una clara alusión a Un chien andalou (1929), si bien contaminada con múltiples referencias, de las que el goyesco Perro semihundido parece la más clara. Influjo vanguardista, por lo tanto, el de esta pequeña genialidad, aderezada con la envolvente música de Suso Saiz, que desgraciadamente pasó sin pena ni gloria en el momento de su estreno, hace de esto ya un cuarto de siglo.



Al mismo tiempo, quizá podría aventurarse un cierto parecido con la cinta de animación francesa La planète sauvage (1973) de René Laloux, si bien la ausencia de colorido por la que opta Aute pone de manifiesto una naturaleza muchísimo más sobria. Parece como si el cantautor, con alma de cineasta, hubiese querido traducir a imágenes los fantasmas que pueblan su subconsciente, valiéndose de un lenguaje onírico que resulta hermoso a la vez que críptico.

Siete retratos en total que llevan como subtítulo "El artista y su modelo" y cuyo autor, en una advertencia preliminar que aparece impresa en pantalla, no duda en calificar de "fantasía libertaria". El adjetivo, ciertamente, se ajusta al contenido de un experimento visual repleto de alusiones de tipo sexual y en el que se dan cita estampas tan dantescas como la cabeza de Trotski siendo perforada por la hoz comunista ante la mirada atónita de Frida Kahlo.



miércoles, 6 de agosto de 2025

Josep (2020)




Director: Aurel
Francia/España/Bélgica, 2020, 75 minutos

Josep (2020) de Aurel


Ambientada en febrero del 39, cuando miles de republicanos españoles buscaban refugio en Francia, Josep (2020) es otra de esas pequeñas joyas que la animación europea, sin duda más artesanal que la americana o la asiática, produce de vez en cuando. Su director, Aurélien Froment (o simplemente Aurel, como suele firmar), nació en Ardèche en 1980 y debutaba con esta historia basada en la figura del dibujante catalán Josep Bartolí i Guiu (1910-1995).

Aun así, no estamos ante un biopic convencional, sino que los hechos en los que se inspira se ven de algún modo ficcionalizados. A tal efecto, se introduce una trama paralela cuyos protagonistas son los descendientes del supuesto gendarme bondadoso que, contraviniendo las órdenes de sus superiores, se apiadó de Bartolí durante la estancia de éste en los campos de concentración donde, como tantos otros exiliados, fue recluido por las autoridades francesas.



Adornada con las voces, entre otros, de Sergi López y Sílvia Pérez Cruz, quien también se encarga de la música, la cinta se caracteriza por el estatismo de unas ilustraciones mediante las que, además de dejar constancia del sufrimiento de los vencidos, se reflejan a su vez las ensoñaciones del protagonista con su prometida, de la que no ha vuelto a tener noticias desde que dejó Barcelona, e incluso con la mítica Frida Kahlo, compañera sentimental del susodicho, ya durante su exilio en Méjico.

A consecuencia de esa doble trama a la que antes nos referíamos, la acción salta continuamente del pasado al presente, lo cual da pie a un interesante paralelismo o contraste entre el compromiso de aquellos que todo lo perdieron por defender sus ideales y la indiferencia e incluso el olvido en el que dicha lucha terminaría cayendo. Sin embargo, ese mismo planteamiento da pie a una emotiva relación entre el gendarme, ya moribundo, y su nieto, aficionado también al dibujo como Bartolí y, por lo tanto, responsable de mantener viva, en lo sucesivo, la memoria histórica.



martes, 5 de agosto de 2025

Dulce pájaro de juventud (1962)




Título original: Sweet Bird of Youth
Director: Richard Brooks
EE.UU., 1962, 120 minutos

Dulce pájaro de juventud (1962) de Richard Brooks


Tras haber permanecido durante más de un año en los escenarios de Broadway, con un total de 375 representaciones, parecía lógico que el rotundo éxito cosechado por Dulce pájaro de juventud se tradujera en su correspondiente adaptación cinematográfica. Y así sucedió, sin duda, siendo de nuevo Richard Brooks, al igual que en La gata sobre el tejado de zinc (1958), el encargado de dirigirla. Asimismo, buena parte del elenco, encabezado por Paul Newman y Geraldine Page, volvió a interpretar los mismos papeles que en la versión teatral.

Tal vez lo más destacable de la puesta en escena ideada por Brooks sean los flashbacks que nos permiten rescatar vivencias anteriores de los personajes, lo cual posee enorme trascendencia tratándose de seres fatalmente marcados por su pasado. Por eso es tan importante para Chance (Newman) el regreso a su localidad natal, St. Cloud, donde le quedaron tantísimas cuentas por ajustar, o en el caso de Alexandra del Lago (Page) una adicción a las drogas y al alcohol que no es sino un mecanismo de defensa para evadir la realidad y protegerse de la angustia que le produce su condición de actriz en decadencia.



Por otra parte, y pese a que se optó por endulzar mínimamente el contenido de una historia ya de por sí turbia, el personaje central seguía siendo un individuo reprobable, especie de gigoló sin escrúpulos, aunque con aspiraciones a convertirse en estrella de cine a costa de Alexandra quien, a su vez, se aferra a él como una forma de prolongar la fantasía de juventud y vitalidad. A este respecto, resulta especialmente patética la secuencia en la que el susodicho implora a su protectora que le recomiende a la influyente personalidad que la vieja gloria atiende en aquel momento al teléfono.

No obstante, las estrictas normas que por aquel entonces se observaban en Hollywood en materia de censura motivaron diversos cambios respecto al texto original de Tennessee Williams. Así pues, en lugar de contraer una enfermedad venérea, la cándida Heavenly (Shirley Knight) se ve obligada a abortar. Y al bueno de Chance Wayne no lo castran, sino que "simplemente" le rompen la nariz. Además, ambos huyen juntos al final de la película, dejando atrás la irrespirable atmósfera represiva impuesta por Boss Finley (Ed Begley, Óscar al mejor secundario), con lo que la industria zanjaba la cuestión mediante su habitual happy ending.



lunes, 4 de agosto de 2025

El buscavidas (1961)




Título original: The Hustler
Director: Robert Rossen
EE.UU., 1961, 134 minutos

El buscavidas (1961) de Robert Rossen


La tensión que se respira continuamente en The Hustler (1961) propicia que sus personajes adopten una actitud reflexiva cuya principal consecuencia es el tempo cadencioso que impera en no pocas escenas. A este respecto, el filme de Robert Rossen, quizá la máxima expresión cinematográfica de lo que significa el mundo del billar (con permiso de la posterior El color del dinero), capta magistralmente la idiosincrasia de unos jugadores que viven con suma intensidad cuanto acontece sobre el paño de la mesa.

Al mismo tiempo, la magnífica fotografía en blanco y negro de Eugen Schüfftan (agraciada con un premio Óscar), así como la banda sonora de inspiración jazzística compuesta por Kenyon Hopkins contribuyen enormemente a recrear una atmósfera claustrofóbica en la que la codicia de las apuestas y demás congojas de cuantos allí se dan cita, regadas abundantemente con alcohol, se acaban imponiendo sobre lo que sería la simple dinámica de las partidas.



En su papel de "Fast" Eddie Felson, uno de los más célebres de toda su carrera, Paul Newman logra llegar al fondo del alma de un individuo muchísimo más vulnerable de lo que su imagen de confianza en sí mismo pudiera dar a entender. De ahí que el tipo acabe manteniendo una relación sentimental con la todavía más inestable Sarah (Piper Laurie), ya que, en el fondo, ambos son dos seres extremadamente frágiles. Y por esa misma regla de tres, Eddie caerá en las redes del malévolo Bert Gordon (George C. Scott), especie de diablo que lo tienta con la promesa de hacerle ganar mucho dinero.

Nos hallamos, así pues, ante una obra maestra indiscutible que trasciende los límites de lo que sería un mero drama deportivo para convertirse en un profundo estudio psicológico y social con ligeros tintes de neonoir. En esa misma línea, su protagonista comparte ciertos rasgos con el arquetipo del héroe trágico, quien, a diferencia de la serenidad de un Minnesota Fats (Jackie Gleason), se deja arrastrar por la fatalidad de su ambición y arrogancia. Por eso la omnipresente mesa de billar, escenario sobre el que se deciden el fracaso o la gloria, pudiera ser vista como metáfora de la propia existencia, con sus carambolas y giros imprevistos.



domingo, 3 de agosto de 2025

Un día volveré (1961)




Título original: Paris Blues
Director: Martin Ritt
EE.UU., 1961, 98 minutos

Un día volveré (1961) de Martin Ritt


Aparte de una novela de Juan Marsé, Un día volveré fue también, y mucho antes, el título con el que se estrenó en España Paris Blues (1961), entrañable drama romántico en blanco y negro (de los que ya no se hacen) ambientado en los clubs de jazz de la capital francesa. Duke Ellington se encargó de su excelente banda sonora y el trompetista Louis Armstrong interpreta un pequeño papel de estrella que es recibida en olor de multitudes. El reparto lo encabezaban Paul Newman y su esposa, Joanne Woodward, en una época en la que el matrimonio, pareja de moda en Hollywood, llegó a coprotagonizar una decena larga de películas.

El argumento, a partir de un relato de Harold Flender, gira en torno a dos jóvenes turistas norteamericanas (Diahann Carroll y Joanne Woodward) que llegan a la ciudad para pasar unas vacaciones y terminan enamorándose de dos compatriotas (Sidney Poitier y Paul Newman) que residen allí desde hace años ganándose la vida como saxofonista e intérprete de trombón, respectivamente. El romance entre ambas parejas, que pasean noche y día por los enclaves más típicos de la geografía parisina, desde las inmediaciones de Notre-Dame a orillas del Sena hasta el Sacré Cœur y Montmartre, servirá como pretexto para abordar de fondo otros asuntos de mayor calado, como por ejemplo la drogodependencia o la cuestión racial.



Sin embargo, enseguida se hace evidente que la química entre los cuatro funciona circunstancialmente, pero que no podría prolongarse en una relación duradera. A fin de cuentas, tanto Ram (Newman) como Eddie (Poitier) se han habituado a una vida bohemia en Europa que les proporciona la libertad y el respeto de los que difícilmente gozarían en Estados Unidos. Ellas, en cambio, pasado el primer flirteo, demandan una estabilidad que los jazzmen ni pueden ni quieren ofrecerles.

En un primer momento se barajó la posibilidad de contar la historia de una pareja interracial, algo que los estudios descartaron de inmediato ante el temor de que dicho tema, tabú en la sociedad norteamericana de aquel entonces, generase el rechazo por parte del público. En su lugar se optó por una solución mucho más convencional, además de repartir el protagonismo entre dos parejas (en la novela sólo había una). Y así, una vez que se deshace la magia, cada cual regresa a su rutina. Dando muestras de genialidad, la puesta en escena de Martin Ritt culmina con unos operarios que tapan el enorme cartel de Wild Man Moore (Armstrong) para colocar encima un anuncio de enciclopedias Larousse: sutil metáfora de la gloria y los amores pasajeros.



sábado, 2 de agosto de 2025

Éxodo (1960)




Título original: Exodus
Director: Otto Preminger
EE.UU., 1960, 208 minutos

Éxodo (1960) de Otto Preminger


Ari Ben Canaan se acercó andando muy lentamente hasta encontrarse delante de Kitty. Y mirándola fijamente a los ojos cayó de rodillas, le rodeó la cintura con los brazos y apoyó la cabeza contra su cuerpo. Ari Ben Canaan lloraba. ¡Sonido extraño y terrible el de sus sollozos! En aquel momento su alma se derramaba al exterior, llorando por todas las veces que en su vida no había osado llorar. Sollozaba con un pesar sin límites. Kitty apretaba la cabeza de Ari contra su cuerpo, le acariciaba el cabello y murmuraba palabras de consuelo.

Leon Uris
Éxodo
Traducción de Baldomero Porta

Cualquiera se pone a comentar Éxodo (1960) con la que está cayendo en Gaza. Y, sin embargo, sorprende lo poco que han cambiado las cosas al cabo de los años. En todo caso, han ido a peor. Dicho lo cual, parece lícito preguntarse si es que la condición humana no tiene remedio. En fin...

Con sus tres horas y media de duración, la cinta que nos ocupa, inequívocamente pro-sionista, supuso el primer trabajo de envergadura de Paul Newman tras dejar la Warner. Aunque hubo quien cuestionó si el actor era el candidato idóneo para encarnar a un líder judío, crítica que también se hizo extensiva a otros miembros del reparto como Eva Marie Saint o Sal Mineo, quien optó al Óscar a mejor secundario por su papel de Dov Landau.



Se ha dicho también que la novela de Leon Uris carecía de interés desde un punto de vista literario y que tanto Otto Preminger como su guionista Dalton Trumbo, rehabilitado por el director de origen vienés pese a haber figurado en las listas negras del macartismo, hicieron esfuerzos ímprobos por borrar el marcado sesgo antibritánico del texto original.

Con todo y con eso, no puede negarse la fuerza dramática de una superproducción épica, controvertida donde las haya, cuya primera parte se centra en la angustiante odisea de los miles de refugiados que esperan a bordo de un barco (otro tema de candente actualidad: tampoco en esto hemos avanzado mucho) y la segunda, ya en suelo palestino, aborda los intríngulis de la lucha armada en el espinoso camino que condujo a la creación del Estado de Israel.



viernes, 1 de agosto de 2025

Desde la terraza (1960)




Título original: From the Terrace
Director: Mark Robson
EE.UU., 1960, 150 minutos

Desde la terraza (1960) de Mark Robson


Superproducción en cinemascope de la Twentieth Century-Fox magistralmente dirigida por el canadiense Mark Robson (1913-1978), con guion de Ernest Lehman a partir de la novela homónima de John O'Hara y una excelente banda sonora de Elmer Bernstein. Como en tantas ocasiones por aquellos años, el reparto de From the Terrace (1960) volvía a estar encabezado por Paul Newman y Joanne Woodward, pareja de moda en Hollywood que replicaba en la pantalla su rol de marido y mujer.

Cuando Alfred Eaton (Newman) regresa a casa de sus padres tras haber participado en la Segunda Guerra Mundial, se encuentra con un panorama desolador: una madre alcohólica y adúltera (Myrna Loy) y un padre autoritario y eternamente malhumorado (Leon Ames) que no ha superado la muerte de su hijo mayor y espera (y aun exige) que Alfred trabaje con él dirigiendo la fábrica familiar. Pero el joven tiene sus propios planes, por lo que pronto emprende el vuelo en busca de nuevos horizontes con la firme decisión de hacer fortuna.



Ni que decir tiene que, con semejante planteamiento, los personajes obedecen a una lógica bastante plana, de modo que Mary St. John (Woodward), sus padres y el clan de los MacHardie responden a un perfil arrogante, incluso reaccionario, que promueve sacrificar la propia felicidad en aras de la estabilidad empresarial, mientras que en el hogar de los Benzinger, en cambio, se respira una cordialidad, ajena al pragmatismo neoyorquino, que enseguida seduce a Alfred. Sobre todo cuando descubre en Natalie (Ina Balin) la ternura que hasta entonces no había conocido.

En realidad, de lo que habla la película es de cómo los matrimonios de conveniencia garantizan la buena marcha de los negocios, aunque rara vez proporcionen la felicidad. Y de cómo el divorcio es un gran invento que, en las sociedades modernas, permite deshacer los compromisos adquiridos para, si se presenta la ocasión, volverse a casar después, a ser posible por amor. Asimismo, y en última instancia, la cinta también encierra una profunda reflexión en torno a la idea de que en la vida no todo pasa por el éxito profesional, sino que más vale rodearse de gente con principios antes que venderse para llegar a lo más alto.



jueves, 31 de julio de 2025

La ciudad frente a mí (1959)




Título original: The Young Philadelphians
Director: Vincent Sherman
EE.UU., 1959, 136 minutos

La ciudad frente a mí (1959) de Vincent Sherman


Otro de esos títulos "menores" que Paul Newman protagonizó a finales de la década de los cincuenta fue The Young Philadelphians (1959), adaptación cinematográfica de un célebre best seller que giraba en torno al prometedor abogado Anthony Judson Lawrence. De hecho, la voz en off del protagonista nos da a entender, en la secuencia que abre la película, que la acción arranca incluso antes de su nacimiento, concretamente el día en el que su madre se casa con un rico heredero de la ciudad.

Todo lo que vendrá después, en la más pura tradición de lo que sería una novela río o de aprendizaje, se centra en el ascenso social, no exento de obstáculos, del ambicioso Lawrence (Newman), desde sus días en la universidad hasta que logra hacerse un hueco en uno de los bufetes más prestigiosos de Filadelfia, pasando antes por la guerra de Corea. Asimismo, mantiene un breve pero apasionado romance adúltero con la joven esposa de su jefe (interpretada por Alexis Smith).



Aunque lo que en realidad preocupa al personaje, aparte de sus orígenes humildes, es su relación con Joan (Barbara Rush), muchacha algo antojadiza y de buena familia a la que conoce por accidente cuando ambos son apenas unos críos y con la que se irá reencontrando periódicamente a lo largo de los años según dispongan los caprichosos vaivenes del destino.

Como en todo drama de trasfondo jurídico que se precie, habrá un juicio, hacia el final, con intensos y acalorados debates en el que el brillante letrado defiende de una acusación de asesinato a su mejor amigo (Robert Vaughn, candidato al Óscar a mejor actor secundario por este papel).



miércoles, 30 de julio de 2025

Leer Lolita en Teherán (2024)




Título original: Reading Lolita in Tehran
Director: Eran Riklis
Israel/Italia, 2024, 108 minutos

Leer Lolita en Teherán (2024) de Eran Riklis


Adaptación del libro homónimo de Azar Nafisi, Reading Lolita in Tehran (2024) se articula en distintas partes que transcurren en momentos clave de la historia reciente de aquel país. Así pues, la acción arranca en 1979, justo cuando la Revolución Islámica ha triunfado y algunos iraníes residentes hasta entonces en el extranjero, como la protagonista, deciden regresar a su tierra natal "pese a las advertencias". Sobre todo si, como es el caso, se trata de una profesora universitaria de literatura inglesa.

El trágico devenir de los hechos marcará irremediablemente la trayectoria de Azar (Golshifteh Farahani), aunque eso no significa que ésta se resigne a aceptar su destino como si tal cosa, sin oponer una mínima resistencia. Lo cual, tratándose de una mujer inteligente y con carácter como ella, se traduce en que trasladará al salón de su casa el pensamiento crítico que no le permiten transmitir en las aulas.



Las clases particulares de Azar congregan a un grupo heterogéneo de mujeres, de distintas edades y condición, pero todas ellas con el denominador común de necesitar un espacio de libertad, por pequeño que sea, en el que librarse del dichoso hiyab y demás restricciones impuestas por el estricto régimen de los ayatolás. A este respecto, conviene no perder de vista que estamos hablando de una película israelí, por lo que la intencionalidad a la hora de juzgar los métodos de uno de sus enemigos históricos parece más que evidente.

Aun así, quizá lo más interesante del planteamiento sean los continuos paralelismos entre las novelas comentadas por las alumnas y la situación política que en aquel preciso instante se vive en las calles de la capital. Así pues, las páginas de El gran Gatsby, Orgullo y prejuicio o la pecaminosa Lolita de Nabokov darán pie a preguntas, a menudo incómodas o incluso comprometedoras, pero también a hondas reflexiones en torno a la condición humana.



martes, 29 de julio de 2025

Un marido en apuros (1958)




Título original: Rally 'Round the Flag, Boys!
Director: Leo McCarey
EE.UU., 1958, 106 minutos

Un marido en apuros (1958) de Leo McCarey


Comedia bobalicona en clave patriótica al servicio de la pareja del momento, unos Paul Newman y Joanne Woodward que se habían casado no hacía mucho y que (sobre todo él) tenían por delante una brillante y dilatada carrera. Sin embargo, si se prestaron a protagonizar Rally 'Round the Flag, Boys! (1958) fue más por obligaciones contractuales con los estudios que no porque el guion, a partir de una novela de Max Shulman, fuese nada del otro mundo.

Aun así, no cabe duda de que la presencia explosiva de Joan Collins como secundaria aporta una chispa que salva, por momentos, la química de no pocas escenas. Su papel consiste básicamente en intentar seducir al marido en teoría ideal que interpreta Newman, un oficial en la reserva que ve con estupor cómo su esposa (la susodicha Woodward) se compromete una y otra vez en mil causas benéficas que la alejan del idílico retiro que la pareja ansía disfrutar en un hotel.



Pese a lo intrascendente del argumento, la película dibuja un telón de fondo en el que está muy presente la carrera armamentista en plena guerra fría, así como el temor de los vecinos de una pequeña y apacible localidad de provincias, Putnam's Landing, de que el ejército instale en sus inmediaciones una base donde tiene previsto ensayar un programa secreto con misiles nucleares.

El resto, el enredo que dora la píldora, por así decirlo, se basa en las discusiones matrimoniales de unos cónyuges que ven cómo su estabilidad familiar se está yendo al traste por culpa de las interferencias de un entorno más tóxico de lo que a priori cabía pensar. El ultraconservador y ultracatólico Leo McCarey, por cierto, aprovecha así para hacer apología de la familia, la educación de los hijos y el ejército estadounidense, cuyos altos mandos aparecen retratados con candor y simpatía.



lunes, 28 de julio de 2025

Köln 75 (2025)




Director: Ido Fluk
Alemania/Polonia/Bélgica, 2025, 112 minutos

Köln 75 (2025) de Ido Fluk


Quien se enfrente a la experiencia de ver Köln 75 (2025) tendrá la sensación de estar disfrutando de varias películas a la vez. Comienza como si fuese un documental, después de un falso arranque en el que la protagonista, rompiendo la cuarta pared, decide rebobinar y comenzar de nuevo. Luego se convierte en una especie de biopic sobre Vera Brandes, la adolescente que hace medio siglo logró la proeza de organizar el mítico concierto de Keith Jarrett en Colonia. Pero también es la historia de un reportero freelance que trabaja para una revista de jazz y pretende entrevistar, cueste lo que cueste, al esquivo pianista. Cada una de esas tramas posee entidad propia dentro del conjunto, de modo que la música no es el único tema abordado, sino que también se habla bastante de tensiones familiares, ya sea entre hermanos o entre padres e hijos.

La actriz Mala Emde (Fráncfort, 1996) se mete en la piel de la intrépida promotora que inicia su carrera prácticamente a escondidas, como si de un juego se tratase, en el sótano de la clínica dental de su padre (Ulrich Tukur). Pese a la oposición familiar, la joven demuestra una tenacidad a prueba de bombas hasta salirse con la suya, primero montando una gira para Ronnie Scott (Daniel Betts) y más tarde afrontando el difícil reto de convencer al huraño Jarrett (John Magaro) para que actuase en el Kölner Opernhaus ante un público de casi mil quinientas personas.



Lo insólito de cuanto aquí se relata (y cien por cien verídico, según atestiguan las crónicas) es que el intérprete, por aquel entonces un joven de apenas veinte años, improvisó durante más de una hora tocando un modesto piano que hasta pocos minutos antes de que diese comienzo el recital estaba estropeado. De hecho, buena parte de la tensión dramática del filme que nos ocupa reside en los estresantes preparativos y en las incontables vicisitudes a que debe hacer frente Vera para dar con el ansiado piano de cola Imperial Bösendorfer que el artista había solicitado como condición sine qua non para salir al escenario.

Y, sin embargo, y como ya apuntábamos más arriba, la película es mucho más que eso. Constituye, por ejemplo, un retrato generacional en cuya banda sonora, más que jazz, suenan clásicos del Krautrock alemán como CAN, cuyo hipnótico "Mother Sky" se escucha de fondo durante varios minutos. Asimismo, pudiera decirse que el realizador Ido Fluk rescata del olvido la heroicidad de una mujer, empoderada avant la lettre, que supo hacerse un hueco en un mundo eminentemente masculino. Hasta el extremo de que su determinación dio como resultado uno de los discos más vendidos de la historia.



Les irresponsables (2025)




Título en español: Las irresponsables
Directora: Laura Mañá
España, 2025, 91 minutos

Les irresponsables (2025) de Laura Mañá


La directora y actriz Laura Mañá da muestras de un enorme talento para la comedia en Les irresponsables (2025), especie de vodevil moderno en torno a un grupo de mujeres cuyas respectivas existencias, siempre al servicio de los demás, parecen haber llegado a un callejón sin salida. Tres perfiles muy distintos que, sin embargo, llegarán a encajar y complementarse durante un disparatado fin de semana en el que puede pasar (y de hecho ocurre) de todo.

Aparte de los recursos propios del género, con réplicas geniales en unos diálogos que no tienen desperdicio, tanto la música incidental como determinados efectos de sonido contribuyen a generar una atmósfera muy cercana a la de los cartoons de dibujos animados. Lo cual le viene muy bien a una película que, en el fondo, plantea cuestiones mucho más serias de lo que a priori cabría pensar.



Andrea (Àgata Roca) se enfrenta a la cruel situación de ser relegada como entrenadora después de haberlo conseguido todo al frente de su equipo de fútbol. En especial porque el presidente del club, el típico garrulo con pasta, pretende convertirla en la ayudante del nuevo técnico; su hermana Lila (Laia Marull), veterinaria de profesión, atraviesa una fase depresiva porque cree que Gus (Jordi Sánchez) la ha dejado para irse con su mejor amiga; por último, Núria (Betsy Túrnez) se refugia en una fantasía romántica con un apuesto italiano para huir de su triste realidad de logopeda harta de niños maleducados.

Las tres protagonistas tienen en común que han llegado a un punto de no retorno, cada cual por diferentes vías, del que de pronto deciden salir haciendo el máximo ruido posible. Aunque para ello tengan que arrasar la preciosa casa inteligente, repleta de cotizadas obras de arte y demás objetos de valor, que les han prestado. Todo un embrollo, adaptación de la pieza teatral homónima del argentino Javier Daulte, con el que en realidad se pretende abordar la relación entre amigas y hermanas que, en lugar de ceder a los envites del edadismo y la menopausia, optan por plantarle cara sin complejos.



domingo, 27 de julio de 2025

La gata sobre el tejado de zinc (1958)




Título original: Cat on a Hot Tin Roof
Director: Richard Brooks
EE.UU., 1958, 108 minutos

La gata sobre el tejado de zinc (1958)


Cat on a Hot Tin Roof (1958) responde a un planteamiento eminentemente teatral cuyos personajes permanecen recluidos en espacios interiores donde hablan, discuten e incluso llegan a las manos conforme las palabras van subiendo de tono. Como todo el mundo sabe, se trata de la adaptación cinematográfica de una pieza del estadounidense Tennessee Williams (1911-1983), autor célebre por la intensidad dramática que solía imprimir a sus obras.

Previamente, el montaje de Broadway había cosechado un éxito notable y algunos de los miembros del reparto original (caso de Burl Ives, en el papel de Big Daddy, o Madeleine Sherwood, en el de prolífica e insoportable nuera) repitieron ante las cámaras a las órdenes del director Richard Brooks. En cambio, para Paul Newman y Elizabeth Taylor, por aquel entonces estrellas emergentes, la película supuso la consagración definitiva de sus respectivas carreras, convirtiéndose, gracias a sus excepcionales interpretaciones, en uno de los títulos míticos de la filmografía de ambos.



De un modo u otro, todos los miembros de la familia protagonista cargan con una pesada mochila de vivencias traumatizantes, generalmente por razones afectivas o sexuales. Así pues, Brick (Newman) se refugia en la bebida en busca de consuelo tras el suicidio de su mejor amigo, lo cual provoca, a su vez, que su insatisfecha esposa (Taylor) busque en vano las caricias de un marido que la culpa de lo sucedido. Ni que decir tiene que la homosexualidad latente que se adivina en el origen de dicho conflicto quedó por completo atenuada debido a las presiones de una industria para la que ese tipo de relaciones constituía un tema tabú.

Mucho más que un melodrama sureño sobre la disfunción familiar, el mérito de la cinta reside en sus sutilezas, en las capas de significado que se despliegan bajo la superficie de la confrontación abierta. A pesar de las limitaciones impuestas por el Código Hays, se logra preservar gran parte de la mordacidad original, utilizando el subtexto y la simbología para explorar temas como la soledad compartida, la represión, la identidad sexual y la fragilidad de las apariencias.