sábado, 20 de septiembre de 2025

Miniaturas (2011)




Director: Jonás Trueba
España, 2011, 36 minutos



Durante muchos años Miniaturas (2011) ha quedado sistemáticamente excluida de la filmografía oficial de Jonás Trueba, quizá porque el propio cineasta la considera una obra menor, fruto del momento de transición que estaba atravesando cuando la concibió. Aun así, y pese al carácter experimental de la misma, la pieza fue incluida en su día entre los extras del DVD de Todas las canciones hablan de mí (2010). Y en fechas más recientes incluso se han llevado a cabo proyecciones públicas de un documento que el benjamín de la saga realizó con las múltiples grabaciones obtenidas mediante la cámara de tres píxeles de un modesto teléfono móvil.

A lo largo de su más de media hora de duración se pueden apreciar hasta doce de esas miniaturas simultáneamente en pantalla. Instantes de la vida cotidiana en los que se puede apreciar al director deambulando por las calles de Madrid o Nueva York, así como al resto de personas que por aquel entonces integraban su círculo más íntimo, ya sea la actriz Bárbara Lennie o el cineasta Javier Rebollo. También sus padres o su tío David aparecen fugazmente en esa vorágine de imágenes que apresaban, sin que él fuese del todo consciente, las inquietudes de un autor que, tiempo después y gracias a Los ilusos (2013), firmaría su primer trabajo independiente.

viernes, 19 de septiembre de 2025

On Falling (2024)




Título en español: Al caer
Directora: Laura Carreira
Reino Unido/Portugal, 2024, 104 minutos

On Falling (2024) de Laura Carreira


Ahora que Ken Loach se encuentra oficialmente retirado de la dirección, su productora, en la que participa a medias con el guionista Paul Laverty, pretende promocionar la carrera de nuevos cineastas que llenen el vacío que deja el realizador inglés en el campo de las películas de temática social. A este respecto, On Falling (2024) recuerda en muchos niveles, tanto estéticos como éticos, a la obra de su ya mencionado mentor. Su directora, la portuguesa afincada en Escocia Laura Carreira (Oporto, 1994), expone el despiadado proceso de alienación de una compatriota que, como ella, también reside en dicha región del norte británico.

Aurora (Joana Santos) lleva una existencia desprovista de cualquier tipo de aliciente en su trabajo como picker (recogiendo productos específicos de un almacén para preparar pedidos que luego serán enviados a clientes o tiendas) en un enorme centro de distribución. Día tras día, entre pasillos interminables, escáneres, códigos de barras y objetivos de productividad, Aurora realiza una tarea que, aunque física, está dominada por reglas inhumanas.



Asimismo, su vida fuera del almacén transcurre en un apartamento compartido con otros migrantes, polacos y españoles, donde la soledad pese a la compañía, las conversaciones triviales y la rutina se vuelven muros que la aíslan de los demás. Sólo el móvil parece ofrecer alguna posible conexión ante tanta frialdad, aparte de ocasionales salidas con sus compañeros de piso.

Aunque la incomunicación que padece Aurora llega a tal extremo que la sombra del suicidio comienza a flotar a su alrededor como única vía de escape. De ahí que todo le recuerde esa posibilidad, desde las sogas que se hallan entre los pedidos que revisa a diario hasta las cicatrices en la muñeca de la esteticista que la ayuda a maquillarse antes de una decisiva entrevista de trabajo. Pero la presión ambiental puede más que ella, por lo que la caída del título (“Falling”) puede entenderse como la erosión de una misma, pero también como el límite al que hay que asomarse para resistir, para no perder la conciencia de lo que uno es.



Jone, a veces (2025)




Título original: Jone Batzuetan
Directora: Sara Fantova
España, 2025, 80 minutos

Jone, a veces (2025) de Sara Fantova


La vida de la protagonista de Jone, a veces (2025) gira casi exclusivamente en torno a sus amigas y a su familia. Huérfana de madre desde edad muy temprana, le toca ahora tomar la iniciativa en casa, ya que tiene una hermana pequeña y su padre se encuentra cada día más limitado físicamente a causa de una enfermedad degenerativa. 

Aunque llegan las fiestas de Bilbao y la joven participa de las celebraciones junto con el resto de su cuadrilla. Momentos de euforia estival que le permiten evadirse temporalmente de sus preocupaciones e incluso entablar una relación con Olga, una camarera algo mayor que ella. No obstante, el padre (Josean Bengoetxea) tiene claro que no quiere convertirse en una carga para sus hijas, por lo que decide iniciar los trámites de su testamento vital, algo que a Jone (Olaia Aguayo) le cuesta muchísimo asimilar.



Los insertos de imágenes domésticas de la propia Jone cuando era apenas una cría no sólo sirven para rescatar la presencia de la madre, de la que sólo escuchamos la voz, sino que refuerzan también la ternura de la niña que fue, en abierta antítesis con la veinteañera que ha terminado siendo. Procedimiento al que, ya en los títulos de crédito finales, se vuelve a recurrir mediante fotos de cuando eran pequeños cada uno de los miembros del equipo de rodaje.

Con un estilo ágil, fresco, la puesta en escena de la prometedora ópera prima de Sara Fantova, a partir de un guion escrito, entre otros, por Núria Dunjó, incide en aspectos clave de lo que sería el día a día de una joven vasca de hoy. De hecho, la mayoría de críticas destacan la honestidad emocional de la película por la forma en que retrata el amor juvenil, la enfermedad del padre y hasta la tensión o contraste entre lo que serían los festejos de la Aste Nagusia (o Semana Grande bilbaína) y el drama familiar que vive la protagonista.



miércoles, 17 de septiembre de 2025

David Gilmour Live at the Circus Maximus, Rome (2025)




Título en castellano: David Gilmour en vivo en el Circo Máximo de Roma
Director: Gavin Elder
Reino Unido, 2025, 150 minutos

DG en vivo en Roma (2025) de Gavin Elder


Pues sí, amigos: de nuevo uno de los Floyd ofrece su música en vivo a través de las pantallas de algunas selectas salas de cine. Y si en julio era Waters quien nos deleitaba desde Praga, ahora le toca el turno a David Gilmour desde las inmortales ruinas del circo romano. Dos únicos pases, como ya hiciera su ex compañero y hoy rival, en lo que se intuye como la manera que tiene Sony, actual propietaria del catálogo de la banda británica, de promocionar los trabajos en solitario de sus antiguos integrantes.

Poco nuevo que destacar, en realidad, respecto al concierto de Gilmour en Pompeya de hace ocho años, si no es la presencia de su hija Romany en el escenario y unas cuantas canciones de su último álbum, Luck and Strange (2024), en el repertorio. Por lo demás, la dirección vuelve a estar a cargo de Gavin Elder y los clásicos de la época dorada de Pink Floyd, desde "Time" hasta "Whish You Were Here", pasando por "Comfortably Numb" y su memorable solo de guitarra como colofón, van cayendo uno tras otro como no podía ser de otra manera.



Sin embargo, hay que rendirse a la evidencia y aceptar que aunque el casi octogenario Gilmour se mantiene en bastante buena forma, el tiempo no perdona y conviene dosificar fuerzas. De ahí que en varias ocasiones a lo largo del concierto el veterano guitarrista ceda el protagonismo a Ben Worsley, un tipo que toca como Gilmour, canta como Gilmour, pero no es Gilmour…

Se recuperan temas de la etapa post Waters de Pink Floyd, como "Sorrow", y hasta cuatro canciones de The Division Bell (1994). Y en esa misma línea, la nostalgia hace acto de presencia con "Fat Old Sun", del álbum Atom Heart Mother (1970), llegando a su punto álgido, en uno de los momentos más emotivos de la noche, gracias a una portentosa y minimalista versión (sin batería) de "The Great Gig in the Sky", complementada, a continuación, con "A Boat Lies Waiting", en lo que supone un sentido homenaje a Rick Wright, fallecido en 2008.

Y bien: si el hombre comienza con unas palabras al principio en las que no tiene pelos en la lengua para afirmar, medio en broma medio en serio, "Me llamo David Gilmour y soy una jodida leyenda", termina en cambio la velada mucho más comedido, agradeciendo públicamente el apoyo incondicional de su esposa y letrista Polly Samson.



martes, 16 de septiembre de 2025

Eddington (2025)




Director: Ari Aster
EE.UU./Reino Unido/Finlandia, 2025, 148 minutos

Eddington (2025) de Ari Aster


Tal y como ya sucedía en Beau is Afraid (2023), el tándem Ari Aster-Joaquin Phoenix vuelve a proporcionarnos una experiencia cinematográfica de lo más intenso gracias a la muy estimable Eddington (2025), recreación en clave tremendista de la sociedad americana durante la pandemia por Covid-19 de hace cinco años. En ese sentido, el trasfondo que se intuye en la pequeña localidad de Nuevo Méjico en la que transcurren los hechos dibuja un panorama marcado por la crispación continua a través de las redes, ya sea en el marco de conflictos raciales o políticos.

Joe Cross, el sheriff al que da vida Joaquin Phoenix, responde a un perfil que sería el prototipo de individuo dispuesto a todo con tal de permanecer en el cargo e incluso llegar a más, cueste lo que cueste. De ahí el pulso encarnizado que mantiene con el alcalde Ted Garcia (Pedro Pascal) para arrebatarle el control de la ciudad. Que sus métodos no sean precisamente los más ortodoxos aporta momentáneamente un cierto toque cómico que la realidad, tras el advenimiento de la era Trump, nos recuerda que no es ninguna broma.



Por eso la etiqueta de wéstern moderno con la que casi unánimemente está siendo recibida semejante propuesta en el mundo entero se queda corta para definir una cinta cuyo sentido último apunta en la dirección del miedo, la paranoia y la amenaza que surge en momentos de extremismo político y polarización. Asimismo, el personaje de Emma Stone, al igual que su madre, una mujer enfermizamente obsesionada con teorías conspirativas de todo tipo, representan cómo la posverdad y la manipulación informativa pueden arraigar en el seno de una sociedad aparentemente democrática.

De todo lo cual se deduce una crítica clara a la radicalización de ideologías, tanto de derecha como de izquierda, y a la forma en que el miedo al “otro” convierte a vecinos en enemigos. Una ciudadanía más pendiente de grabar y difundir con sus teléfonos móviles lo que ocurre a su alrededor que de participar activamente en la vida pública para evitar el colapso de las instituciones. Algo que, a su vez, conecta con una visión demoledora de la masculinidad tradicional, autoritaria, que cree poder controlar el entorno mediante su fuerza o carisma, pero que termina desmoronándose ante la complejidad de un mundo al borde del abismo.



sábado, 13 de septiembre de 2025

El cautivo (2025)




Director: Alejandro Amenábar
España/Italia, 2025, 134 minutos

El cautivo (2025) de Alejandro Amenábar


La "polémica" de la que viene precedida El cautivo (2025) resulta un tanto exagerada tratándose de una película que, desde el punto de vista estrictamente cinematográfico, no deja de ser una simple recreación histórica, correcta y hasta cierto punto interesante, pero poco más. Su director, el mismo Amenábar que, tras deslumbrar en los inicios de su carrera con ejercicios de suspense de la altura de Tesis (1996), Abre los ojos (1997) o Los otros (2001), hace ya tiempo que tomó otros derroteros más grandilocuentes y, lamentablemente, menos exitosos a nivel comercial.

Aun así, la cinta que nos ocupa, debidamente adornada con una dirección de fotografía de tintes terrosos, a cargo de Álex Catalán, que remite a la pintura del Renacimiento y la ya habitual banda sonora del propio Amenábar (que también es compositor, conviene no olvidarlo), contiene no pocas referencias a la vida y la obra de Cervantes. Por ejemplo en esa pareja de mercedarios, uno altísimo y enjuto (interpretado por César Sarachu, el mismo actor que en su día se hizo célebre gracias a su papel de Bernardo en la serie televisiva Cámera café) el otro orondo y paticorto, que son la viva imagen de Don Quijote y Sancho.



Estamos en el Argel de 1575 y Miguel de Cervantes Cortina, apodado "Saavedra" ('el del brazo roto') entre los lugareños, tiene a la sazón 28 años. Su habilidad para contar historias, a menudo engarzadas unas en otras, en un típico juego cervantino, le granjeará las simpatías de sus compañeros de cautiverio y hasta del bajá Hasán (Alessandro Borghi), un renegado de origen veneciano que se encapricha de él. Pero como el "manco" de Lepanto no es precisamente un principal, pese a la carta de Juan de Austria que obra en su poder, parece difícil que alguien se aventure a pagar el rescate por un don nadie.

Puede que el rigor histórico brille por su ausencia. O que la presunta homosexualidad del futuro Príncipe de los Ingenios y loor de las letras castellanas incomode entre determinados sectores retrógrados. Lo que resulta evidente es que Alejandro Amenábar ha sabido generar debate a partir de un episodio poco explorado para que se hable lo suficiente de su película y así obtener otro éxito de taquilla. Aparte de Julio Peña en el papel protagonista, destacan Miguel Rellán como viejo cronista y Fernando Tejero como fraile intrigante.



jueves, 11 de septiembre de 2025

El hombre de Mackintosh (1973)




Título original: The MacKintosh Man
Director: John Huston
Reino Unido/EE.UU./Irlanda, 1973, 98 minutos

El hombre de Mackintosh (1973) de John Huston


Son varios los motivos que hicieron de The MacKintosh Man (1973) un filme fallido. Digamos, para empezar, que se trata de una película un tanto extraña, que hay algo en ella que no termina de encajar. De entrada por lo confuso de su argumento, en el que Paul Newman, un actor estadounidense, interpreta a un agente británico que se hace pasar por un ladrón australiano para vigilar de cerca a un espía ruso y finalmente terminar en Irlanda y luego Malta, donde la actriz francesa Dominique Sanda le da un pasaporte canadiense falso.

Se rumorea que el propio Walter Hill, único guionista oficial de entre la maraña de manos que intervinieron en la escritura del libreto, se avergonzaba un poco del engendro que había acabado siendo lo que en un principio estaba previsto que fuese la adaptación de una novela de Desmond Bagley, The Freedom Trap. De hecho, ni siquiera parece que el viejo Huston demostrase excesivo interés por el proyecto durante un rodaje en el que Newman, a pesar de la admiración que le profesaba, llegó a sentirse decepcionado ante la desidia del cineasta.



Aun así, dentro de lo poco que se salva de semejante despropósito cabe mencionar la interpretación de James Mason, metido en la piel de un lord británico que, aparte de gran orador, resulta que es también un agente a las órdenes de Moscú. Desde su primera aparición, de hecho, el actor eleva cada escena con su sola presencia y, aunque su personaje carezca de momentos espectaculares o monólogos dramáticos, es la clase de intérprete que podía sugerir de todo con un simple parpadeo, algo que aquí demuestra con creces.

Gestada en plena Guerra Fría, en un momento en el que el cine británico de espionaje buscaba reflejar el desencanto y la ambigüedad moral propios de aquel conflicto ideológico entre bloques, la cinta se inscribe en la tradición gris y cínica del realismo a lo John le Carré, donde los agentes secretos no son héroes, sino piezas prescindibles en un tablero político opaco. Estrenada en el contexto de un Reino Unido marcado por crisis económicas, tensiones internas y el descrédito institucional, expresa ese clima de sospecha y desgaste, mostrando un mundo donde la traición no es una anomalía, sino una herramienta más del sistema. Así pues, la trama, enredada y pesimista, encaja perfectamente con la atmósfera de desilusión que marcó el fin de la era del espionaje romántico y el inicio de una visión mucho más turbia y burocrática del poder.



martes, 9 de septiembre de 2025

Romería (2025)




Directora: Carla Simón
España, 2025, 114 minutos

Romería (2025) de Carla Simón


Todo parece indicar que Carla Simón cierra un ciclo con Romería (2025). Un tríptico que engloba sus trabajos precedentes, Estiu 1993 (2017) y Alcarràs (2022), para culminar el proceso de indagación en las raíces de su propia familia. A este respecto, la directora ya ha dicho públicamente que su próximo proyecto girará en torno al mundo del flamenco y habrá que estar muy atentos para ver hacia dónde evoluciona la obra de una de las autoras más notables de nuestro actual panorama cinematográfico.

De Romería, en concreto, destaca la apariencia de diario filmado mediante el que Marina (Llúcia Garcia) deja constancia de su particular viaje a Galicia en busca de respuestas que le permitan reconstruir cómo fueron realmente sus padres y en qué condiciones pasaron sus últimos años de vida. Circunstancias que fueron edulcoradas, cuando no directamente silenciadas, por el resto de familiares debido al tabú que rodeaba al sida y al mundo de la drogodependencia.



La base de las diferentes impresiones de la protagonista, debidamente presentadas con su correspondiente número y epígrafe, procede del epistolario que dejó escrito su madre, compuesto por numerosas cartas de cuyo contenido, leído en off, se desprende la vida un tanto desordenada y siempre al límite de una joven de costumbres libérrimas en la España de los años ochenta. Así pues, lo que en principio tenía que ser un simple trámite administrativo para que la protagonista pueda optar a una beca universitaria se acaba convirtiendo en un verdadero revulsivo que le ayudará a recomponer y atar muchos cabos sueltos de su hasta entonces enigmático pasado familiar. 

Dicho proceso no sólo implica que la joven indaga entre los más allegados de su entorno, sino que gradualmente (en lo que supone uno de los principales aciertos de la película) la puesta en escena se adentra en terrenos ligeramente oníricos en los que Marina logrará visualizar a sus padres cuando éstos eran apenas una pareja que tomaba el sol en las terrazas o correteaba a orillas de la playa de su juventud radiante. Todo ello engarzado en una estructura narrativa no lineal en la que la mirada reflexiva convive con la invención poética.



lunes, 8 de septiembre de 2025

April (2024)




Título original: აპრილი
Directora: Déa Kulumbegashvili
Georgia/Italia/Francia, 2024, 134 minutos

April (2024) de Déa Kulumbegashvili


Ardua tarea la de abordar el siempre controvertido tema de la interrupción voluntaria del embarazo en un país de profundas convicciones cristianas como es la Georgia postcomunista. Reto que la cineasta Déa Kulumbegashvili (Oriol, Rusia, 1986) afronta con entereza no exenta de atrevimiento. A este respecto, los planos fijos larguísimos, los silencios de los personajes mirando fijamente a cámara o las acciones y diálogos que quedan fuera de campo constituyen los recursos más notables de una caligrafía concebida para captar la tensión que flota en el ambiente.

Consciente de la trascendencia de su oficio y pese a la presión ambiental, Nina (Ia Sukhitashvili) ejerce la obstetricia con la firme voluntad de garantizar los derechos reproductivos de unas mujeres que acuden a ella a través de la consulta del hospital o, sobre todo, visitándolas a domicilio y de forma fraudulenta, en las condiciones más sórdidas imaginables.



El peligro al que unas y otra se exponen entraña consecuencias para su salud, por supuesto, pero también para su propia integridad física, teniendo en cuenta que tanto las autoridades civiles como las religiosas consideran un delito gravísimo el hecho de atreverse a abortar. Tal vez por ello, la efigie deforme de un ser monstruoso pulula parsimoniosamente en la penumbra de algunas escenas, quién sabe si en alusión a los fetos malogrados o al sentimiento de culpa que arrastran algunos personajes.

Aunque, según parece, es Nina la que, a juzgar por la crudeza de su comportamiento en materia sexual (proponiendo a desconocidos que encuentra en su camino que mantengan relaciones con ella), quien manifiesta mayores remordimientos de conciencia. A fin de cuentas sus superiores, todos hombres, la someten a un continuo juicio sumarísimo que de algún modo termina haciendo mella sobre su autoestima. Aun así, ella no cede en su empeño, de la misma manera, curioso paralelismo visual, que los campesinos que lanzan cohetes para dispersar las nubes de tormenta.



domingo, 7 de septiembre de 2025

El juez de la horca (1972)




Título original: The Life and Times of Judge Roy Bean
Director: John Huston
EE.UU., 1972, 120 minutos

El juez de la horca (1972) de John Huston


The Life and Times of Judge Roy Bean (1972) ejemplifica hasta qué punto el Hollywood de principios de los setenta había dejado de tomarse en serio a sí mismo. De ahí ese aire caricaturesco que impregna la puesta en escena de John Huston de principio a fin de una película que es al wéstern lo que el vodevil a la tragedia clásica. Efectivamente, los códigos del género quedan aquí revertidos en aras de una comicidad que no es sino la cara amable de eso que comúnmente se ha denominado "tono crepuscular".

Por otra parte, la particular forma que tiene el protagonista de aplicar la ley en sus dominios refleja, a su vez, el carácter excéntrico de un cineasta, el mismo Huston que previamente había dirigido El tesoro de Sierra Madre (1948) o Vidas rebeldes (1961), que para aquel entonces ya estaba de vuelta de todo. En ese sentido, la cinta que nos ocupa no sólo desafía las convenciones establecidas, sino que las deconstruye con un lenguaje visual y narrativo cargado de ironía, lirismo y una nostalgia profundamente ambigua.



Aun así, lo que resulta realmente innovador del guion de John Milius no es sólo su capacidad para mezclar lo épico con lo absurdo, sino su osadía al estructurar la historia como una serie de viñetas que se sienten casi como capítulos de una leyenda contada por un borracho lúcido. Por consiguiente, el juez Roy Bean, interpretado con una mezcla de brutalidad encantadora y socarronería extravagante por Paul Newman, no es tanto una figura legendaria como un símbolo mutable: juez, forajido, mártir, tirano y, finalmente, un eco romántico de un mundo que nunca existió tal como se cuenta.

En realidad, lo más fascinante del personaje es que parece celebrar y ridiculizar el mito del wéstern en la misma jugada. No se trata de una parodia ni de un homenaje ciego: es más bien una meditación excéntrica sobre cómo los mitos fundacionales de Estados Unidos fueron construidos a partir de excesos, errores y versiones altamente idealizadas de la realidad. Por eso Roy Bean no es tanto un héroe trágico ni un villano redimido, sino más bien una invención viva del tipo de historia que el cine ha solido contar para autolegitimarse.



sábado, 6 de septiembre de 2025

Los indeseables (1972)




Título original: Pocket Money
Director: Stuart Rosenberg
EE.UU., 1972, 102 minutos

Los indeseables (1972) de Stuart Rosenberg


Si lo que se proponía la productora de Paul Newman con esta película era reeditar el éxito de anteriores filmes protagonizados por la estrella, tales como La leyenda del indomable (1967) o Dos hombres y un destino (1969), lo cierto es que el tiro les salió por la culata. Porque ni hubo sintonía entre el actor y su compañero de reparto, Lee Marvin, lo cual se percibe en la pantalla, ni la cinta logró atraer la atención del público y la crítica. De ahí que se pueda decir que, en muchos aspectos, Pocket Money (1972) fue un proyecto fallido.

El aire crepuscular que rezuma la fotografía terrosa del húngaro László Kovács, en el marco de un paisaje cuya aridez abarca desde el desierto de Arizona hasta las polvorientas llanuras mejicanas, contrasta con un ligero toque humorístico puesto al servicio de dos perdedores de vida errática. En realidad, tanto Jim (Newman) como Leonard (Marvin) forman una pareja despareja cuya química es menos cómica que melancólica, reflejando una masculinidad en proceso de derrumbe.



Bajo la superficie de la desaliñada puesta en escena late una crítica sutil al sueño americano y una elegía a los vínculos masculinos condenados a desaparecer en el contexto de un mundo en continua transformación. No es casual, por tanto, que fuese Terrence Malick quien escribiese la historia, pues ya entonces anticipaba su fascinación por los personajes que se disuelven en la vastedad del paisaje, por los seres que caminan hacia ninguna parte, cargando con su soledad como único equipaje.

Por otra parte, el interés de Stuart Rosenberg por los individuos marginales le llevó a plantear su propia exploración del desencanto en la que la descomposición del mito americano aparece disfrazada bajo la apariencia de una buddy movie ambientada en el Oeste moderno. Así pues, su mirada resulta seca, casi impasible, como si contemplara a sus personajes con una mezcla de ternura y distancia crítica. Algo que la elección del formato panorámico contribuye a subrayar, enmarcando la errancia existencial de estos dos hombres fuera de lugar, fuera de tiempo.



miércoles, 3 de septiembre de 2025

Hada (2023)




Director: Àlex Mañas
España, 2023, 83 minutos

Hada (2023) de Àlex Mañas


Lleno total en los Cines Girona, con gente incluso sentada por el suelo, en el pase de hoy de Hada (2023). Su director, Àlex Mañas, ya hace tiempo que se hizo un nombre como dramaturgo y así lo atestiguan piezas teatrales como Algo (2005) o Amanda T (2018). Fue precisamente una vivencia relacionada con esta última, basada en el caso real del suicidio de una joven canadiense, la que le inspiró el tema central de su ópera prima cinematográfica.

Y es que la cinta de Mañas, protagonizada por alumnos del último curso de interpretación de la Escuela superior de arte dramático Eòlia de Barcelona, surgió a raíz de haber sabido éste que una antigua jugadora de su equipo de baloncesto (pues antes de dedicarse profesionalmente al teatro, Mañas había ejercido de entrenador en un colegio) se había quitado la vida tiempo después de asistir a una de las representaciones de Amanda T en el TNC.



En la ficción (cuyo guion es obra igualmente del cineasta), el vacío que esa persona deja en quienes la conocieron se traduce en multitud de dudas y preguntas sin respuesta. También en un sentimiento de culpa difícilmente soportable, motivo por el que unos y otros buscarán sus propias estrategias para sobrellevar el duelo como buenamente puedan.

Dejando de lado lo que podría haber sido una aproximación más dramática al tema, la película opta, en cambio, por un tono sobrio y realista en el que destacan las interpretaciones profundas de todo el reparto. Unos jóvenes, cada cual lidiando con el dolor que les genera una pérdida tan dolorosa como inexplicable, que se dan cita en el cementerio de Montjuïc para dedicarle el último adiós a la amiga que se fue demasiado pronto y sin dar explicaciones.



martes, 2 de septiembre de 2025

Misterioso asesinato en la montaña (2024)




Título original: Un ours dans le Jura
Director: Franck Dubosc
Francia/Bélgica, 2024, 109 minutos

Misterioso asesinato en la montaña (2024)


El bueno de Franck Dubosc hace ya tiempo que se especializó en producciones más o menos humorísticas, dirigidas y protagonizadas por él mismo y, por ende, hechas a su medida. En esta ocasión, sin embargo, propone una comedia macabra de tintes paródicos cuyo título original (Un ours dans le Jura: "Un oso en los montes Jura") se ha traducido en España con un simple y anodino Misterioso asesinato en la montaña (2024).

A grandes rasgos, el guion, coescrito entre el propio Dubosc y Sarah Kaminsky, bebe del imaginario de filmes como Fargo (1996), aunque sin llegar al extremo de incomodar excesivamente a unos espectadores habituados al tono amable de anteriores proyectos del director e intérprete francés. A cambio, las situaciones, por más crudas que puedan resultar, arrancan multitud de carcajadas a lo largo de sus casi dos horas de hilarante metraje.



Aparte de las diversas carambolas que propician que un sencillo vendedor de abetos de Navidad y su esposa se encuentren de sopetón con dos millones de euros en su haber, la película plantea una serie de temas de fondo como esa entrañable reivindicación de los modestos frente a la insufrible prepotencia de los soberbios. De ahí el lema de la hormiga que, contra todo pronóstico, se acaba tragando a la ballena.

En resumidas cuentas, el humor negro y los dilemas morales a los que deben enfrentarse los protagonistas sobre qué hacer con el dinero dejan entrever una sociedad fragmentada en el seno de una Francia profunda y abandonada institucionalmente. Al mismo tiempo, el oso simboliza la naturaleza que irrumpe en lo cotidiano: esa realidad gris de un medio rural en el que todos se conocen y cuya única vía de escape, tan deprimente como sugestiva, es un club de intercambio de parejas.



lunes, 1 de septiembre de 2025

Profesor Stanley Deen (2023)




Título original: Brave the Dark
Director: Damian Harris
EE.UU., 2023, 112 minutos

Profesor Stanley Deen (2023) de D. Harris


Es más que probable que Brave the Dark (2023) suscite no pocas reticencias entre algunos espectadores. Mayormente porque la factura del filme, dirigido por Damian Harris a partir de un caso real, se halla muy cerca de esas horrendas ficciones televisivas que abundan en las sobremesas de los fines de semana. Aun así, ello no impide que posea, al mismo tiempo, aspectos destacables que a continuación detallamos.

Su protagonista (Jared Harris: hermano, por cierto, del director de la película) es uno de esos profesores verdaderamente implicados en su labor docente. Valorado y aun querido en la pequeña comunidad en la que transcurren los hechos, lleva casi toda una vida impartiendo clases de teatro en un típico centro de enseñanza secundaria (de esos con taquillas en los pasillos) de la Norteamérica profunda. En cambio, Nate (Nicholas Hamilton) responde al perfil de alumno rebelde, aparentemente sin causa, que tarde o temprano termina por meterse en problemas.



Cuando ello finalmente se cumple, la policía local no duda en irrumpir en las aulas para, ante la mirada atónita de profesores y compañeros, detener al chaval y llevárselo preso. A partir de ese momento, Deen moverá cielo y tierra hasta conseguir que Nate vuelva al buen camino. Lo cual pasa por convencer previamente a los demás de que, pese a que nadie daría un duro por alguien cuya actitud violenta lo convierte en potencialmente peligroso, merece la pena darle una oportunidad.

El hecho de que Deen se lleve a casa a su protegido le acarrea no pocos dolores de cabeza, si bien el afecto y el ascendente positivo del maestro acabarán surgiendo efecto para que Nate supere el bloqueo derivado de las vivencias traumáticas de su infancia. En definitiva, se trataría de otro ejemplo más de buenrollismo académico, en la línea de Los que se quedan (2023) o incluso la más clásica El club de los poetas muertos (1989), pero con unos resultados más de andar por casa.



domingo, 31 de agosto de 2025

Casta invencible (1971)




Título original: Sometimes a Great Notion
Director: Paul Newman
EE.UU., 1971, 114 minutos

Casta invencible (1971) de Paul Newman


El gran mérito de Sometimes a Great Notion (1971) reside en una puesta en escena tan sobria y directa como su protagonista y, en esta ocasión, también director. Un Paul Newman muy convincente en su papel de leñador/maderero de Oregón al que las circunstancias obligan a hacerse cargo del caduco negocio familiar. Sobre todo a partir del momento en el que los líderes sindicales de la zona comienzan a ejercer presiones para que los Stamper se adhieran a la huelga y demás protestas convocadas. Algo a lo que el clan, en consonancia con los férreos principios inculcados por el patriarca (Henry Fonda), para quien los compromisos contractuales son sagrados, se negará en redondo.

Y es que todo en aquella casa gira alrededor de los enormes troncos que la corriente arrastra río abajo, desde que se talan los árboles hasta que los operarios los pulen a golpe de hacha o valiéndose de la sierra eléctrica. Trabajo arduo no exento de riesgos, como se pondrá de manifiesto cuando un inesperado accidente laboral propicie una de las secuencias más intensas de la película, en la que los esfuerzos desesperados del personaje de Newman, intentando rescatar a un compañero malherido (Richard Jaeckel), se traducen en la angustia del hombre que intenta en vano enfrentarse a la fuerza indómita de la naturaleza.



Aun así, los rudos modales de Hank y el resto de miembros masculinos de la familia (no hay más que ver el apetito con el que devoran todo cuanto les sirven las mujeres del hogar) contrastan abiertamente con el talante mucho más moderno de Leeland (Michael Sarrazin), hermanastro e hijo pródigo melenudo que regresa al redil con afán un tanto revanchista. Su personaje, de hecho, representa a la juventud americana de aquel entonces, cuya actitud indolente e incluso contestataria entra en conflicto con los valores tradicionales de respeto a la autoridad.

La cruda atmósfera que se hallaba presente en la novela de Ken Kesey (el mismo autor de Alguien voló sobre el nido del cuco) en la que se basa la cinta le vino muy bien a Newman a la hora de ofrecer un sólido retrato de lo que suponen las disputas intergeneracionales en el marco de la América profunda. Sin embargo, el sobresfuerzo que le acarreó producir, interpretar y dirigir (tras el despido de Richard A. Colla) no sólo motivó que terminase exhausto de la experiencia, sino que provocó además que perdiese a menudo los estribos durante el rodaje, razón por la cual se refugió en la bebida, de la que abusó con demasiada frecuencia en aquellos días.



sábado, 30 de agosto de 2025

Un hombre de hoy (1970)




Título original: WUSA
Director: Stuart Rosenberg
EE.UU., 1970, 115 minutos

Un hombre de hoy (1970) de Stuart Rosenberg


Las mismas inquietudes políticas que hicieron que Paul Newman se involucrase en diversas causas, ya fuese la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos o dando públicamente su apoyo a distintos candidatos demócratas, le llevaron a producir y protagonizar una película tan controvertida como WUSA (1970)

Basada en la novela A Hall of Mirrors de Robert Stone, se centra en la figura de un tal Rheinhardt (Newman), individuo cínico y errante que llega a Nueva Orleans. Allí conoce a Geraldine (Joanne Woodward), una mujer igualmente solitaria con la que enseguida inicia una relación sentimental. Con la intención de ganarse la vida, Rheinhardt consigue trabajo como locutor en la WUSA, una emisora de radio local de ideología ultraderechista. Su programación, controlada por el magnate Bingamon (Pat Hingle), difunde mensajes de intolerancia y odio que aspiran a promover una conspiración neofascista.



Al mismo tiempo, la trama sigue los pasos de Rainey (Anthony Perkins), un idealista trabajador social que, sin saberlo, está siendo manipulado por los directivos de la emisora con la finalidad de desacreditar el sistema de bienestar social. A medida que la conspiración avance y la retórica propagada a través de las ondas se vuelva más agresiva, los caminos de estos y otros personajes discurrirán en paralelo hasta confluir en un clímax trágico de fatales consecuencias.

A pesar de haber sido un filme incomprendido en su momento, con el paso de los años WUSA ha ido adquiriendo una cierta aura de título de culto por lo audaz de su temática. De hecho, la hipótesis de un complot de corte totalitario que se sirve de los medios de comunicación como herramienta para el control y la desinformación de la opinión pública prefigura el argumento de producciones posteriores como, por ejemplo, la portentosa Network (1976) de Sidney Lumet. Aun así, y pese a tratarse de una película valiente y socialmente comprometida, lo cierto es que adolece de un planteamiento confuso en el que nada termina de quedar del todo claro.



viernes, 29 de agosto de 2025

La terra negra (2025)




Título en castellano: La tierra negra
Director: Alberto Morais
España/Panamá, 2025, 100 minutos

La terra negra (2025) de Alberto Morais


Pese a que acaba de llegar a nuestras pantallas, el copyright de La terra negra (2025) indica que la película se rodó en realidad hace un par de años, lo cual demuestra hasta qué punto resulta complicado estrenar un determinado tipo de cine más alternativo, por completo ajeno —tanto visual como artísticamente— a la tiranía de los convencionalismos comerciales. Y es que la parsimonia de los diálogos, al igual que la aspereza de cuanto se muestra en pantalla, hacen de la cinta que nos ocupa una apuesta sumamente arriesgada.

Su director, el vallisoletano Alberto Morais (Valladolid, 1976), ya dio muestras en su día de un talento sobresaliente con el documental Un lugar en el cine (2008), excelente aproximación a la experiencia cinematográfica a través de la mirada de diversos cineastas, entre los que destacaban Pasolini o Víctor Erice. Inmejorable carta de presentación a la que ahora, tantos años después, toma el relevo un drama de corte rural, originalísimo en su austera puesta en escena.



La frontalidad de muchos primeros planos, con los actores diciendo el texto mirando a cámara, recordará (a quien tenga el gusto de conocer su filmografía) al Eugène Green de, por ejemplo, El hijo de José (2016). Recurso, reforzado con la ausencia momentánea de sonido ambiente, que produce en el espectador una suerte de extrañamiento, como si se quisiera anunciar que algo cuasi milagroso está a punto de suceder. Ese algo, por cierto, deja entrever un vago aire mesiánico en el personaje de Miquel (Sergi López), cuya capacidad para amansar a los demás lo sitúa en una órbita muy similar a la del misterioso joven que el recientemente desaparecido Terence Stamp interpretaba en Teorema (1968).

Por otra parte, el guion de Morais y Samuel del Amor ubica la trama en un pueblo indeterminado de la Comunidad Valenciana, espacio tan inhóspito como lo son tantísimas regiones de la España profunda y vaciada. Las rencillas y miserias que allí se desarrollan desde tiempos inmemoriales enfrentan a una pareja de hermanos (Laia Marull y Andrés Gertrúdix) con dos o tres vecinos sin escrúpulos y dispuestos a encañonar a quien sea por un palmo más de tierra. Ambiente sórdido, por tanto, al compás de los pasodobles que suenan de fondo en algún bar de lo más cutre, y que contrasta con la música de Bach y el Agnus Dei de Zurbarán que Morais utiliza como leitmotiv en esta parábola sobre odios enquistados y víctimas propiciatorias.



jueves, 28 de agosto de 2025

Mi postre favorito (2024)




Título original: Keyke mahboobe man
Directores: Maryam Moghadam y Behtash Sanaeeha
Irán/Francia/Suecia/Alemania, 2024, 97 minutos

Mi postre favorito (2024)


Hay ocasiones, tal vez demasiadas, en las que el tráiler de una película le hace un flaco favor a la misma al ofrecer una imagen parcial o distorsionada, cuando no errónea, de su verdadero contenido. Eso es más o menos lo que ocurre (quién sabe si de forma intencionada) con Mi postre favorito (2025), cinta iraní que a priori, si uno se fía de su tráiler, pudiera parecer la típica historia ñoña de dos septuagenarios ávidos de compañía. Nada más lejos de la realidad.

En primer lugar, debe contextualizarse debidamente el hecho de que una viuda de cierta edad tome la iniciativa a la hora de entablar relaciones con un hombre en la sociedad teocrática de los ayatolás. Acto revolucionario, sin duda, por lo que tiene de empoderamiento femenino en el seno de un régimen abiertamente misógino. A este respecto, también resulta muy significativa la escena en la que Mahin (Lili Farhadpour), que creció en el Irán anterior a la Revolución Islámica, se encara con la policía en plena calle para defender a unas muchachas que están siendo detenidas por llevar mal colocado el hiyab.



Aunque, como suele ocurrir cuando la intolerancia es norma y las restricciones se hallan fuertemente interiorizadas por la población, al final es una vecina fisgona o incluso algún familiar (la protagonista habla a menudo por teléfono con su hija, que vive desde hace años en el extranjero) quien pone mala cara o recrimina conductas que se consideran inapropiadas.

El giro que toman los acontecimientos hacia el final de la película añade una imprevista nota amarga a lo que estaba siendo un encuentro liberador y de efectos rejuvenecedores, gracias al vino y a la música, para ambos personajes. En la misma medida, podría añadirse, estableciendo un cruel e irónico paralelismo, que los problemas que están teniendo Maryam Moghadam y Behtash Sanaeeha, los directores de este filme, con la justicia de su país.