Título original: Flow
Director: Gints Zilbalodis
Letonia/Bélgica/Francia, 2024, 85 minutos
Flow, un mundo que salvar (2024) de Gints Zilbalodis |
Se cumplen diez años exactos del inicio de este blog, efeméride que nos pilla haciendo lo que más nos gusta y que no deja de ser sino el objetivo principal de un espacio dedicado a la reseña de películas. La que hoy nos ocupa, Flow (2024), optará al Óscar a mejor cinta de animación y al de mejor filme internacional en la próxima entrega de los premios de la Academia y nace del empeño de Gints Zilbalodis, artista lituano que se ha ocupado de escribir, dirigir y hasta componer la banda sonora de una emotiva odisea animal.
Y es que el periplo protagonizado por un lindo gatito negro y otros compañeros de viaje tan dispares como un capibara, varios perros, un lémur y un par o tres de garzas tiene mucho de aquel otro que llevaron a cabo, en los albores de los tiempos, otras tantas criaturas a bordo del arca de Noé. Hay aquí, de hecho, otro diluvio que arrasa con todo y que pone en riesgo la supervivencia de los protagonistas, verdaderos héroes en busca de su propia salvación. Aunque quizá su historia entronca mejor con un discurso medioambiental más acorde con los desastres naturales que hoy asolan nuestro mundo, ya sea en forma de sunami o de crecida del nivel del mar.
En cualquier caso, la propuesta de esta coproducción europea prescinde por completo de diálogos, asumiendo un reto similar al que planteaba, por ejemplo, el japonés Kaneto Shindô en La isla desnuda (1960). Doblemente meritorio, ahora, al tratarse de una cinta de animación cuya trama implica el avance continuo de los personajes hacia un destino incierto.
La lucha de unos seres vulnerables contra la implacable fiereza de los elementos no impide, sin embargo, un cierto tono cómico en más de una situación. Que se vuelve dramático y profundo cuando el gato solitario se ve forzado a colaborar con el resto de animales con tal de salir a flote. Hermosa metáfora en clave de fábula cuyo sentido último, a nadie se le escapa, apela a la fragilidad de nuestro mundo y a los desafíos que la humanidad, de la que por cierto no queda ni rastro en la película, deberá hacer frente en el futuro inmediato.
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