jueves, 22 de julio de 2021

Todos eran culpables (1962)




Director: León Klimovsky
España, 1962, 82 minutos

Todos eran culpables (1962) de León Klimovsky


Una pandilla de ociosos hijos de papá dedica la mayor parte de su tiempo a gamberrear, cuando no a seducir a las inocentes muchachas que se cruzan en su camino. Pero, claro, ya se sabe lo que ocurre: como las carga el diablo y tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe, resulta que un buen día, durante el transcurso de un guateque que los susodichos han organizado en casa de uno de ellos, una hermosa joven fallece de aparente muerte súbita. De modo que a los niñatos, temerosos ante la posibilidad de tener que rendir cuentas a la justicia, no se les ocurre otra cosa que deshacerse del cadáver arrojándolo en alta mar...

Fiel a su condición de cineasta todoterreno, el bonaerense León Klimovsky (1906–1996) abordó en Todos eran culpables (1962) una intriga en la que se daban cita ingredientes de muy diversa procedencia. De entrada, un modelo narrativo que remite directamente a los Vitelloni fellinianos. Mezclado con una cierta rebeldía sin causa a lo James Dean que por aquel entonces hacía furor. Por último, la figura del íntegro juez encargado de las pesquisas, don Ernesto (Luis Prendes), le aporta al conjunto, amén de una nota de suspense policíaco, la inevitable moralina a propósito de lo hipócrita que puede llegar a ser nuestra sociedad.



Súmese a lo anterior el marco estival en el que acontecen los hechos, con exteriores rodados en Peñíscola, Vinaroz y Sant Carles de la Ràpita. El resultado no pasa de ser una típica cinta de veraneantes enfrascados en sus tiernos idilios a orillas de la playa o en bailar el twist como descosidos. O incluso, de vez en cuando, en gastarle bromas pesadas al Baberas (interpretado por Juan García Tiendra, el mítico actor que hacía de leproso en Viridiana). Aunque, por supuesto, no todos son igual de díscolos.

Los remordimientos de conciencia que atenazan a Alberto (Ángel Aranda) lo llevarán derechito a la sede del juzgado municipal para declararse único responsable del fatídico accidente. Y pese a que Marisa (María Mahor) intenta impedírselo por todos los medios (que para algo la moza está enamoradísima hasta las trancas del apuesto doncel), lo cierto es que la pesadumbre puede más que las súplicas y Alberto da el paso. Suerte que el juez, que es hombre curtido en mil lides, no se chupa el dedo y lo ve todo clarísimo desde el principio: "El único no. Hay otros. Hay esos ojos que espían detrás de todas las ventanas, ávidos de sorprender el germen de un escándalo. Por eso el disimulo se convierte en regla de vida. Y el engaño, en un medio de defensa contra la crítica. Si algo falla, todos, codo a codo, hacen lo que sea para evitar el escándalo. Y el resultado puede ser una tragedia como ésta". Vamos: que entre todos la mataron y ella sola se murió...



8 comentarios:

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    1. Sobre todo porque la idea central gira en torno a los tejemanejes de los que son capaces las familias influyentes con tal de eludir sus responsabilidades.

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  2. Un post veraniego muy apropiado a estas fechas.

    Un abrazo.

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    1. No sé si es el más apropiado, pero desde luego sí que es veraniego.

      Un abrazo.

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  3. Hola Juan!
    No para de sorprenderme la cantidad de buen cine español que desconozco. De verdad que nunca pensé que hubiese tantas y tan desconocidas.
    Siempre agradecido de tus sugerencias, feliz finde!

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    1. De nada, Fran: yo encantado de que te encante. Ésta, en concreto, es más flojita que otras que he comentado últimamente, pero, aun así, tiene su interés.

      Saludos.

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  4. No la conozco pero si remite a los Vitelloni, de seguro tiene algo interesante.
    El título fue como un anzuelo, me enganchó.

    Abrazos querido Juan

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    1. Lo más interesante es que la dirigió un argentino. O sea que, por ahí, tienes otro aliciente para que te atraiga.

      Saludos, Frodo.

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