miércoles, 7 de julio de 2021

Los abrazos rotos (2009)




Director: Pedro Almodóvar
España, 2009, 127 minutos

Los abrazos rotos (2009) de Almodóvar


Fiel a su empeño por establecer conexiones entre todas sus películas, Almodóvar ha decidido que su próximo largometraje se titule Madres paralelas, que es como se llamaba en la ficción uno de los filmes dirigidos por el cineasta Mateo Blanco (Lluís Homar), personaje de Los abrazos rotos (2009). Y no es, ni mucho menos, el único vínculo con el resto de su filmografía, ya que Chicas y maletas (la cinta en la que dicho director estaba trabajando cuando perdió la vista en un grave accidente de tráfico) se parece muchísimo a Mujeres al borde de un ataque de nervios (1989).

De nuevo un Almodóvar oscuro, cuasi laberíntico en una historia a base de flashbacks que transcurre a caballo entre 1992 y 2008. Negro como las arenas volcánicas de Lanzarote, a cuyas playas acuden los protagonistas para darse de bruces con un aciago destino. Hay, eso sí, breves destellos del habitual desparpajo al que nos tiene acostumbrados el manchego, como la nota histriónica que pone Carmen Machi, prolongada, aquel mismo año, en el corto La concejala antropófaga (2009).



Y en esa misma línea de congraciarse con su propio universo, son varias las actrices fetiche del realizador que aparecen fugazmente, a modo de homenaje: Chus Lampreave, Rossy de Palma, Ángela Molina, Kiti Mánver, Lola Dueñas... Todas ellas imbuidas de esa aureola tragicómica tan peculiar que caracteriza a las chicas Almodóvar.

En cambio, lo de Blanca Portillo (Judit) y Penélope Cruz (Lena) ya es otro cantar. Los suyos son papeles dramáticos, en toda regla, de mujeres que habrán de pagar un precio muy alto por amar y por amor, víctimas propiciatorias de hombres sin escrúpulos, como el opulento Ernesto Martel (José Luis Gómez), u obsesionados con terminar su obra "aunque sea a ciegas", que es lo que le ocurrirá a Mateo Blanco cuando se canse de ser Harry Caine.



6 comentarios:

  1. De nuevo algunos de los temas recurrentes de su filmografía, como el sufrimiento por amor.

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    1. Más que "tema recurrente", el sufrimiento por amor en el cine de Almodóvar vendría a ser una especie de obsesión patológica.

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  2. Fue la primera película de Almodóvar que comenté en el blog. Me pareció -como me pasa a menudo con su cine- desequilibrada; con una primera mitad magnífica y un final mucho más discutible. Y el calco con Penélope Cruz y Carmen Machi de una escena famosa de "Mujeres al borde de un ataque de nervios" me pareció innecesario.

    Ya sé que me pongo muy crítico con estos títulos de Almodóvar. Pero tampoco me hagas mucho caso. Aunque a veces me decepcione, lo cierto es que no me pierdo ninguna de sus películas y no me cabe duda de que es uno de los cineastas contemporáneos más personales y relevantes.

    Un abrazo.

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    1. Ya que optas por sincerarte, Ricard, déjame que yo también te confiese algo. Y es que, hasta fechas muy recientes, el cine de Almodóvar me provocaba un profundo rechazo. Ignoro a qué pueda ser ello debido, pero el caso es que este año me he propuesto darle una segunda oportunidad. Y debo decir que, viendo sus filmes en orden cronológico (o casi), uno se hace una idea más precisa de su evolución.

      Sin embargo, comparto contigo tus reservas respecto a un cineasta que, a medida que ha ido conociendo el éxito, se ha aburguesado y endiosado. Cuando era apenas un cateto de pueblo recién llegado a Madrid sus películas tenían una frescura que luego ha ido perdiendo por el camino. Los filmes que produce hoy en día son impecables en cuanto a factura técnica, pero también acartonados y repletos de insufribles citas cinéfilas e intelectualoides.

      No sé: ahora lo entiendo mejor que antes, pero aún así...

      Un abrazo.

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  3. Que tal Juan!
    Me quedo con tu respuesta a Ricard, estoy muy de acuerdo y diría que con los años va perdiendo cierta chispa. No se, será cuestión de la edad o vete tu a saber...
    Saludos!

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    1. Imagino que es ley de vida. Cuando un artista se convierte en un divo, como es su caso, normalmente se gana en profesionalidad y, en cambio, se pierde frescura.

      Saludos.

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