viernes, 15 de febrero de 2019

Carmen y Lola (2018)














Directora: Arantxa Echevarría
España, 2018, 103 minutos

Carmen y Lola (2018) de Arantxa Echevarría

"Especialmente recomendada para el fomento de la igualdad de género". He ahí la distinción otorgada por el Instituto de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales (ICAA) a Carmen y Lola, ganadora de dos Goya y candidata a otros seis. En realidad, semejante membrete no es exclusivo de la cinta dirigida por Arantxa Echevarría, sino que fue creada en 2011 por el Gobierno Zapatero como nueva categoría en la calificación de películas, siendo La fuente de las mujeres, de Radu Mihaileanu, la primera en obtenerla.

Al margen de cuestiones meramente extracinematográficas, y de los tabúes que este filme en cuestión pueda ayudar a vencer, lo que está claro es que si por algo destaca Carmen y Lola es por un cierto toque documental que permite adentrarse en el seno de la comunidad gitana y así comprender mejor algunas de sus costumbres y tradiciones.



El problema puede venir cuando algún espectador despistado, olvidando que esto no es más que una película (y sólo una película), caiga en el error de generalizar y salir del cine con el convencimiento de que todos los gitanos son igual de intolerantes y conservadores que los padres de una y otra de las protagonistas. O tan machistas como el novio de Carmen (Rosy Rodríguez). Quizá por ello, el personaje de Paqui (Goya a la Mejor Actriz de Reparto para Carolina Yuste) cumpla dentro de la trama, con su papel de maestra y dinamizadora cultural de barrio, la misión de aportar una imagen más moderna del colectivo.

En cualquier caso, y a pesar de un final de postal (con la pareja caminando de la mano, al amanecer, por la playa) o de incurrir en algunos de los tópicos que habitualmente se asocian con una particular forma de vida (durante las tremendistas escenas del culto, por ejemplo), puede decirse que, en líneas generales, Carmen y Lola es una película amable, desprovista de la carga morbosa de otros títulos de similar contenido —como La vida de Adèle (Abdellatif Kechiche, 2013) o Habitación en Roma (Julio Medem, 2010)— y, por encima de todo, dotada de una de las virtudes más raras y eficientes que pueda haber en cine: la sinceridad.


2 comentarios:

  1. Hola Juan!
    No la he visto pero me interesa. Donde dices espectador "despistado" yo pondria otra cosa, quizas has sido amable con el termino. No se, todavia en pleno 2019 escucho y leo cosas que me ponen de mala leche, sobre todo viniendo de la gente mas joven.
    En todo caso interesante tu reseña.
    Saludos!

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    1. ¡Gracias, Fran! Aunque lo mejor es quedarse con las palabras de Arantxa Echevarría tras recoger el Goya: "Se lo dedico a todos los que no son capaces de ponerse en los zapatos de otro, a los que no ven necesario que haya una ley de violencia de género, a los que no creen que el cambio de sexo debe estar en la Seguridad Social; a ellos, para que vean una peli de gitanas, lesbianas y mujeres".

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