sábado, 16 de diciembre de 2017

Dios y el diablo en la tierra del sol (1964)




Título original: Deus e o Diabo na Terra do Sol
Director: Glauber Rocha
Brasil, 1964, 120 minutos

Dios y el diablo en la tierra del sol (1964)


La estética del hambre nacía con esta película para colocar a Brasil entre las cinematografías más significativas del mundo (y no sólo del tercer mundo). Porque la fuerza de sus imágenes resulta tan impactante como el título con el que las bautizó Glauber Rocha: Deus e o Diabo na Terra do Sol. Una miseria que grita clamando justicia y que se rebela al proclamar un nuevo evangelio aparentemente revolucionario: el que predica el santo Sebastião (Lidio Silva).

Hastiado de la pertinaz sequía y de las injusticias infligidas por un patrón déspota, Manuel (Geraldo del Rey) convence a su mujer para unirse al séquito del anacoreta, creyendo ver en sus promesas la tan ansiada redención. Aunque luego vendrá la represión impuesta por las fuerzas vivas transfiguradas en forma de temible sicario o violento cangaceiro ("bandolero"). O lo que es lo mismo: Antônio das Mortes (Maurício do Valle) y Corisco (Othon Bastos), respectivamente.

Instantánea tomada durante el rodaje, con Rocha en el centro


La música de Villa-Lobos, unida a la aridez del paisaje, confiere al conjunto un aspecto entre salvaje y delicado, muy en consonancia con la dualidad paradójica planteada ya desde el propio título de la película. Así pues, lo divino y lo diabólico se darán cita en un mismo espacio a la espera de que los hombres diriman sus diferencias. 

Como en los romances de ciego, la acción es narrada mediante una voz en off de fondo que va cantando los hechos principales de la historia a través de diversas canciones, cuya letra es obra del propio realizador. Un Glauber Rocha que bebe de muy diversas fuentes, desde el wéstern hasta el neorrealismo italiano, pero que es capaz de crear, a partir de elementos tan dispares, un personal universo anclado en la más pura tradición del Brasil profundo.


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