Título original: L'histoire de Souleymane
Director: Boris Lojkine
Francia, 2024, 93 minutos
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La historia de Souleymane (2024) de Boris Lojkine |
Las vicisitudes de un inmigrante guineano que sobrevive haciendo de repartidor en las calles de París constituyen la base argumental de L'histoire de Souleymane (2024), enésima recreación cinematográfica de las penurias que entraña la lucha diaria por la supervivencia. Y es que, como ya le sucedía al protagonista de Ladrón de bicicletas (1948), que es quizá el ejemplo canónico del que beben todo este tipo de historias, el personaje central del filme que nos ocupa depende de mil y una argucias para lograr mantenerse a flote en las procelosas aguas del primer mundo.
El otro gran modelo en el que se inspira el guion de Boris Lojkine y Delphine Agut, éste mucho más cercano en el tiempo (e incluso más obvio, si cabe), sería el cine social de los hermanos Dardenne, equivalente en el mundo francófono a lo que Ken Loach lleva a cabo también en clave británica. Visto así, el caso de este joven clandestino de origen africano no dista gran cosa de lo expuesto en títulos de similar factura como Tori y Lokita (2022) o El silencio de Lorna (2008).
Por otra parte, los hechos aquí descritos ponen asimismo el punto de mira sobre la complicidad de unos usuarios que se benefician de la explotación salarial de los repartidores que se juegan el tipo para servirles la comida a domicilio. Denuncia implícita contra un sistema en el que las comodidades de unos se logran a costa de la indefensión de otros, pero también, como en el caso del "amigo" camerunés que le cede su identidad al protagonista a cambio de dinero, contra los abusos entre iguales. Aunque, al mismo tiempo, los golpes que recibe Souleymane (Abou Sangaré) no impiden que mantenga el contacto con su vida anterior, de la que recibe puntualmente noticias por vía telefónica.
Dos secuencias, sin embargo, chirrían un tanto en el conjunto de una puesta en escena por lo demás bastante correcta. Se trata del momento en el que el personaje principal interactúa con unos agentes de la gendarmería a los que hace entrega de un pedido y, en segundo lugar, de la tensa entrevista que el joven mantiene con una funcionaria de la Oficina Francesa de Protección a los Refugiados y Apátridas, tal vez el punto álgido de la trama. Lo cierto es que en ambas ocasiones se deja traslucir un cierto servilismo hacia los empleados de la Administración, los primeros porque, a pesar de todo, le acaban facilitando el código que le permitirá cobrarse el servicio y, en el caso de la trabajadora social (Nina Meurisse), por la actitud comprensiva hacia el falso asilado cuya versión acaba de desmontar.
Historias reales y muy tristes.
ResponderEliminarPor desgracia, así es. Aunque aquí se pone el acento en cómo, muchas veces, nos aprovechamos de la explotación de los inmigrantes ilegales, pero miramos hacia otro lado.
EliminarUn tema actual, pero ya no tan original, cinematográficamente hablando. Me gustó Tori y Lokita, y esta me interesa también.
ResponderEliminarSaludos.
Es una buena película, con momentos de alto contenido dramático y una buena dosis de denuncia social, pese a que a veces queda también la sensación de que dicha crítica resulta un tanto cómplice de los poderes institucionales.
EliminarSaludos.