sábado, 19 de enero de 2019

La leyenda del tiempo (2006)




Título original: La llegenda del temps
Director: Isaki Lacuesta
España, 2006, 109 minutos

La leyenda del tiempo (2006) de Isaki Lacuesta


Con Entre dos aguas aún en cartelera, revisar La leyenda del tiempo se hace más oportuno que nunca. Y es que el filme que consagró a Isaki Lacuesta no sólo marcaría una época, sino que es de los que mejoran con los años. Eso, al menos, es lo que nos ha parecido al verlo esta tarde en pantalla grande con motivo de la retrospectiva que la Filmoteca de Catalunya le está dedicando, durante todo el mes de enero, a su director. Porque esa mezcla entre ficción y documental que tenía lugar en las inmediaciones de San Fernando ha creado escuela hasta el punto de convertirse en el santo y seña de toda una nueva generación de realizadores.

Aunque La leyenda del tiempo son, en realidad, dos películas en una: por una parte, en "La voz de Isra" se explica la historia de este niño gitano, quien decide no volver a cantar flamenco en señal de luto por el fallecimiento de su padre. También seguiremos los pormenores de la conflictiva relación con su hermano mayor, así como del incipiente amor hacia una chica llamada Saray. "La voz de Makiko", en cambio, se centra en una joven enfermera japonesa que se traslada hasta la Isla para aprender cante jondo junto al hermano de Camarón.



Sin llegar a saberlo ni conocerse, ambos protagonistas comparten un similar trauma por la desaparición repentina de la figura paterna. Por lo tanto, las suyas son trayectorias paralelas con el nexo en común, además, de Joji: el pescador japonés que llegó al pueblo en un atunero y que le regala a Isra un enorme y afilado cuchillo, mientras que con Makiko entabla una incipiente relación sentimental.

Y el recuerdo de Camarón envolviéndolo todo... Porque conviene tener presente que, antes de darle nombre a esta película, La leyenda del tiempo, título de evidentes resonancias lorquianas, lo fue asimismo del álbum más revolucionario del cantaor: publicado originalmente en 1979, el disco, que hoy se considera un clásico, suscitó, sin embargo, en aquella época, la reacción airada de algunos puristas por incluir instrumentos a priori tan poco flamencos como el bajo eléctrico o el sitar.


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