viernes, 25 de marzo de 2016

Así es / Ukamau (1966)




Título original: Ukamau
Director: Jorge Sanjinés
Bolivia, 1966, 75 minutos

Así es de Jorge Sanjinés (1966)


Primer largometraje dirigido por Jorge Sanjinés, bajo los auspicios del Instituto Cinematográfico Boliviano, Ukamau ("Así es", en lengua Aymara) explica la historia de una venganza. Y como suele ocurrir en la filmografía de Sanjinés, el elemento perturbador de la armonía inicial es el personaje que habla castellano: en este caso, el mestizo Rosendo Ramos (Néstor Peredo).

En la escena inicial, tras un rótulo que agradece "la participación de los habitantes de la Isla del Sol, legendario lugar de donde surgieron Manco Kapac y Mama Ocllo, fundadores del Imperio de los Incas", vemos a la joven pareja formada por Andrés Mayta y su esposa Sabina en un idílico paisaje del Titicaca. Acompañados de fondo por las voces femeninas del Coro Polifónico Nacional dirigido por el profesor Ocker, la sutil combinación de belleza y rigor de la tierra en la que se mueven recuerda a la recreada seis años antes por el japonés Kaneto Shindô en La isla desnuda.

Pero Andrés tiene que marcharse a la feria local para vender sus productos y, antes de quedarse sola, Sabina le pide que le compre una falda. Ambos ríen, aunque Sabina se pone repentinamente seria para, acto seguido, pedirle que regrese pronto. ¿Acaso ha intuido su trágico destino? Ahondando en las señales premonitorias, la escena siguiente muestra a Sabina correteando divertida en pos de una gallina a la que después descubrirá que le ha mordido el perro de la casa. Eso mismo es lo que va a ocurrir entre Ramos y ella, sólo que ahora será la desdichada Sabina quien ocupe el lugar de la gallina... Por si no fuera poco, Sanjinés vuelve a subrayar la desgracia que se avecina mediante una brusca elipsis: Andrés se prueba una máscara con forma de calavera en un comercio de la ciudad y en el plano siguiente saltamos al rostro de Ramos en la isla. "¿Me tomas por el diablo?", le pregunta a la muchacha ante su sobresalto.

El momento previo a la violación está muy conseguido, con la música expresionista de Alberto Villalpando haciendo presagiar lo que va a ocurrir. La escena, resuelta mediante un hábil uso del montaje, se articula en primerísimos planos del rostro de los personajes. Hay uno en particular que destaca por su enorme sutilidad: en la pupila de un ojo de Ramos vemos reflejada a Sabina, que lentamente da marcha atrás para alejarse de él.

Jorge Sanjinés (en el centro, de negro) junto con el Grupo Ukamau


El resto de la película consistirá en presentar cómo Andrés (que sabe quién ha matado a su mujer, aunque de momento calla) y el resto de la comunidad de Yumani intentan sobreponerse a la muerte de Sabina (las siluetas del cortejo fúnebre recortadas sobre el horizonte son, por cierto, de una hermosura sobrecogedora). Por otra parte, veremos a Ramos conducirse con su esposa como un maltratador, en ocasiones incluso alcoholizado. Tampoco parece que sea muy legal con sus amigos, pues, si bien cantan alegres en la taberna, luego intentará hacer trampas cuando jueguen a la rana, lo cual motiva que acaben a palos.

En este tramo final, cobrará especial importancia el valor dramático de la quena, ya que su melodía se va a convertir en la exteriorización de los remordimientos de conciencia de Ramos: como si se tratara de una maldición que lo persigue, creerá escucharla a todas horas hasta que al fin su destino se consume...

Gran trabajo, sin duda, el que llevaron a cabo Sanjinés y su grupo con Ukamau. Y ahora sólo queda invitar a quien haya tenido la paciencia de leer estas líneas a comprobar por sí mismo la vigencia que sigue poseyendo la película medio siglo después de su rodaje.


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