lunes, 28 de marzo de 2016

O los tres o ninguno (2015)




Título original: Nous trois ou rien
Director: Kheiron
Francia, 2015, 102 minutos

O los tres o ninguno (2015) de Kheiron


No corren buenos tiempos para ser musulmán en Francia... Por ello era cuestión de meses que empezaran a llegar películas como ésta, contando historias optimistas que hagan hincapié en la necesidad de fomentar la integración y la convivencia. Sobre todo en los barrios más desfavorecidos del extrarradio parisino, lugar en el que tradicionalmente se han acumulado las bolsas de inmigración.

O los tres o ninguno supone el debut en la dirección (y casi también en la pantalla) del actor Kheiron, quien ya se había hecho un nombre en su país como humorista y autor de monólogos. Hijo de padres iraníes, el filme se centra básicamente en contar la historia de su familia, desde 1955 hasta la actualidad. Y Kheiron, también guionista, se reserva para sí el papel principal, el de su propio padre: Hibat Tabib. Surgido de un humilde hogar en el que conviven doce hermanos, el chico es un alumno brillante que, con los años, padecerá prisión por oponerse al régimen del Shah: hasta siete, con las correspondientes torturas (por negarse a comer un pastel...)

El Shah de Persia (Alexandre Astier) es presentado
 como un hombre pueril y ridículo


A priori se diría, leyendo el argumento, que debe de tratarse de un drama terrible. Y, a pesar de todo, la cinta tiene más de comedia que otra cosa. Es ahí donde radica una de sus principales bazas: en ser capaz de sacarle una sonrisa al espectador contando unos hechos que a menudo son atroces. Ello se debe, sobre todo, a la frescura de unos diálogos que rezuman sentido del humor: se nota la habilidad adquirida por Kheiron a base de ser monologuista. Aunque el elenco de actores del que se ha rodeado no se queda atrás en vis cómica: Leïla Bekhti en el papel de Fereshteh Tabib (la madre), Gérard Darmon y Zabou Breitman como suegros... Claro que también hay situaciones de tensión, como la escena en la que, a cámara lenta y sin diálogo (sólo con la música procedente del Glassworks de Philip Glass como telón de fondo) se resumen algunos de los momentos críticos de los protagonistas.

Dicho lo cual, es fácil darse cuenta de las razones obvias por las que O los tres o ninguno emparenta con Persépolis (Vincent Paronnaud y Marjane Satrapi, 2007). La diferencia estriba, aun así (y al margen de que el segundo es un filme de animación), en ese tono moralizante al que por desgracia acaba sucumbiendo: las escenas en las que Fereshteh lucha por persuadir a determinados inmigrantes (especialmente mujeres) sobre la conveniencia de recibir educación sexual o rechazar la poligamia, así como las que protagoniza Hibat en el centro cívico del barrio, le hacen perder a la película los enteros que había ganado en su primera parte.


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