martes, 22 de marzo de 2016

Yo, el Dios triste (1969)




Título original: Já, truchlivý buh
Director: Antonín Kachlík
Checoslovaquia, 1969, 82 minutos

Yo, el Dios triste (1969) de Antonín Kachlík


Brno: antigua Checoslovaquia. Corre el año 1968. Plano general en blanco y negro de un parque. "Es una tarde parda y fría de invierno", que diría Machado (Antonio). Por una vereda vemos acercarse a un hombre a paso ligero. Le acompaña un perro (más tarde sabremos que es hembra).

Así comienza Yo, el Dios triste, largometraje en clave cómica dirigido por Antonín Kachlík y que adaptaba un relato de Milan Kundera incluido en El libro de los amores ridículos (Směšné lásky, 1963-64). De hecho, el autor del guion fue el propio Kundera, años antes de su ruptura con el régimen comunista y definitivo exilio en Francia.

Por más que lo intente, Adolf no logrará seducir a la cantante


Adolf, el protagonista, se siente, efectivamente, como un dios, aunque no pase de seductor entrado en años y en horas bajas. Lo cierto es que ni siquiera logra convencer de la bondad de sus encantos a la joven cantante de ópera Janicka, quien sólo tiene ojos para los hombres famosos. Pero cuando Adolf conozca en el hospital a Apóstol, un antiguo partisano griego que a duras penas chapurrea el checo, enseguida tramará una astuta estrategia para conquistar a la chica. Se trata de vestir a Apóstol con las mejores galas y hacerlo pasar por un celebérrimo director de orquesta.

Janicka, Apóstol (ataviado como director de orquesta) y Adolf


Cuando al final de la película veamos a Adolf cruzar una plaza alejándose de la cámara en compañía de su perrita, aparte de cerrarse la estructura circular del relato, comprenderemos de una vez por todas que el presunto galán, a pesar de su fanfarronería, tiene más de triste que de dios.

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