miércoles, 16 de marzo de 2016

Manuela (1976)




Director: Gonzalo García Pelayo
España, 105 minutos, 1976

Manuela (1976) de G. García Pelayo


Una joven ataviada con un vistoso vestido rojo baila un intenso zapateado sobre la tumba de un poderoso cacique local, de cuerpo presente, ante la atónita mirada de su cortejo fúnebre. Quien haya visto Manuela recordará forzosamente una escena que, como esta, es un apasionado derroche de arrebato y éxtasis. Y si, además, se tiene en cuenta el año de filmación de la película (en otoño de 1975, "en Lebrija, Carmona y Sevilla", tal y como se indica en los títulos de crédito iniciales), será fácil darse cuenta del paralelismo evidente con la muerte del dictador por aquellas mismas fechas: don Angosto Cortés de la Fuente (el nombrecito se las trae...) equivale, pues, a Francisco Franco Bahamonde.

Adaptada libremente a partir de la novela homónima de Manuel Halcón (1902-1989), Manuela supuso en los albores de la Transición un intento de cine andaluz que fuera más allá de los tan manidos tópicos de raigambre folclórica, amén de la ópera prima del afamado productor musical (y, más tarde, jugador profesional de póquer) Gonzalo García Pelayo.

El toque personal del director se percibe, entre otros elementos, en el tratamiento de la banda sonora, integrada por canciones de grupos que fueron producidos por él mismo, principalmente Triana, Lole y Manuel, Goma, Gualberto García o Hilario Camacho. Poco importa si temas como "Sé de un lugar", "Abre la puerta", "En el lago" o "Todo es de color" pegan mucho, poco o más bien nada con la historia que cuenta el filme: lo realmente destacable es el efecto rompedor que producen. De hecho, todos ellos pertenecen a un álbum mítico también publicado en el 75: El patio, LP de debut de Triana, el trío sevillano capitaneado por Jesús de la Rosa.

En cuanto al elenco de actores, está encabezado por el siempre convincente Fernando Rey en el papel de señorito andaluz secretamente enamorado de la protagonista, Charo López como la sensual Manuela y Máximo Valverde interpretando a Antonio. Les secundan algunos de los habituales del cine patrio de aquel entonces: Fernando Sánchez Polack (El Moreno), Víctor Israel (Aguacharco) o Luis Barboo (El Jarapo, inquietante cazador furtivo padre de Manuela).

En años sucesivos, y a pesar de que abandonaría la dirección en 1983 por un periodo de tres décadas, el cine de Gonzalo García Pelayo se iría volviendo paulatinamente más underground y menos racial, aunque siempre marcado por la honda impronta de su temperamento.

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