Título original: The Apartment
Director: Billy Wilder
EE.UU., 1960, 125 minutos
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El apartamento (1960) de Billy Wilder |
Una historia de almas solitarias que sobreviven a duras penas en la gran ciudad... Con The Apartment (1960), Billy Wilder y su equipo volvían a demostrar la indiscutible genialidad de la que estaban dotados para concebir comedias tan divertidas como inteligentes. Aderezada, en este caso, con el regusto amargo que dejaba intuir una crítica certera contra la deshumanización a que se ven sometidos quienes batallan a diario en esa megalópolis de más de ocho millones de habitantes en la que transcurre la acción. Una Nueva York despiadada de oficinistas anónimos en la que conviene agudizar el ingenio si se quiere salir adelante.
Aun así, no son pocos los momentos (la llave, el espejo roto, la raqueta de tenis...) en los que al espectador se le escapa la risa viendo las tribulaciones del anodino C.C. Baxter (Jack Lemmon), uno de esos tipos que parece que ha nacido para que le tomen el pelo. Aunque la realidad es que él se deja "engañar" a cambio de ese tan ansiado ascenso que unos y otros le prometen sin que de momento llegue a materializarse.
Pero al final surge la magia, y el bueno de Baxter, pese a los muchos contratiempos a los que debe hacer frente, encuentra un motivo de esperanza en la figura de Fran Kubelik (Shirley MacLaine), una ascensorista tan dulce y vulnerable como él mismo. A este respecto, la conexión entre ambos supone un rayo de luz en un mundo frío y competitivo en el que el éxito se mide frecuentemente por el ascenso social.
El ácido retrato de la cultura corporativa estadounidense de la época, donde la promoción en el ámbito laboral a menudo se lograba a costa de la integridad moral, propició que la película gozase de una excelente acogida en los países del bloque socialista, cuyas autoridades la interpretaron como una sátira mordaz contra el capitalismo salvaje. Algo que el propio Wilder se vio obligado a matizar cuando, tras una proyección en Berlín, declaró que la trama podría tener lugar en cualquier urbe del mundo, salvo en el Moscú de la época (porque allí nadie se podía permitir el comprarse un apartamento).
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