sábado, 24 de septiembre de 2022

El quimérico inquilino (1976)




Título original: Le locataire/The Tenant
Director: Roman Polanski
Francia, 1976, 126 minutos

El quimérico inquilino (1976) de Polanski


Con Le locataire (1976), Polanski regresaba a algunas de las obsesiones que ya había plasmado en sus anteriores Repulsion (1965)Rosemary's Baby (1968). De hecho, los tres títulos conforman una suerte de trilogía en torno a elementos tan dispares como los trastornos esquizofrénicos o el ambiente opresivo de un apartamento que acaba convirtiéndose en un personaje más de la película. Y es que, al igual que el edifico Dakota de Nueva York, la comunidad parisina en cuyo interior transcurre esta historia (adaptación de la novela homónima de Roland Topor) parece estar sometida a extraños influjos que afectan a la salud mental de sus ocupantes.

Eso es al menos lo que le ocurre a Trelkovsky, un individuo solitario y desmañado, aunque tímido y bonachón, al que da vida el propio cineasta de origen polaco. Lo insólito de su caso reside en el hecho de que al instalarse en el apartamento que acaba de alquilar, disponible desde que su anterior arrendataria, una tal Simone Choule, se tiró por la ventana del comedor, no sólo mantiene intacto el contenido del mismo, sino que llegará a identificarse con la antigua inquilina hasta el extremo de imaginar que el resto de los vecinos maquinan un complot para que él también intente suicidarse.



Partiendo de una puesta en escena que oscila entre lo psicológico y lo terrorífico (la dirección de fotografía corrió a cargo del sueco Sven Nykvist), Polanski filma el inmueble haciendo hincapié en la tenebrosidad del espacio. Detalle que contrasta con la atmósfera moderna y diáfana que se respira en las viviendas de los amigos del protagonista cuando éste va a visitarlos. En cambio, el piso de Trelkovsky es oscuro y vetusto, la morada de una extraña hacia la que el tipo irá desarrollando una atracción cada vez más enfermiza.

A pesar de todo lo expuesto, un cierto sentido del humor flota en el ambiente, tal vez porque Polanski, que ya había ensayado esa fórmula en El baile de los vampiros (The Fearless Vampire Killers, 1967) o antes en Callejón sin salida (Cul-de-sac, 1966), sabe positivamente que no hay que pasarse de cruel si uno se quiere ganar la confianza del espectador. También, por qué negarlo, debido a su carácter vitalista, fruto de los mil y un contratiempos a los que ha tenido que enfrentarse a lo largo de su vida de superviviente. Como este Trelkovsky, que no deja de ser una víctima acosada por la animadversión, real o imaginaria, de quienes le rodean.



6 comentarios:

  1. Fue un fracaso de taquilla inmerecido. A mi parecer, se trata de uno de los mejores títulos de Polanski.

    Un abrazo.

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    1. Tal vez le pesó demasiado, aparte de lo escabroso del tema, el parecido con otros filmes anteriores de Polanski.

      Un abrazo.

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  2. Un personaje peculiar y, en cierto modo, atractivo.

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    1. Lo cual sería válido tanto para el protagonista como para el director de la película.

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  3. Hola Juan!
    Cuando la vi no me acabo de convencer, quizás sea uno de esos títulos que merecen ser revisados, esto ya me ha pasado con algunas películas, con la perspectiva del tiempo a veces cambia mi opinión.
    Saludos!

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    1. Lo cual es buena señal, porque quiere decir que evolucionamos y, con nosotros, nuestros gustos.

      Saludos.

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