sábado, 2 de octubre de 2021

Los restos del naufragio (1978)




Director: Ricardo Franco
España/Francia/Méjico, 1978, 103 minutos

Los restos del naufragio (1978) de Ricardo Franco


La sensibilidad poética de Ricardo Franco dio uno de sus mejores frutos en Los restos del naufragio (1978), coincidente en su título con un poemario, hoy olvidado, que el director publicó por aquellas mismas fechas. De lo cual se deduce que se trata de uno de sus proyectos más personales, como lo demuestra el hecho de que decidiese protagonizar él mismo la película. Por otra parte, el ritmo cadencioso que supo imprimir a las imágenes encaja a la perfección con el temperamento quimérico de unos personajes cuyas ensoñaciones les llevarán más allá de las estrechas paredes del inhóspito asilo en el que habitan.

De Enrique Pombal, el viejo cascarrabias magistralmente interpretado por Fernando Fernán-Gómez, cabe destacar que es trasunto de un célebre actor y empresario teatral, don Enrique Rambal García (1889-1956), legendaria figura de los escenarios en la década de los años veinte y treinta y del que el propio Fernán-Gómez habla maravillas en sus memorias. Asimismo, y ya puestos a buscar afinidades, resulta inevitable ver este filme y no pensar en El viaje a ninguna parte (1986), la novela y posterior adaptación cinematográfica de Fernán-Gómez que también transcurría a medio camino entre la imaginación y una residencia de ancianos.



A sus veintiocho años, y víctima de un desengaño amoroso, Mateo (Ricardo Franco) ha decidido ingresar voluntariamente en el hogar de las Hermanitas de la Caridad, donde, con la excusa de hacer de jardinero, se va a convertir en el cómplice ideal de los propósitos del viejo maestro. De hecho, puede decirse que la melancolía juvenil del uno se complementa a la perfección con el ardor otoñal del otro, dando lugar a una pareja un tanto quijotesca, ávida de aventuras y propósitos descabellados.

Son muchas las referencias que aquí se manejan, desde los versos de Espronceda hasta tesoros enterrados por intrépidos corsarios en alguna isla remota de los mares del sur. Las adustas monjas del hospicio, en cambio, representan el choque con una realidad de la que los otros dos intentarán evadirse con los medios que tienen a su alcance, ya sean estrambóticos montajes escénicos o recuerdos de un pasado idílico que jamás tuvo lugar.



4 comentarios:

  1. Aún no la he visto, pero la tengo en la recámara. De Franco, "La buena estrella" es mi favorita.
    Saludos

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    1. Yo pensaba igual que tú hasta que he descubierto "Los restos del naufragio".

      Saludos.

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  2. Una película de pasados imaginados que los protagonistas sueñan con llevar a la realidad.

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    1. Efectivamente. Por eso no me extrañaría nada que, tal y como apunto en la entrada, Fernán-Gómez se apropiase la idea, años después, para escribir y luego dirigir "El viaje a ninguna parte".

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