sábado, 4 de julio de 2020

Piedra de toque (1963)




Director: Julio Buchs
España, 1963, 102 minutos

Piedra de toque (1963) de Julio Buchs


Carlos (Arturo Fernández) lleva una existencia de lo más ociosa, viviendo a costa de la inmensa fortuna de su padre, un afable hombre de negocios, viudo y ya entrado en años, que, sin embargo, le dará un tremendo disgusto al hijo al anunciarle que va a casarse con su secretaria. Y es que Dora (Susana Campos), que así se llama la bella señorita, mantiene, desde hace tiempo, una relación sentimental con Carlos. Extremo que el buen hombre ignora, pero que, ante la alergia del joven al compromiso, tampoco es impedimento para que Dora acepte, dejando al pobre Carlos en la más mísera de las tribulaciones.

Cuando se estrenó Piedra de toque, debut de Julio Buchs en la dirección de largometrajes, Guinea Ecuatorial estaba a punto de inaugurar la autonomía previa a su independencia definitiva respecto al Estado Español (que se haría efectiva a partir del 12 de octubre de 1968). Por tanto, era aún, y a todos los efectos, una colonia africana cuya economía se basaba en el cultivo de extensas plantaciones de cacao como las que posee don Enrique (Alfonso Godá), el padre del protagonista.

Sin ser consciente de ello, el padre le "roba" la chica al hijo


Aparte de la exuberancia del paisaje selvático, magníficamente fotografiado en Eastmancolor por Manuel Hernández Sanjuán, el interés del filme radica en los diversos dilemas que plantea. El primero de ellos tiene que ver con el difícil proceso de adaptación de un señorito holgazán como Carlos en un entorno radicalmente distinto al de su zona de confort madrileña, si bien contará para ello con la ayuda inestimable de Montoro (Roberto Camardiel), el experimentado administrador de las fincas guineanas paternas, que tendrá la santa paciencia de ejercer de cicerone del heredero. Aunque la encrucijada que mayores quebraderos de cabeza acarrea a Carlos se deriva del hecho de haber conocido a Elena (Ángela Bravo), una joven local, hija de españoles, que trabaja haciendo portes con su destartalada camioneta. Disyuntiva que se agrava cuando Dora se planta de improviso en Guinea...

Hay, por último, mezclada con cierta dosis de religiosidad, una leve cuestión racial que implica a Carlos (cuyos prejuicios, al respecto, saltan enseguida a la vista) y al padre Antonio Anwé (el norteamericano William Marshall), misionero entrometido, perpetuamente vestido de blanco, que va a tener un papel decisivo en la aclimatación (y salvación) del indeciso: "Los plateros usan de la piedra de toque para distinguir lo que es oro de lo que tan sólo resulta ser una vulgar imitación. Ve a tu casa. Allí, frente a la mujer que en ella tienes, reflexiona, mira hondo hacia tu interior. Y, si tu voluntad te empuja de nuevo a buscar a Elena, entonces, vuelve..."


2 comentarios:

  1. de lo que trata el film parece interesante, no sabía de la independencia tan tardía con respecto a España, saludos

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    1. Yo creo que muchos españoles tampoco lo saben, ja. En cualquier caso, una película en la que interviene la hermosa actriz argentina Susana Campos (1934-2004) es ya de por sí una película que merece la pena ver.

      Saludos.

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