Directores: Fernando Fernán Gómez y José Luis García Sánchez
España, 2000, 88 minutos
Lázaro de Tormes (2000) de Fernán Gómez y García Sánchez |
En este tiempo, viendo mi habilidad y buen vivir, teniendo noticia de mi persona el señor arcipreste de San Salvador, mi señor, y servidor y amigo de Vuestra Merced, porque le pregonaba sus vinos, procuró casarme con una criada suya. Y, visto por mí que de tal persona no podía venir sino bien y favor, acordé de lo hacer. Y, así, me casé con ella, y hasta agora no estoy arrepentido, porque, allende de ser buena hija y diligente servicial, tengo en mi señor el arcipreste todo favor y ayuda.
Anónimo
La vida de Lazarillo de Tormes, y de sus fortunas y adversidades (1554)
Pese a tratarse de la típica adaptación cinematográfica, a la que tan dado ha sido siempre el cine español, de un clásico de nuestra literatura, este Lázaro de Tormes posee, sin embargo, el aliciente de reunir un elenco de actores en el ocaso de sus respectivas carreras. Magníficos intérpretes, todos ellos, como ese inmenso Paco Rabal haciendo de ciego, dirigidos por otro de los grandes, Fernando Fernán Gómez, quien, debido a problemas de salud, no pudo finalizar un rodaje que acabaría completando García Sánchez y que, al fin y a la postre, terminó siendo su testamento fílmico (al menos como director).
Ganadora de dos Goyas, al mejor diseño de vestuario y al mejor guion adaptado, tal vez su origen teatral (recuérdese que Rafael Álvarez "El Brujo" había arrasado antes en los escenarios con uno de sus habituales monólogos inspirado en este mismo personaje) le pasa factura a una película en la que lo escénico acaba anteponiéndose a la acción con demasiada frecuencia.
"¡Blancooo, garnacha y albillooo!" |
Con todo y con eso, lo que en la novela es una larga carta en primera persona aquí se resuelve, con muy buen criterio, en forma de declaraciones del Lázaro adulto ante distintos tribunales que juzgan su "caso". Lo cual dará lugar a una estructura un tanto cervantina, en la que se superponen distintos planos temporales. Veamos un ejemplo: el imputado narra, ante la audiencia que escucha su testimonio, cómo solía ejercer de pregonero de vinos por las calles de Toledo; y ese Lázaro de hace algunos años es el que, a su vez, se retrotrae hasta su infancia para contarle a la nutrida muchedumbre, que se ha dado cita a su alrededor en una plaza pública, los episodios más relevantes (los toros de Guisando, la longaniza, el poste de Escalona...) de su entrada en el mundo como mozo de ciego.
Aunque lo más original de esta recreación es que intenta rellenar las lagunas del relato de Lázaro proponiendo personajes y situaciones que, sin estar en el texto original, apenas desentonan con la lógica interna del mismo. Así pues, tanto Pedro Machuca (Agustín González) como el alcalde (Juan Luis Galiardo) no son sino creaciones espurias del propio Fernán Gómez, hombre de letras que supo prescindir de algunos de los caracteres más célebres de la obra anónima (caso del hidalgo empobrecido) para explorar nuevas posibilidades de un texto imperecedero.
Hola Juan!
ResponderEliminarGuardo un buen recuerdo de la película, desde luego ese reparto es toda una garantía.
Saludos!
Es una película crepuscular, muy de profesor de literatura.
EliminarSaludos