Título original: Les rivières pourpres 2 - Les anges de l'apocalypse
Director: Olivier Dahan
Francia/Italia/Reino Unido
Ríos de color púrpura 2: Los ángeles del apocalipsis (2004) de Olivier Dahan |
Aprovechando el tirón de la primera entrega, cuatro años después llegaba esta segunda parte de Les rivières pourpres, escrita por Luc Besson a partir del universo novelesco que ideara Jean-Christophe Grangé y dirigida por un cineasta que fue pintor y realizador de videoclips antes de dar el salto al séptimo arte: Olivier Dahan (La Ciotat, 1967), el mismo que, inmediatamente después de este proyecto, se zambulliría en la vida de Édith Piaf para mayor gloria de la multipremiada Marion Cotillard.
No obstante, el hecho de que se tratase de una coproducción internacional favoreció la presencia en el reparto del mítico Christopher Lee, ya octogenario, en un papel de antiguo oficial nazi reconvertido en líder de una peligrosa secta milenarista. El protagonismo, en cambio, volvía a recaer otra vez en Jean Reno, de nuevo encarnando al experimentado comisario Niémans, ahora acompañado por Benoît Magimel, quien interpreta al joven y un tanto impulsivo agente Reda (de hecho, un antiguo alumno de Niémans en la academia de policía).
Juntos, y con la ayuda inestimable de Marie (Camille Natta), especialista en simbología cristiana, afrontarán la resolución de un caso especialmente sangriento: el asesinato en serie de un grupo de neoapóstoles a manos de esos querubines apocalípticos a los que alude el título de la cinta. O lo que viene a ser lo mismo: monjes encapuchados, de descomunal fuerza y agilidad, que brincan por doquier con la pericia de un campeón de parkour y buscan bajo tierra un preciado tesoro medieval.
Ni que decir tiene que semejante argumento no se aguanta ni por casualidad y que los tópicos habituales del polar francés (lluvia perpetua, hemoglobina a raudales, ritos macabros...) no alcanzan aquí la agudeza de la que hicieron gala ilustres predecesores como, por ejemplo, Jean-Pierre Melville (1917–1973). Los mitómanos más recalcitrantes sí que disfrutarán, por el contrario, de la aparición fugaz del bueno de Johnny Hallyday en un papelillo sin mayor trascendencia.
Hola Juan!
ResponderEliminarCreo recordar que en su momento no tuvo muy buena acogida y por eso la deje pasar, luego de leer tu reseña creo que la seguiré dejando en la nevera.
Saludos!
¡Ja, ja, ja! Si te digo la verdad, Fran, yo jamás la hubiese visto si no hubiese leído el libro. O sea que haces bien.
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