martes, 27 de septiembre de 2016

El porvenir (2016)




Título original: L'avenir
Directora: Mia Hansen-Løve
Francia/Alemania, 2016, 102 minutos

El porvenir (2016) de Mia Hansen-Løve


Hay que decirlo bien claro: desde hace ya tiempo (demasiado tiempo), Isabelle Huppert se ha convertido en una actriz que hiperactúa… Parece que se haya dejado encasillar en esa mujer de cierta edad y mirada perdida, obligada a reinventarse, a menudo víctima de relaciones tóxicas o de unos padres excesivamente absorbentes.

En L'avenir (2016), la última de sus películas que se ha estrenado entre nosotros, a pesar del Oso de plata obtenido en Berlín y de la siempre sugerente puesta en escena de Mia Hansen-Løve, nos encontramos de nuevo con esos mismos elementos, por lo que resulta más bien inevitable ser asaltado por una fastidiosa sensación de déjà vu.

En esta ocasión, la actriz francesa interpreta a Nathalie Chazeaux, una profesora de filosofía que deberá lidiar con una madre tan posesiva como hipocondríaca (¿pero esto no lo habíamos visto ya en La pianista...?) y que tendrá que cambiar su modo de vida al ser abandonada por su esposo. También hay que decir que se queda como si tal cosa, ya que esta madame Chazeaux es un personaje más bien cerebral y un tanto intelectualoide. Cuenta, eso sí, con el apoyo incondicional de su hija y de su hijo, así como de Fabien (Roman Kolinka), un exalumno a favor del compromiso político y que no dudará en socorrerla.



Pese a su juventud, la directora Mia Hansen-Løve (esposa, a su vez, del también realizador Olivier Assayas) cuenta en su haber con cinco largometrajes. Pero si en los inicios de su carrera supo sorprender con títulos como Le père de mes enfants (2009) o Un amour de jeunesse (2011), en las dos últimas entregas, tanto Edén (2014) como El porvenir, empieza a dar síntomas de que su cine se va volviendo peligrosamente convencional. Sólo faltaba que algunos hayan decidido colocarle el sambenito de heredera de Éric Rohmer, lo cual, lejos de ser un elogio, no es sino una falta de respeto hacia alguien que tiene (que tenía, vaya) su estilo propio. Habrá que ver, por tanto, cómo evoluciona su carrera, aunque con El porvenir, por más que algunos espectadores se desternillen con las ocurrencias de su protagonista, otros, en cambio, nos hemos sentido defraudados.

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