jueves, 9 de octubre de 2025

Don Quijote de la Mancha (1926)




Título original: Don Quixote
Director: Lau Lauritzen
Dinamarca, 1926, 135 minutos

Don Quijote de la Mancha (1926) de Lau Lauritzen


Debido a un orgullo patriotero y absurdo, la mayor parte de adaptaciones fílmicas extranjeras de la obra cervantina han topado generalmente con una acogida fría, cuando no adversa, por parte de la crítica local. Tal vez ello explique el escaso predicamento del que ha gozado por estos pagos el Don Quixote (1926) del danés Lau Lauritzen, monumental aproximación a las andanzas del celebérrimo hidalgo manchego y su fiel escudero Sancho, en este caso interpretados por una pareja de cómicos, Carl Schenstrøm (1881-1942) y Harald Madsen (1890-1949), conocidos, respectivamente, en España bajo el sonoro nombre artístico de Pat y Patachón.

Sea como fuere, lo cierto es que la entonces potentísima industria cinematográfica del país escandinavo no escatimó esfuerzos en la producción de una película cuyo vestuario, decorados y localizaciones reproducen fielmente el contexto histórico en el que transcurren los hechos. No en vano, el equipo técnico se trasladó a la Península Ibérica para rodar los exteriores en enclaves naturales de la provincia de Ciudad Real como Puerto Lápice, Alcázar de San Juan o Campo de Criptana, llegando incluso hasta algunos rincones de las más remotas Sevilla y Granada.



En cuanto a la ambientación en términos generales y, más en particular, todo lo que sería la apariencia de los personajes, ésta bebe descaradamente de la tradición iconográfica que arranca en el siglo XIX con los grabados del francés Gustave Doré (1832-1883), mientras que el guion, a cargo del propio Lauritzen, recoge la mayor parte de episodios famosos protagonizados por el Caballero de la Triste Figura (los molinos, la venta, el rebaño de ovejas, los odres de vino...), así como las tretas de los duques (en especial la que convierte a Sancho en gobernador por unos días) y hasta la historia intercalada de Cardenio y Luscinda.

Excelente versión, así pues, que contó con un importante respaldo institucional por parte de las autoridades españolas de aquel entonces, ávidas de fomentar en el norte de Europa el interés turístico hacia nuestro país (se dice que hasta la Casa Real cedió mobiliario para la filmación de determinadas escenas), a la que algunas copias que circulan hoy día por internet añaden música del compositor Richard Strauss, con lo que el visionado gana enormemente en cuanto a espectacularidad e intensidad se refiere.



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