lunes, 13 de octubre de 2025

Don Quijote (1957)




Título original: Don Kikhot
Unión Soviética, 1957, 110 minutos

Don Quijote (1957) de Kozintsev


Una lectura soviética de la obra cumbre de Cervantes implica forzosamente que sus personajes terminen adoptando en uno u otro momento la óptica socialista de la lucha de clases. De ahí que Sancho (Yuriy Tolubeev), al poner punto final a su relación con los aristócratas que lo han hecho gobernador de la Ínsula Barataria, les espete aquello de: "Yo al menos me ganaré la vida trabajando. ¿Pero qué será de vosotros cuando dejéis de ser nobles?". Curiosa afirmación en boca de un hombre del pueblo que vaticina la revolución proletaria con varios siglos de antelación.

Por otra parte, esos mismos duques que le siguen la corriente a los protagonistas responden a un perfil acartonado e insufriblemente arrogante que es típico del cine de propaganda, en este caso con la finalidad evidente de generar rechazo hacia ellos en el espectador. En cambio, los personajes de extracción popular, que son la mayoría, ya se trate de los vecinos y parientes del hidalgo y su escudero o de los diversos tipos con los que ambos se cruzan en el transcurso de sus andanzas, rezuman vida por los cuatro costados.



Dicho desparpajo queda sobre todo patente cuando el Caballero de la Triste Figura (excepcional Nikolay Cherkasov), haciendo honor a su vocación de paladín de la libertad y las causas perdidas, libera a los galeotes o a la dama (Altisidora es su nombre) que, a su juicio, llevan presa en el interior de un carruaje. También al enfrentarse al fiero león enjaulado que, ajeno a la valentía de su oponente, se gira sin más mostrándole las posaderas. O qué decir del infeliz Andresillo, apaleado por su amo, y hasta de la campechana Maritornes. Episodios, todos ellos, que conforman un mosaico cuyo denominador común sería la sed de justicia social.

Sin embargo, otra interpretación posible de este Don Quijote (1957) remite a los años inmediatamente posteriores a la muerte de Stalin (fallecido en el 53) y al clima de deshielo que se vivía en aquel entonces en la URSS tras los años de plomo bajo el yugo del funesto dictador. Vista así, la adaptación de Kozintsev y su guionista Evgeniy Shvarts pudiera entenderse como una alegoría de la lucha de la población civil contra los jerarcas del aparato estatal, siendo el ubicuo y aborrecible Sansón Carrasco (Georgiy Vitsin) una especie de "comisario político" siempre pendiente de que su vecino Alonso Quijano vuelva a los cauces de una existencia "normal".



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