Título original: Play Misty for Me
Director: Clint Eastwood
EE.UU., 1971, 102 minutos
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Escalofrío en la noche (1971) |
El debut direccional de Clint Eastwood rendía homenaje al mundo de la radio mediante una trama, escrita por la guionista Jo Heims, en colaboración con Dean Riesner, en la que un locutor especializado en emisiones dedicadas a la música jazz se ve envuelto en una relación enfermiza con una oyente que siempre le pide que ponga la misma canción... Circunstancia que en el título original (Play Misty for me) daba pie a un ingenioso juego de palabras con las connotaciones negativas de un adjetivo que, además de "neblinoso", significa también "sensible o sentimental".
Aunque tal vez habría que comenzar remarcando la sensualidad de la voz del propio Eastwood, dato determinante en la cinta que nos ocupa y que en España, donde invariablemente fue doblado por la voz varonil de Constantino Romero, suele pasar desapercibido. De hecho, buena parte de su éxito como actor cabría achacarla a ese contraste entre la apariencia gélida de un tipo de metro noventa con cara de malas pulgas y una voz muy suave, casi femenina, que uno no se espera.
Aparte del ya mencionado carácter tóxico de la relación entre Dave (Eastwood) y Evelyn (Jessica Walter), plasmado mediante recursos visuales que lo mismo remiten al giallo italiano que al Hitchcock de Psicosis (1960), la ópera prima de Clint Eastwood retrata muy bien la escena musical de aquel entonces, un período en el que el rock y el jazz convergieron, con la influencia mutua que ello conlleva. De ahí que se incluyan imágenes, al más puro estilo cinéma vérité, del multitudinario Festival de Monterrey (en uno de cuyos insertos, por cierto, aparecen Cannonball Adderley y los miembros de su grupo, entre ellos Joe Zawinul, futuro fundador de los Weather Report).
Y todo ello filmado en apenas un mes en los alrededores de Carmel-by-the-Sea, la misma ciudad californiana de la que Eastwood llegaría a ser alcalde entre 1986 y 1988. En conjunto, Play Misty for Me (1971) no sólo cimentó su carrera como cineasta serio, sino que también se posiciona como una obra clave en la transición del cine de género hacia una exploración más psicológica e introspectiva. A este respecto, Eastwood demuestra un notable control narrativo y visual al subvertir el arquetipo masculino que él mismo había encarnado hasta entonces, colocándolo en una posición de vulnerabilidad frente a una figura femenina agresiva y perturbadora. Así pues, la película dialoga con la tradición del cine negro y anticipa el subgénero del "thriller de acoso" que se consolidaría en décadas posteriores con títulos como Atracción fatal (1987).
En efecto, muy interesante esa especie de documental sobre el Festival de jazz de Monterrey.
ResponderEliminarTiene un valor testimonial innegable, pese a que no venga muy a cuento en una película de terror psicológico.
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