miércoles, 24 de abril de 2024

El dependiente (1969)




Director: Leonardo Favio
Argentina, 1969, 80 minutos

El dependiente (1969) de Leonardo Favio


Extraña y alucinante, la puesta en escena de El dependiente (1969) se avanza en muchos años a las atmósferas oníricas de, pongamos por caso, un David Lynch. Aunque algo fétido que flota en ese mismo ambiente sugiere que el argentino Leonardo Favio debía de perseguir algún tipo de mensaje en clave alegórica a propósito de una sociedad en descomposición. No en vano, el propio Fernández (Walter Vidarte) personifica al típico empleado gris cuya existencia se circunscribe a la rutina de una mísera ferretería, regentada por el viejo don Vila (Fernando Iglesias 'Tacholas').

Pero el amor llama un buen día a la puerta del buen Fernández y la vida de éste cobra de repente un sentido inusitado. O por lo menos eso cree él hasta que tiene ocasión de formalizar sus relaciones con la sumisa señorita Plasini (Graciela Borges). Porque se da la circunstancia de que en el interior de aquella casa, marcada por el recuerdo del difunto patriarca, la cordura brilla por su ausencia. Y así, la madre (Nora Cullen), pese a su aparente afabilidad, sufre continuos accesos de locura que, en el caso de su hijo Estanislao (Martín Andrade), llegan a ser demencia crónica.

El actor Walter Vidarte en un primer plano que recuerda al célebre Grito de Munch


Para recrear semejante microcosmos, Favio recurre a un planteamiento ligeramente teatral a base de silencios prolongados en los que la cámara retrocede a menudo hasta captar a los actores en plano general, dando a entender un distanciamiento tanto físico como dramático. Del mismo modo, la tendencia a servirse del trávelin o incluso del ángulo contrapicado, cuando se trata de realzar la envergadura de determinados personajes, denota el talento de un cineasta extraordinariamente dotado para expresar en imágenes las consecuencias de una educación represiva.

Lo cierto es que no debió de pasar desapercibida la enorme carga crítica de una película incómoda que marcaría, por lo menos durante unos años, el progresivo declive de la carrera de su director, concentrado, a partir de entonces, en su nueva y fulgurante faceta de cantante melódico. Con todo y con eso, quedará para los restos la causticidad de cuanto aquí se sugiere, adaptación de un relato de Zuhair Jury, hermano y colaborador habitual de Favio, que dejaba entrever la obsesión de las clases subalternas por el ascenso social (y de ahí las alusiones sarcásticas a los clubes rotarios).



6 comentarios:

  1. Hablamos de mi favorito hoy! que alegría. Ojo que no coincido con su declive, hizo algunas obras maestras más, no te pierdas lo que siguió por favor.

    La escena final se hizo precariamente pero de esa forma maravillosa que viste, no te pierdas eso tampoco que existe un video en youtube.

    El mejor cineasta argentino por estilo propio, una rareza digamos. Saludos!

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    1. Bueno, "declive": quise decir parón durante algunos años, que culminarían con su exilio en Colombia. Pero sí: soy consciente de que debo revisar toda su filmografía.

      Voy a buscar el vídeo que me comentas. Gracias.

      Saludos.

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  2. Esta es una película que debo repasar, pero es muy cierto por los recuerdos que tengo que los ambientes oníricos han anticipado a Lynch, como buen caso que has elegido.

    Impecable reseña, Juan.
    Dan ganas de dear todo lo que estoy haciendo y ponerme a ver el film

    Abrazos

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    1. Muchas gracias, Frodo: me abrumas con tu entusiasmo. Gracias de nuevo por tu buena onda.

      Abrazo fuerte, amigo.

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  3. El recordado Walter Vidarte, que se nos hizo más familiar aquí a partir de su exilio español en el 74 y sus apariciones en televisión.

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    1. Tuve la suerte de verlo actuar en vivo, interpretando el papel de don Latino de Híspalis en "Luces de bohemia" de Valle-Inclán. Fue en el teatro Goya de Barcelona, en 1998.

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