miércoles, 3 de enero de 2024

Los días perdidos (1963)




Director: Víctor Erice
España, 1963, 41 minutos

Los días perdidos (1963) de Víctor Erice


Los sesenta años que separan Los días perdidos (1963), práctica de licenciatura de Víctor Erice, de Cerrar los ojos (2023) engloban la trayectoria de uno de los directores más sobresalientes que haya dado el cine español. Y lo cierto es que ya apuntaba maneras cuando, siendo apenas un aspirante, presentó sus credenciales ante la Escuela Oficial de Cinematografía con un mediometraje que abordaba el reencuentro de una mujer de mediana edad, residente en París, con la gris realidad que había dejado atrás cuando abandonó Madrid.

El motivo de su regreso, el repentino fallecimiento del padre, a cuyo entierro, sin embargo, no logra llegar a tiempo, planea de principio a fin del relato como si de un mal augurio se tratase. A este respecto, la voz en off de la mujer, interpretada por Luisa Muñoz, denota el vacío existencial de una persona a la que ya nada ata aquí, pero que tampoco parece haber arraigado lo suficiente en el país vecino pese a estar casada con un francés (Jean-Pierre) y tener un hijo pequeño (Marcel) que dice echarla de menos durante la breve y accidentada conversación telefónica que mantienen.



Otro tanto se desprende de su reencuentro con Pilar (María Elena Flores), la antigua amiga con la que ahora ya no sabe de qué hablar, o con Juan (Francisco Andrada), el novio al que abandonó y al que tal vez no ha logrado olvidar ni él a ella tampoco…

La música de Miles Davis (la célebre versión del "Concierto de Aranjuez" que posteriormente utilizará Almodóvar en varias de sus películas) le otorga un toque más melancólico aún, si cabe, al blanco y negro de esa España sórdida que dejan entrever las imágenes: un lugar adusto en el que parece que el tiempo se haya detenido y donde la única paz que se respira es la paz de los cementerios.



4 comentarios:

  1. ¿Una versión española de Antonioni? Si así fuera, seguro que la hermosura y la melancolía están presentes.

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    1. Aunque las comparaciones son siempre odiosas, hay que admitir que el influjo del cineasta italiano sobre el joven Erice parece obvio.

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  2. Hola Juan!
    Anotada queda. Dada la fecha me imagino a los censores de turno escudriñándose los sesos y preguntándose ¿nos estarán colando algo y no lo vemos?...
    Saludos!

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    1. Pues en este caso en concreto me temo que no fue necesario que actuase la censura, ya que la película, al ser una práctica de fin de carrera, no llegó a estrenarse nunca comercialmente.

      Saludos.

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