sábado, 13 de enero de 2024

Bodas de sangre (1981)




Director: Carlos Saura
España/Francia, 1981, 72 minutos

Bodas de sangre (1981) de Carlos Saura


Despierte la novia
la mañana de la boda;
ruede la ronda
y en cada balcón una corona.

Federico García Lorca
Bodas de sangre (1933)

La estilización a la que Antonio Gades somete el texto lorquiano es aprovechada por Carlos Saura en Bodas de sangre (1981) para llevar a cabo una de sus propuestas cinematográficas más innovadoras. Que no consiste tanto en un ballet filmado, sino más bien en un intento de work in progress cuyos intérpretes ensayan primero la obra para después irse metiendo gradualmente en la piel de los personajes.

Junto con el malogrado bailarín, autor de la coreografía de Crónica del suceso de bodas de sangre (1974), comparten protagonismo Cristina Hoyos, en el papel de Novia, y un jovencísimo José Mercé que ya despuntaba como el notable cantaor que después ha sido. También aparecen fugazmente Pepa Flores, a la sazón pareja sentimental de Gades, interpretando la célebre "Nana del caballo grande", y Pepe Blanco al frente de la orquesta que ameniza el convite.



Desprovista de sus diálogos, la acción se centra en la expresividad de unos cuerpos que la cámara capta con magistral delicadeza. A este respecto, son dignos de mención los devaneos del duelo final con navajas, en los que ambos contrincantes ralentizan sus movimientos hasta desembocar en el trágico desenlace.

Y todo ello sin salir de una simple sala de ensayo, la austeridad de la cual, con sus paredes y tablas blancas, revierte en un aire sobrio que hoy podríamos calificar de minimalista. Sabia puesta en escena, magníficamente fotografiada por Teo Escamilla, que, tras el éxito de la película, tendría continuidad hasta convertirse en una trilogía, siempre bajo la producción de Emiliano Piedra y con Antonio Gades encabezando el elenco, completada por Carmen (1983) y El amor brujo (1986).



4 comentarios:

  1. Saura pretender hacer sentir al espectador que está asistiendo a un ensayo de la obra desde una posición de observador privilegiado que ve sin ser visto. Está claro que no asistimos a un ensayo, sino a un "ensayo ensayado".
    La ilusión funciona, pues en teoría el ensayo no es para que el público lo vea, pero nosotros tenemos el privilegio de asistir a él.
    Un ejercicio de estilo con el sello de Saura, con absoluta economía de medios, estudiados encuadres, iluminaciones y movimientos de cámara.

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    1. Todo ello es muy cierto. Como el hecho de que la película empieza siendo un documental que paulatinamente se irá convirtiendo en un musical.

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  2. Una excelente película que también abrió una etapa singular en la filmografía de Carlos Saura.

    Un abrazo.

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    1. De hecho, sorprende la modernidad de su planteamiento, lo cual la convierte en una obra atemporal.

      Un abrazo.

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