viernes, 10 de diciembre de 2021

Visionarios (2001)




Director: Manuel Gutiérrez Aragón
España, 2001, 112 minutos

Visionarios (2001) de Manuel Gutiérrez Aragón


Euskadi, 1932: en aplicación de las leyes republicanas que promueven la laicidad del Estado, se procede a la retirada de símbolos católicos en la escuela de una pequeña aldea, lo cual enciende los ánimos de la mayoría de vecinos del lugar, quienes focalizan su ira en el maestro (Kike Díaz de Rada). Paralelamente, un grupo de jóvenes asegura que se les ha aparecido la Virgen. El mensaje divino del que son depositarios anuncia una cruenta contienda...

Visionarios (2001) colocaba de nuevo a Gutiérrez Aragón en la senda de algunos de los títulos más emblemáticos de su ya de por sí singular filmografía. A este respecto, los hechos que se describen en la película constituyen una suerte de alegoría política similar a la ensayada por el cineasta cántabro en El corazón del bosque (1979), si bien dejando de lado cualquier atisbo críptico en favor de un academicismo más acorde con su condición de autor consagrado.



Las diferentes facciones enfrentadas en el seno de una pequeña comunidad del País Vasco profundo configuran el preludio de lo que posteriormente degenerará en la Guerra Civil Española: un caldo de cultivo cuyos ingredientes principales, a base de demagogia y extremismo religioso, convierten en irrespirable el mismo ambiente en el que, sin embargo, florece el amor entre Joshe (Eduardo Noriega) y Usúa (Íngrid Rubio).

La moraleja que encierra esta parábola en torno al culto de la Virgen de Ezkioga no deja muy bien parado a ninguno de los bandos en litigio. Al delegado del Gobierno (Luis Tosar) y al Gobernador (Fernando Fernán-Gómez) porque pretenden inducir a los visionarios  para que declaren públicamente lo que a ellos les conviene; a los ministros de la Iglesia (Karra Elejalde y Ramón Agirre) por los recelos con los que afrontan el fervor devoto del pueblo llano; a Patxi (Jimmy Barnatán), líder de los videntes, por la astucia con la que gestiona la situación; por último, Carmen Molina (Emma Suárez), y el resto de sublevados, por confinar en un psiquiátrico a los jóvenes beatos después de servirse de ellos para sus fines políticos.



6 comentarios:

  1. De las últimas películas que reseñas con intervención de Fernando Fernán-Gómez reconozco no haber visto ni una. Supongo que no llegaron a mi pueblo (como la mayor parte del cine español de la época).

    Un abrazo.

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    1. Me temo, Ricard, que la mayoría no llegaron a ninguna parte...

      Un abrazo

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  2. Las apariciones del monte de Ezkioga, que comenzaron el 29 de junio de 1931, además del preludio de lo que fue la Guerra Civil, dieron lugar también a una especie de enfrentamiento entre el mundo rural y sus creencias y el liberalismo que representan las ciudades. Todo ello azuzado por la Iglesia que veía perder su importancia en la vida de esas gentes que empezaban a sentirse atraídos por el anticlericalismo de los demagogos republicanos y por los socialistas, que habían aprendido de Marx que la religión es el opio del pueblo y ofrecían una austera moral proletaria como alternativa.
    No se si la película, que no he visto, recoge todo eso.

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    1. Sí, correcto: ése es, más o menos, el telón de fondo.

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  3. Hola Juan!
    No he visto la película y desconocía esa historia. Recuerdo siendo niño que mi tía guardaba en un armario paquetes de comida no perecedera, tarde algunos años en preguntarle el motivo, con 5 palabras me desvelo la duda, "por si viene una guerra"...
    Saludos!
    Saludos!

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    1. Ah, bueno: creí que ibas a decirme que se le aparecía la Virgen dentro del armario...

      Saludos.

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