sábado, 6 de noviembre de 2021

Moros y cristianos (1987)




Director: Luis García Berlanga
España, 1987, 116 minutos

Moros y cristianos (1987) de Luis García Berlanga


La que había de ser última colaboración entre Azcona y Berlanga narraba el accidentado periplo de un clan de turroneros alicantinos que, procedentes de Jijona, se dirigen rumbo a Madrid con la intención de promocionar sus productos en la capital del reino. Lo cual suponía, en realidad, un mero pretexto, ya que la película se plantea como la típica comedia coral, marca de la casa, con la mira puesta a satirizar aquella España de mediados de los ochenta, gobernada desde hacía un lustro por los socialistas, ya miembro de pleno de la Comunidad Económica Europea y obsesionada, para más inri, por modernizarse a marchas forzadas.

Frente a tanto desbarajuste, Moros y cristianos (1987) supuso una enésima vuelta de tuerca al circo patrio, encarnado esta vez, como sucediera con los Leguineche en anteriores títulos de la filmografía Berlanguiana, por los no menos delirantes Planchadell y Calabuig. Sólo que ahora los dardos se dirigen contra los asesores de imagen y demás gurús de la mercadotecnia. Modernillos con coleta que, al igual que Jacinto López (José Luis López Vázquez), lo mismo prometen ganar unas elecciones al político de turno que incrementar las ventas de una marca de turrón o incluso elevar a los altares a un fraile benedictino.



Son muchos los intérpretes que intervienen en semejante astracanada (así le gustaba definirla a su director), desde figuras consagradas como Fernando Fernán-Gómez, María Luisa Ponte o Agustín González hasta valores en alza como Rosa Maria Sardà o Pedro Ruiz. También Andrés Pajares o Antonio Resines: nombres en apariencia dispares, pero que bajo la dirección del maestro Berlanga encajan a la perfección en el universo histriónico del hoy centenario cineasta valenciano.

Con todo y con eso, y a pesar de que su papel de voluptuosa secretaria argentina le valió a Verónica Forqué el Goya a Mejor Actriz de Reparto, la cinta apenas logró atraer el favor de la crítica, encandilada todavía por el reciente éxito, un par de años antes, de La vaquilla (1985). Y es que, a decir verdad, le falta una pizca de frescura a una fórmula de cuya genialidad nadie duda, pero que, aun así, empezaba por aquel entonces a dar sus primeras muestras de agotamiento.



4 comentarios:

  1. Probablemente su rodaje llegó a destiempo, pues Berlanga llevaba acariciando el proyecto años, hasta que se presentó la ocasión de sacarlo adelante.

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    1. Supongo que sí: estas películas tenían su pleno sentido durante la dictadura.

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  2. Hola Juan!
    Si la memoria no me falla la vi en el cine, jamás volví a verla y la verdad apenas recuerdo algún pequeño detalle. En todo caso, astracanada o no menudo reparto...
    Saludos y feliz semana!

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    1. Aunque menos inspirada que otros títulos de la filmografía berlanguiana, la verdad es que sigue siendo una buena película.

      Un abrazo.

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