domingo, 14 de noviembre de 2021

El río que nos lleva (1989)




Director: Antonio del Real
España, 1989, 116 minutos

El río que nos lleva (1989) de Antonio del Real


Todo estaba dispuesto, aunque nadie lo supiera porque la vida no avisa. A veces se divierte soplando en sus trompetas para nada; otras, en cambio, su corriente reúne a la callada ciertos seres y cosas, y deja que pase lo que tiene que pasar. Sólo mucho después se reconoce lo decisivo de cierta circunstancia, de tal gesto. Por ejemplo, aquel encuentro, aquellos pasos que habría de dar Shannon. ¿Por qué ocurrió, por qué se dieron? Es inútil cavilar: fue un capricho del río, un vuelco de la sangre. Quizá sólo la sangre sabe siempre por qué.

José Luis Sampedro
El río que nos lleva

Cuenta Fernando Fernán-Gómez en sus memorias que, hallándose en Roma con motivo del rodaje de La conciencia acusa (La voce del silenzio, 1953), fue testigo de la enorme expectación que ocasionó la presencia de Gregory Peck y Audrey Hepburn en la capital italiana, adonde se habían trasladado para protagonizar Vacaciones en Roma (Roman Holiday, 1953) a las órdenes de William Wyler. Furor más que comprensible, teniendo en cuenta que se trataba de estrellas de Hollywood en el momento álgido de sus respectivas carreras. Lo curioso del caso es que quién le había de decir en aquel entonces al bueno de don Fernando que, al cabo de los años, él mismo intervendría en una película junto a un hijo del galán norteamericano...

La cinta en cuestión es El río que nos lleva (1989), adaptación de la novela homónima de José Luis Sampedro que, además de ser financiada por el Banesto de Mario Conde, mereció ser "declarada de interés por la Unesco por su contribución a la defensa de los valores culturales y ecológicos de la región del Alto Tajo castellano". Fueron sus protagonistas, aparte del mencionado Fernán-Gómez (Padre Ángel), Alfredo Landa (El Americano), Eulàlia Ramon (Paula) y Tony Peck (Roy Shannon), vástago, este último, del veterano actor, quien acudió al estreno en Madrid en señal de apoyo.



Ciertamente, son muchas las escenas de la película que destacan como documento etnográfico, en especial aquéllas en las que se aprecia la labor de los gancheros conduciendo la maderada a través de las no siempre apacibles aguas del Tajo: oficio heroico, al borde de la desaparición, y en cuyo beneficio juega un papel de realce la meritoria banda sonora compuesta por Lluís Llach y Carles Cases.

Aparte de la vida en los pueblos y la plasmación en imágenes de sus tradiciones, la película, como el libro, toca asimismo otros temas más de índole social. Por ejemplo, la camaradería entre unas gentes que, en plena posguerra, no sólo se ven obligadas a sobrevivir haciendo frente a las inclemencias de la naturaleza, sino que también han de lidiar con los caprichos del cacique de turno. En ese aspecto, la presencia del irlandés, ex combatiente dotado de profundas convicciones humanas, en un entorno tan de España profunda ejercerá un ascendiente positivo sobre algunos de los gancheros (caso del joven que aprende a leer gracias al ejemplar del Romancero gitano que le presta Roy).



4 comentarios:

  1. Una buena película y un magnifico documento etnográfico sobre un mundo perdido.

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    1. Efectivamente. También deja constancia del carácter nómada de los gancheros. Y de las desigualdades sociales típicas de la inmediata posguerra.

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  2. Que tal Juan!
    No la he visto, desconocía lo del hijo de Peck. Siempre me ha llamado la atención esto del rio y los troncos, anotada queda.
    Saludos y feliz semana!

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    1. Aparte de esta película, me parece que Tony Peck no ha hecho mucho más. Y en cuanto al desaparecido oficio de los gancheros, aquí en Cataluña aún se conserva la Diada dels Raiers, celebración que tiene lugar en la localidad de Pobla de Segur.

      Saludos.

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