domingo, 12 de septiembre de 2021

Yo la vi primero (1974)




Director: Fernando Fernán-Gómez
España, 1974, 92 minutos

Yo la vi primero (1974) de Fernán-Gómez


Antes de que pasaran diez minutos de proyección, el público empezó a sonreír. Muy poco más adelante ya reía abiertamente con todos los golpes de ingenio de Summers y Chumy [Chúmez]. Y hasta en los momentos de silencio, por ser las escenas algo más serias, se advertía ese nosequé indefinible —pero que los del espectáculo estamos acostumbrados a captar que indica que el público se siente identificado con lo que se cuenta. La proyección terminó entre una gran salva de aplausos.

Fernando Fernán-Gómez
El tiempo amarillo

Uno de los pasajes más hilarantes de El tiempo amarillo es aquél en el que Fernando Fernán-Gómez detalla los pormenores a propósito de cómo fue recibida Yo la vi primero (1974) por el público asistente al Festival de cine de Nueva Delhi. Un auditorio compuesto íntegramente por hindúes que se desternillaban de risa viendo una película con la que, a priori, poco o nada cabía esperar que conectasen. Sin embargo, la ternura no entiende de fronteras y el mensaje de esta fábula a propósito de un niño de treinta y cinco años llegó al corazón de aquellas gentes como si de Madrid a la India apenas mediasen unos cuantos kilómetros. Mientras, ironías del destino, aquí en España, la cinta pasó absolutamente desapercibida sin que nadie, al parecer, reparase en sus muchas virtudes.

Porque, independientemente de que la historia de alguien que despierta de improviso tras varios años en coma haya servido de base para infinidad de guiones, lo cierto es que Yo la vi primero participa de la misma sensibilidad que grandes títulos del cine español como Del rosa al amarillo (1963). No en vano, ambos filmes surgieron del imaginario de Manolo Summers, ese genio tan entrañable que lo mismo dirigía que dibujaba o interpretaba. En esta ocasión se metía en la piel de Ricardito, un zangolotino encerrado en el cuerpo de un hombre cuyo reloj se paró el día en que, siendo apenas un chiquillo, sufrió un accidente con su bicicleta que lo sumió durante décadas en un profundo letargo.



Cuando vuelve en sí, su mundo es ya otro mundo. Y lo que es más grave: Paloma (María del Puy), la inseparable compañera de correrías con la que antaño solía jugar a los médicos, se ha convertido en una bella mujer, casada con un individuo que parece un ogro. Algo que no deja de martirizar al niño-hombre ante el suplicio que para él supone la restricción de sus deseos frente a las absurdas normas de la sociedad de los adultos.

Maestro consumado en el retrato de la infancia, Summers (junto al no menos ocurrente Chumy Chúmez) puso su talento al servicio de un Fernán-Gómez que firmaba, con ésta, una de sus películas más entrañables, a ratos delicada y a ratos burlesca (como en la escena de la comisaría, donde los agentes demuestran ser tan o más traviesos que el propio chico). Homenaje agridulce, en definitiva, a la niñez, que es, según la definió el poeta Rilke, "nuestra única y verdadera patria".



4 comentarios:

  1. El lenguaje universal del arte, del cine cual es el caso.

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    1. Recuerdo haber visto esta película de pequeño por televisión y ya entonces me impactó.

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  2. Hola Juan!
    No sabría decir si la he visto, el argumento desde luego resulta de lo mas curioso.
    Saludos!

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    1. Ya lo creo. Se parece mucho al que, años después, serviría de base para la serie de televisión "7 vidas".

      Saludos.

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