jueves, 7 de septiembre de 2017

Corazón solitario (1973)




Director: Francesc Betriu
España/Francia, 1973, 92 minutos

Corazón solitario (1973) de F. Betriu


Referencia 236 B. Madrid. Soy soltero, de buena profesión. Aún no tengo cuarenta años. Las chicas que me conocen me consideran bien parecido y elegante, pero sin afectación. Tengo una sólida formación moral que debo a mi madre, que en gloria esté. Mi profesión es la más bonita del mundo: soy compositor e instrumentista; mi músico preferido es Mozart. Desearía correspondencia con chicas españolas jóvenes, inteligentes y que les guste la buena música. Firmado: “Corazón Solitario”. PD.: No tengo ningún defecto físico.

Partiendo de lo que vendría a ser una parodia más o menos confesa de El último cuplé (1957) de Juan de Orduña, el primer largometraje dirigido por Francesc Betriu supuso una hilarante, a la par que cáustica, comedia negra escrita en colaboración con José Luis García Sánchez y Manuel Gutiérrez Aragón. Aunque también incluye diversos números musicales, la mayoría de corte semifolclórico, y algún que otro cameo: el dramaturgo Francisco Nieva, Benet Rossell (polifacético artista homenajeado ayer y hoy en la Filmoteca de Catalunya), etc.



Narra las vicisitudes del mojigato Antoñito (el francés Jacques Dufilho, en un papel muy similar a los que, por aquellas fechas, solía interpretar José Luis López Vázquez): clarinetista en la orquesta "Los habaneros" de la sala de fiestas El Molino Rojo y solterón empedernido profundamente marcado por la figura materna, tras la previa publicación de un anuncio en la prensa, conocerá a Rocío (La Polaca), despampanante cordobesa guiada por la firme convicción de convertirse algún día en una gran artista, pero a la que un torero de segunda fila (Máximo Valverde) dejó embarazada cinco meses atrás.

Tiene Corazón solitario, como tantos títulos de las postrimerías del franquismo, aquella extraña mezcla, entre burlona y melancólica, sórdida y tierna a la vez, que hace de ella una obra equiparable a No es bueno que el hombre esté solo (1973) de Pedro Olea, La cera virgen (1972) de Forqué o, incluso, Amador (1966) de Regueiro. Así pues, su protagonista es el típico españolito reprimido, un poco el hazmerreír del vecindario, virginalmente bondadoso y, precisamente por ello, candidato a padecer en sus propias carnes las sacudidas del destino.

Betriu comentaba esta tarde en la Filmoteca que si la película se ha conservado fue más por azar que por otra cosa: enviada a concurso al Festival de Venecia, la cinta llegó cuando el certamen ya se había clausurado, por lo que, ante los requerimientos de los organizadores, el director se quedó con la copia (la única que se ha conservado). Porque si bien la distribuyó la Paramount, no puede decirse que la compañía americana pusiera mucho empeño en tal cometido, habida cuenta de que sus verdaderas intenciones no eran otras sino colocar, mediante dicha argucia legal, sus propios productos en Europa.


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