sábado, 15 de junio de 2024

Nosotros dos (1955)




Director: Emilio Fernández
España/Méjico, 1955, 76 minutos

Nosotros dos (1955) de Emilio Fernández


Romeo y Julieta en la España profunda, pero con acento mejicano. Esa sería, a grandes rasgos, la síntesis de Nosotros dos (1955), añadiendo, además, unas gotas de cainismo o lucha fratricida. Porque si bien la rivalidad principal se da entre los Pedrosa y los Avilés, son dos hermanos de esta última familia, Beto (Marco Vicario) y Lupo (Tito Junco), los que se enzarzarán en una agria disputa a raíz de la relación del primero con la bella María (Rossana Podestà), miembro del bando enemigo. El caso es que, volviendo a esa variopinta mezcolanza a la que antes aludíamos, se da la circunstancia de que la pareja de italianos que protagoniza la película fueron también marido y mujer en la vida real.

Fiel a su estilo impetuoso, la puesta en escena del "Indio" Fernández se traduce en encuadres de una audacia técnica remarcable, con movimientos de cámara poco frecuentes en el cine español de aquel entonces. Tan intensos como las rencillas irreconciliables entre dos clanes que se odian a muerte desde tiempo inmemorial, pero que la osadía de los más jóvenes se encarga de desmentir. Una voz en off expone la situación durante los primeros instantes del filme: "Ésta es una historia de amor y de odio. De odios ancestrales, vengativos, estériles. Y de amor joven, fecundo y redentor. La eterna lucha del bien contra el mal, del odio contra el amor. Nuestra historia comienza en un atardecer de verano, cuando una carreta desvencijada se aproxima a un pueblo, cualquier pueblo, conduciendo a dos mujeres..."



Resultaría relativamente fácil, por consiguiente, intuir un trasfondo ideológico en un planteamiento en el que la pasión de las nuevas generaciones se opone a la inquina de sus mayores (interpretados, respectivamente, por la adusta Irene Caba Alba y José María Lado). Sobre todo tratándose de un país que apenas veinte años atrás, como Beto y Lupo en la ficción, se había enzarzado en una guerra civil de fatales consecuencias. Efectivamente, basta echar un vistazo a los títulos de crédito para toparse con el nombre de María Luisa Algarra (1916-1957), dramaturga barcelonesa (y, dato curioso, primera mujer que ejerció como juez en España) que, tras la contienda, se había exiliado en tierras mejicanas. El caso es que dos años antes de su prematura muerte escribió el guion de esta película, en el que también intervinieron Enrique Llovet y el propio Emilio Fernández.

Sentimientos a flor de piel que la banda sonora del argentino Isidro B. Maiztegui refuerza con la habitual vigorosidad de la sección de cuerda de sus composiciones orquestales. Lo cual, unido a la sobriedad del paisaje (los exteriores se rodaron en localizaciones de Manzanares el Real y Colmenar Viejo), ofrece un fresco singularmente atractivo pese a la depauperada calidad de las copias que suelen circular de la cinta.



2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Clásico, sí, pero al mismo tiempo intencionado, tratándose de una historia concebida por una antigua republicana exiliada.

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