miércoles, 1 de mayo de 2019

Los verdugos también mueren (1943)




Título original: Hangmen Also Die!
Director: Fritz Lang
EE.UU., 1943, 134 minutos

Los verdugos también mueren (1943)
de Fritz Lang


Comenzando por su título, perspicaz y combativo, y rematada con un esperanzador juego de palabras según el cual The End pasa a ser NOT The End, Los verdugos también mueren puede considerarse una película redonda de principio a fin. Sobre todo por la suma de talentos que supuso el contar con dos colosos de la altura de Bertold Brecht y Fritz Lang en un mismo rodaje, aunque la presencia del primero acabaría suscitando, pocos años después, las suspicacias del aciago Comité de Actividades Antiamericanas, que calificaría el filme de subversivo.

Pero en 1943 la guerra aún no había terminado y desde Hollywood se quiso contribuir a la derrota del nazismo mediante cintas de alto contenido propagandístico en las que se aunaba la calidad de los guiones con el firme propósito de despertar conciencias. Mucho más que la glamurosa Casablanca (1942), Hangmen Also Die opta por reivindicar la lucha armada como método perfectamente válido cuando se trata de ganarle el pulso a los regímenes totalitarios.



No es pues casual que se eligiera un hecho verídico —el magnicidio de Reinhard Heydrich (1904–1942), a la sazón gobernador nazi de la Checoslovaquia ocupada— para advertir al resto del mundo del alcance de la barbarie que en aquellos mismos instantes se estaba perpetrando en el corazón de Europa. ¿O es que acaso no eran alemanes, exiliados por más señas, Brecht y Lang? Motivo más que suficiente para hacerse una idea del grado de implicación emocional de ambos en el proyecto.

Son muchos los momentos memorables del filme, como, por ejemplo, la escena en la que los miembros de la Resistencia constatan que Czaka (Gene Lockhart) es un colaboracionista porque se ríe a mandíbula batiente del chiste en alemán que acaba de contar un camarero. O los versos, henchidos de fervor patriótico, que un recluso del campo de concentración recita ante sus compañeros de celda y que terminarán convirtiéndose en un himno a favor de la desobediencia civil.

El uso de las sombras denota el origen expresionista de Lang

2 comentarios:

  1. Hola Juan!
    La descubri hace algun tiempo y me parecio una de esas joyitas que te alegras por encontrar. Aun a pesar de su evidente mensaje de propaganda me parece estupenda. Creo que no he visto ninguna de Lang que me decepcionase.
    Saludos!

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    1. Lang, como bien apuntas, fue uno de los grandes, pese a que Brecht tampoco es moco de pavo. Para mí, el aliciente de la película, como en "Ser o no ser" de Lubitsch o "El gran dictador" de Chaplin, es haberse atrevido a denunciar la barbarie nazi mientras estaban sucediendo los hechos.

      Gracias por tu visita (y comentario) y hasta pronto.

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