lunes, 28 de octubre de 2024

T2: Trainspotting (2017)




Director: Danny Boyle
Reino Unido/EE.UU., 2017, 117 minutos

T2: Trainspotting (2017) de Danny Boyle


Es la última sección mierdera del Soho; estrecha y sórdida, apesta a perfume barato y a fritos, a alcohol y a la basura vertida desde las bolsas de plástico negras reventadas sobre los bordillos. Ásperas riberas de neón incorporándose entre chisporroteos a una vida apática a través de un crepúsculo de débil llovizna, profiriendo ancestrales y yermas promesas.

Irvine Welsh
Porno
Traducción de Federico Corriente

Algunos se seguirán preguntando todavía si era realmente necesario rodar una segunda parte de Trainspotting (1996), máxime tratándose de un título tan ligado a una época y a unos personajes irrepetibles. Pero la industria, cuyo único afán consiste en reeditar el éxito de fórmulas que ya hayan funcionado previamente, no entiende de este tipo de cosas, sino que, por el contrario, se empeña en apostar sobre seguro. Sea como fuere, el caso es que, pese a no estar a la altura de su predecesora, T2: Trainspotting (2017) contiene, sin embargo, elementos que merece la pena destacar.

Hay, por ejemplo, detalles que acentúan el carácter poético de una película a priori hiperrealista. Tal sería el caso de la escena en la que Renton regresa, después de muchos años de ausencia, al redil familiar, cuando, mientras su padre y él se hallan sentados a la mesa, sobre la pared se ve reflejada la sombra de la difunta madre, que falleció en paz, sí, aunque con la vana esperanza de que el hijo pródigo volviese a casa algún día. Tono nostálgico, por tanto, como se deduce del hecho de que el siempre camorrista Franco (Robert Carlyle), recién escapado de la cárcel, se sienta con ganas de volver a la carga.



Por lo demás, se trata de una secuela autorreferencial en exceso y desprovista por completo de credibilidad, carne de Razzie a todas luces, si bien la cinta, por sorprendente que parezca, no optó a ninguna categoría, ni siquiera a Peor Película, en la edición de los premios Golden Raspberry (nombre oficial de los anti Óscar) de aquel año. Buena prueba de esa falta de verosimilitud sería el propio protagonista, un Ewan McGregor ahora convertido en rutilante estrella de Hollywood y muy lejos de aquel chaval con pinta de macarrilla que dos décadas antes sucumbía a los efectos de la heroína.

A este respecto, puede afirmarse sin rodeos que Danny Boyle, afamado director tras el éxito internacional de cintas como la multipremiada Slumdog Millionaire (2008), traiciona el espíritu de la primera entrega al hacer de Mark Renton (Ewan McGregor) un individuo respetable, al menos en apariencia, supuestamente casado con una holandesa y padre de dos criaturas, que vuelve a Escocia con la intención de enmendar a sus viejos colegas Spud (Ewen Bremner) y Sick Boy (Jonny Lee Miller), llevándoselos a hacer footing si hiciese falta.



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