martes, 15 de diciembre de 2015

Fata Morgana (1965)




Director: Vicente Aranda
España/Alemania, 1965, 84 minutos

Fata Morgana (1965) de Vicente Aranda


Tras Brillante porvenir (codirigida el mismo año junto a Romà Gubern), el recientemente desaparecido Vicente Aranda debutaba en solitario en 1965 con una película que, de haberse rodado en Francia, pasaría hoy por ser uno de los títulos fundamentales del cine europeo. La impronta de Godard en Fata Morgana parece más que evidente dado el colorido de su estética pop, aunque también hay algo del Fahrenheit 451 de Truffaut en ese extraño camión blindado y plateado que recorre las calles de una desierta Barcelona para alertar a los pocos incautos que aún no hayan huido.

Como la Nouvelle vague francesa, la Escuela de Barcelona se valía del cómic, la música, el lenguaje publicitario, la literatura de quiosco y demás elementos de la cultura popular para su expresión artística. Y todo ello está presente, a su vez, en Fata Morgana. La modelo Teresa Gimpera se convierte, así, en la protagonista indiscutible del filme. Sirva, si no, de ejemplo el robo que unos jóvenes yeyés hacen de un cartel publicitario de Cinzano en el que destaca una gigantesca fotografía en blanco y negro de la atractiva y rubia Gim. Su antagonista, la morenaza Miriam (Marianne Benet), se unirá al Profesor (Antonio Ferrandis) para acosarla y sembrar la angustia en un ambiente general de pesadilla.

Teresa Gimpera

Gonzalo Suárez firmó con Aranda un guion futurista y ambientado en algunos espacios reconocibles del paisaje barcelonés (la plaza de San Felipe Neri, el interior del Nou Camp...) que parece anunciar algún tipo de catástrofe nuclear a escala planetaria. De hecho, el film se abre y se cierra con sendos mensajes sobreimpresionados en pantalla en los que se hace alusión, sin entrar en mayores detalles, a "lo ocurrido en Londres". A lo que hay que unir, para acrecentar la congoja todavía más, que se le predice a Gim su propia muerte, algo extraño en un mundo en el que las víctimas parecen sentirse atraídas hacia sus victimarios.

Gim, Álvaro y Miriam

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