domingo, 13 de abril de 2025

Así habla el amor (1971)




Título original: Minnie and Moskowitz
Director: John Cassavetes
EE.UU., 1971, 115 minutos

Así habla el amor (1971) de John Cassavetes


Dos almas solitarias, aparentemente antagónicas, protagonizan una de las historias de amor más insólitas jamás contadas. Minnie and Moskowitz (1971) tiene algo de comedia y mucho de retrato social de lo que es el día a día en las grandes ciudades. Seymour Moskowitz (Seymour Cassel) sobrevive como aparcacoches en Nueva York. Con su cola de caballo y su imponente mostacho rubio, parece que se le haya parado el reloj en una eterna adolescencia. Sin embargo, ya no es ningún crío y el tiempo apremia, por lo que decidirá mudarse a Los Ángeles para probar fortuna. Allí se cruza su destino con el de Minnie Moore (Gena Rowlands), mujer refinada y culta que trabaja en un museo. A priori, nadie diría que ambos pudieran terminar juntos, pero después de muchos avatares se acabará produciendo el milagro.

Hay un momento en el que Minnie se sincera con una compañera de trabajo y le dice algo así como que "el cine es una especie de conspiración". Según este punto de vista, las películas nos condicionan desde nuestra más tierna infancia, de modo que uno acaba creyendo en ciertos ideales, entre ellos el amor romántico, que luego la vida se encargará de ir progresiva y cruelmente desmintiendo. Tal vez por ello, Minnie y Seymour estaban predestinados a entenderse, ya que a los dos les encantan los viejos clásicos en blanco y negro de Bogart y, de hecho, los veremos asistir a proyecciones de El halcón maltés (1941) o Casablanca (1942).



Un cierto toque a lo Woody Allen se respira desde los títulos de crédito, tal vez en la música incidental o incluso en la torpeza de la que hacen gala los personajes. A este respecto, la escena de la comida con las futuras suegras, interpretadas por las respectivas madres de Cassavetes y Gena Rowlands, desprende un aire histriónico muy en esa línea. Por no mencionar los gritos de Zelmo (Val Avery) en el restaurante y la posterior pelea a puñetazo limpio con Seymour en el parking. Todo bastante cómico.

Pudiera concluirse que, bajo su apariencia de relato de encuentros fortuitos y personalidades excéntricas, se esconde una lectura mucho más punzante sobre la soledad, la desesperación y la tozuda necesidad de conexión en un mundo alienante. Así pues, la insistencia de Minnie y Seymour en construir un vínculo, por precario y conflictivo que sea, no deja de constituir una declaración de rebeldía contra la frialdad y la indiferencia del mundo que les rodea. Lo cual nos interpela a nosotros mismos sobre nuestra propia capacidad para romper las barreras del aislamiento y abrazar la complejidad y la imperfección del amor verdadero, un amor que, como el cine de Cassavetes, se siente profundamente real y visceral.



2 comentarios:

  1. Una peculiar historia de amor con algunos diálogos para no perderse.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y a pesar de lo cual, no se encuentra entre los títulos más valorados de su director.

      Eliminar